?C¨®mo gobernar¨¢ Trump?
Carece de programa, porque ni ¨¦l mismo pensaba ganar. Para ¨¦l, ser¨¢ f¨¢cil abandonar el acuerdo TPP o endurecer la pol¨ªtica de inmigraci¨®n; pero ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil abolir el ¡®Obamacare¡¯ o denunciar el Tratado nuclear con Ir¨¢n
La elecci¨®n de Donald Trump plantea el problema crucial de intentar saber c¨®mo va a gobernar, si va a hacer lo que ha dicho durante la campa?a m¨¢s polarizada y bronca de la historia norteamericana, o si el ejercicio del poder le va a moderar y la respuesta no es f¨¢cil. Como ha dicho Kissinger, este es el primer presidente que llega ¡°sin maletas¡± a la Casa Blanca. Lo que se sabe es que va a tener mucho poder porque controlar¨¢ el Ejecutivo, el Congreso (Obama perdi¨® la C¨¢mara en 2010 y el Senado en 2014) y, cuando nombre al sucesor de Antonin Scalia, se garantizar¨¢ tambi¨¦n un Tribunal Supremo af¨ªn que le ayude a poner en marcha esa gran revoluci¨®n conservadora que muchos esperan.
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El principal problema para cualquier observador es que probablemente ni el mismo Trump esperaba ganar, y eso le hace no tener un programa definido y explica las dudas que rodean la formaci¨®n de su equipo de gobierno. Esa es la explicaci¨®n amable. La otra es que Trump no tiene ideas claras, todo para ¨¦l es negociable, dice una cosa y la contraria, se deja influir por la ¨²ltima persona que le visita y se gu¨ªa m¨¢s por su instinto que por la reflexi¨®n ponderada. Su problema no es tener un mal programa de gobierno sino no tener ninguno, vivir en una improvisaci¨®n constante a base de tuits que nadie controla, porque eso genera inseguridad. As¨ª, su rechazo de la pol¨ªtica de ¡°Una Sola China¡± plantea la duda de saber si es un ¨®rdago antes de abrir una complicada negociaci¨®n comercial, si es un cambio radical y preparado con cuidado de la pol¨ªtica que Estados Unidos defiende desde Nixon, o si Trump contest¨® la llamada de la presidente de Taiw¨¢n sin consultar antes con nadie. Tambi¨¦n parece dispuesto a dar un giro radical a la pol¨ªtica seguida hasta ahora sobre el conflicto israelo-palestino.
Por eso es leg¨ªtimo que preocupen su arrogancia, su ignorancia, su adanismo (I alone can fix it), su improvisaci¨®n, la influencia que en sus decisiones de gobierno puedan tener los negocios que tiene repartidos por el mundo y de los que no se separa y, por fin, qui¨¦nes le vayan a asesorar... cuando se deje, una vez que ya se ha peleado con las agencias de Inteligencia. Los que ya conocemos inspiran muchas dudas. Tampoco aclaran mucho su primera rueda de prensa o las discrepancias internas que asoman tras la presentaci¨®n de Tillerson ante el Senado.
La esperanza es que el sistema logre moderar alguna de las iniciativas del nuevo presidente
Las ideas que conforman el n¨²cleo duro de su pensamiento no son muchas y se centran en un acendrado proteccionismo que le hace rechazar los tratados de libre comercio, y en una desconfianza de los foros y alianzas internacionales que considera obsoletos y un estorbo a su libertad de acci¨®n, desde una mentalidad de empresario que busca beneficios inmediatos sin comprender que son un seguro antes que una inversi¨®n. Piensa que el cambio clim¨¢tico es un fraude, admira a l¨ªderes fuertes y autoritarios y no va a perder el tiempo en tratar de extender la democracia en el mundo o en defender los derechos humanos. Tambi¨¦n ser¨¢ reacio a embarcarse en aventuras exteriores porque cree con el 86% de sus compatriotas que las guerras emprendidas en Oriente Medio desde 2001 no han servido para nada y tampoco han hecho al pa¨ªs m¨¢s seguro.
Adem¨¢s de este cat¨¢logo b¨¢sico, Trump ha dicho que har¨ªa muchas otras cosas, algunas de las cuales parecen m¨¢s factibles que otras, mientras que algunas son imposibles. Entre las m¨¢s f¨¢ciles est¨¢n las de reducir impuestos; abandonar el Transpacific Partnership (TPP), lo que echar¨¢ a toda la cuenca del Pacifico en brazos de China y de su Asociaci¨®n Regional de Libre Comercio, que excluye a los EEUU; endurecer la pol¨ªtica migratoria y abolir las restricciones medioambientales de Obama. M¨¢s complicado ser¨¢ echar abajo su reforma sanitaria, algo que Trump considera absolutamente prioritario, porque dejar¨ªa sin cobertura a treinta millones de americanos pobres que, como dice Krugman, son quienes le han votado. No est¨¢ claro que el Congreso le vaya a dar el bill¨®n de d¨®lares que necesita para renovar las infraestructuras, porque eso aumentar¨ªa el deficit, ni que quiera pagar el muro con M¨¦xico, sin que sea previsible que lo levanten los mexicanos. Denunciar el Acuerdo Nuclear con Ir¨¢n simplemente no depende de Washington porque se trata de un tratado multilateral, los dem¨¢s firmantes no est¨¢n por la labor y adem¨¢s Teher¨¢n est¨¢ cumpliendo con sus obligaciones. Y la promesa de doblar el PIB hasta el 4% anual no es realista, como tampoco parece f¨¢cil crear empleo en los altos hornos o en las cuencas de carb¨®n.
De otras cuestiones pol¨¦micas, Trump simplemente ha dejado de hablar o ha dado marcha atr¨¢s, como la absurda pretensi¨®n de procesar a Hillary Clinton o su inicial entusiasmo con la tortura y, en especial, el waterboarding. Tambi¨¦n parece haber moderado su postura ante el cambio clim¨¢tico. Algo es algo.
Trump parece dispuesto a favorecer un mundo multipolar, con varios centros de poder
La elecci¨®n de Trump se?ala el final de la ¨¦poca de la PostGuerra Fr¨ªa basada en el ¡°consenso de Washington¡± (democracia liberal y la econom¨ªa de mercado) con instituciones multilaterales fuertes y el respaldo militar de los EEUU como gendarmes del planeta, una combinaci¨®n que Fukuyama cre¨ªa imbatible. Porque aunque la globalizaci¨®n ha conducido a un enriquecimiento y aproximaci¨®n macroecon¨®mica entre los pa¨ªses (en 1960 EEUU, Europa y Jap¨®n representaban el 70% del PIB mundial y hoy rondan el 50%), sus excesos, la falta de vigilancia y de regulaci¨®n (o las mismas sinvergonzoner¨ªas de los reguladores) han creado dentro de los pa¨ªses bolsas de miseria, desempleo y aumento de las desigualdades. Es contra esto que Trump ha construido su victoriosa estrategia electoral, porque ha captado mejor que nadie el fracaso de las democracias liberales para distribuir mejor la riqueza y porque ha jugado con los miedos de las clases medias a perder el empleo por la tenaza de la deslocalizaci¨®n empresarial y la llegada de inmigrantes que, si adem¨¢s hablan otra lengua o tienen otra pigmentaci¨®n, son percibidos como una amenaza.
Trump parece dispuesto a abandonar la pol¨ªtica multilateralista de Obama para ir hacia un mundo multipolar con varios centros de poder en tensi¨®n rec¨ªproca, en un contexto de proteccionismo y de debilidad de las instituciones internacionales encargadas de la resoluci¨®n de conflictos. Un mundo que ser¨¢ menos seguro si Washington abandona el sistema de alianzas que ha construido desde 1945, y que ser¨¢ m¨¢s pobre si se encierra detr¨¢s de muros proteccionistas, que abren la puerta a guerras comerciales. Barry Eichengreen, profesor de Econom¨ªa Internacional en Berkeley ha acu?ado el t¨¦rmino h¨ªper-incertidumbre que quiz¨¢s habr¨¢ que extender al terreno pol¨ªtico. Y eso no es bueno.
La esperanza es que las cosas se vean de otra forma desde el Despacho Oval o que el sistema logre moderar algunas de las iniciativas del nuevo presidente, al estilo de la serie brit¨¢nica Yes, minister, donde celosos funcionarios evitan que el ministro de turno haga m¨¢s tonter¨ªas que las estrictamente necesarias; en caso contrario habr¨ªa que gritar aquello de ?mujeres y ni?os primero!
Jorge Dezcallar es embajador de Espa?a.
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