Sesenta
Carolina de M¨®naco hizo un gesto que no hemos podido repetir: aspir¨®, sorbi¨® y pens¨® al mismo tiempo. Como una reina
Se ha vuelto a armar un bulul¨² tanto con la feria del PSOE como con el atuendo de la Reina en la feria del Turismo. Esta vez se le se?ala que mezcl¨® demasiadas cosas en su vestuario para inaugurar Fitur en Madrid. Quiz¨¢s en esta ocasi¨®n, est¨¦n m¨¢s equivocados los cr¨ªticos que la Reina. El pa¨ªs invitado es Argentina. Y la Reina decidi¨® ponerse un pantal¨®n gaucho y, adem¨¢s, del color de la tierra de la Pampa para hacer un homenaje. Incluso habr¨ªa bailado un tango si la dejan. Y eso deber¨ªa reducir el tama?o de cualquier cr¨ªtica, dej¨¢ndola a media pierna.
A m¨ª, que soy un nost¨¢lgico, me ha encantado el regreso de las piernas de B¨¢rbara Rey con la posibilidad de que el Cesid hubiera comprado su silencio con dinero p¨²blico. ?El circo de B¨¢rbara! ?Qui¨¦n no recuerda ese asalto a la casa de la actriz y vedete en el a?o 97, donde se sustrajeron v¨ªdeos ¡°en los que se implica a personas importantes de este pa¨ªs¡±, como dec¨ªa el parte policial? Curiosamente, yo hab¨ªa entrevistado a Rey en ese m¨ªtico domicilio unos d¨ªas antes y gran parte de la entrevista sucedi¨® en su cuarto de ba?o, superperfumado, envolvente y seductor. B¨¢rbara me trat¨® b¨¢rbaro, ofreciendo costillitas de cordero e interrumpiendo la conversaci¨®n por una llamada del internado de su hija Sof¨ªa, que se hab¨ªa ausentado sin permiso de sus clases. Un tiovivo de emociones, y cuando se apag¨® la c¨¢mara y nos quedamos solos admirando una foto suya con ?ngel Cristo en el Festival del Circo de Montecarlo, ella susurr¨®: ¡°Los pr¨ªncipes de M¨®naco son los ¨²nicos reales dignos de conocer¡±.
Jam¨¢s olvid¨¦ esa frase. Pienso que B¨¢rbara deber¨ªa tener un museo y atenderlo ella misma, manejando como nadie el gota a gota de la informaci¨®n. Se celebran 20 a?os del robo de esas cintas y ella sabe c¨®mo prolongar nuestra fascinaci¨®n por lo que podr¨ªan contener. Mientras, aprovecha para destapar frases llenas de valor: ¡°Hice muchas pel¨ªculas con desnudos, yo fui El Destape y es mi deber reconocerlo. Hay hombres, m¨¢s importantes que yo, que tambi¨¦n deber¨ªan asumir su pasado y lo que han hecho¡±. Es que la vida de B¨¢rbara acompa?a y desnuda el surgimiento de nuestra democracia. Ha sabido unir en su persona pol¨ªtica, circo, revista, nudismo, maternidad y una sinceridad misteriosa ba?ada de melodrama. Y si el dinero que compr¨® un poco de su silencio proced¨ªa de fondos p¨²blicos, algo que no estuvo bien, implicar¨ªa que B¨¢rbara, a su manera, prest¨® un servicio p¨²blico en aras de la joven democracia. Y qui¨¦n sabe si de nuestra actual estabilidad.
B¨¢rbara y yo tenemos una cosa en com¨²n. Ambos conocemos Montecarlo. EL 23 de enero, Carolina de M¨®naco cumple 60 a?os. No es una noticia en s¨ª, lo esper¨¢bamos, tarde o temprano iba a pasar. La conoc¨ª en 2008 cuando el Baile de La Rosa homenaje¨® a la movida madrile?a y la revista ?Hola! me llev¨® para cubrir la cr¨®nica. Al d¨ªa siguiente del baile, Carolina y su hermano Alberto anfitrionaron un exquisito almuerzo para los invitados y artistas del show que Pedro Almod¨®var confeccion¨® para la velada. Ernesto de Hannover, que estaba presente, nos vio a David Delf¨ªn y a m¨ª con unas caras de resac¨®n tan evidentes que nos llev¨® hasta su barman (as¨ª lo present¨®) y orden¨® en alem¨¢n un brebaje que nos dej¨® como nuevos. Alaska, Bibiana Fern¨¢ndez y Rossy de Palma capitaneaban una mesa con Christian Louboutin y Karl Lagerfeld, que era realmente el rey del evento. En un momento dado, Carolina se acerc¨® a darme un beso. En franc¨¦s me pregunt¨® si iba a escribir la cr¨®nica para ?Hola!, asent¨ª y tuve que reconocer que mi franc¨¦s era bastante salvaje. ¡°Oh, pero mam¨¢ nos ense?¨® a hablar un poco en espa?ol¡±, dijo ella, mir¨¢ndome con esos ojos verde-azules que conozco desde que tengo uso de raz¨®n. Todos nos reunimos en torno a ella y Carolina adopt¨® una pose declamadora. Y dijo: ¡°La princesa Carolina de M¨®naco. La mujer m¨¢s elegante del mundo para los lectores de ?Hola! con 1.200 votos¡±. Nos rendimos, hubo un aplauso y algunos hasta nos la jugamos y fuimos a abrazarla. Entonces se rio, regres¨® a su asiento y con la misma mano sostuvo una copa de vino y el cigarrillo que fumaba. Fue un gesto que no hemos podido repetir: aspir¨®, sorbi¨® y pens¨® al mismo tiempo. Como una reina.
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