Mi vida feliz como mujer de un pol¨ªgamo
Un hombre, dos mujeres, cuatro hijos. La boda fue pactada. Pasado el tiempo dicen ser una familia feliz. C¨®mo reacciona la sociedad
La canadiense Twyla Quinton ten¨ªa 16 a?os cuando, en oto?o de 1997, acept¨® casarse con un hombre cinco a?os mayor que ella y al que apenas conoc¨ªa. Dos a?os antes, a los 14, hab¨ªa podido rechazar un arreglo matrimonial parecido gracias la complicidad de su madre, que estuvo de acuerdo en que Twyla era a¨²n demasiado joven para casarse.
El matrimonio entre la adolescente y el joven adulto se llev¨® a cabo el 31 de octubre, v¨ªspera de Halloween, en Bountiful, una colonia mormona de 600 habitantes de la Columbia Brit¨¢nica (Canad¨¢) donde hab¨ªa crecido Twyla. La identidad de su marido le hab¨ªa sido revelada unas horas antes. Se trataba de un vecino con el que hab¨ªa coincidido en alguna ocasi¨®n, pero con el que apenas ten¨ªa trato.
Twyla Quinton acept¨® casarse con 16 a?os con un hombre que apenas conoc¨ªa. Luego huy¨® con su familia de la comunidad y quiso adaptarse a la sociedad. Ah¨ª llegaron los problemas
Aunque la legislaci¨®n canadiense rechaza los matrimonios forzosos,?Twyla se cas¨® por su propia voluntad y lo hizo estando ya en la edad legal de consentimiento, que por entonces estaba fijada en 14 a?os (Canad¨¢ la elev¨® a los 16 en 2008). Lo irregular lleg¨® dos a?os despu¨¦s. Esta vez, instigado por Twyla, que por entonces ya hab¨ªa tenido a su primer hijo. La joven madre pidi¨® a Winston Blackmore, l¨ªder de la comunidad, que permitiese a su marido y a ella ampliar la familia tomando una nueva esposa. La candidata era April, media hermana menor de Quinton, hija de distinta madre y mismo padre. ¡°Hab¨ªamos crecido juntas y me pareci¨® perfectamente natural que comparti¨¦semos marido y cri¨¢semos a nuestros hijos juntas¡±, explica Twyla a la publicaci¨®n Vice.
Sin embargo, el nuevo arreglo matrimonial, autorizado sin problemas por Blackmore y consumado en invierno de 2000, s¨ª entraba en conflicto con el c¨®digo penal canadiense, que en su art¨ªculo 293 proh¨ªbe de manera expl¨ªcita la pr¨¢ctica de la poligamia. Twyla, su marido y su hermana-esposa pasaron a formar parte de un modelo de familia que su pa¨ªs considera fuera de la ley. Un detalle que ellos ignoraban y que no tuvo la menor importancia mientras siguieron residiendo en Bountiful, oasis pol¨ªgamo en el que la acumulaci¨®n de esposas resultaba normal y frecuente.
Los problemas llegaron a?os despu¨¦s, cuando la familia decidi¨® mudarse a otro municipio, a apenas media hora de carretera de la colonia mormona. Por entonces, en 2006, la apacible Bountiful se hab¨ªa convertido en epicentro de un esc¨¢ndalo medi¨¢tico de grandes proporciones. Acababa de descubrirse que, durante a?os, esta poblaci¨®n de 600 habitantes hab¨ªa sido punto de origen de una ilegal caravana de mujeres. 50 ni?as canadienses de entre 12 y 17 a?os hab¨ªan sido enviadas al sur de la frontera, a las ciudades estadounidenses de?Hildale, Eldorado y Colorado City, para casarse contra su voluntad con hombres mucho mayores que ellas, como el l¨ªder morm¨®n Warren Jeffs y otros l¨ªderes destacados de su comunidad. Entre las v¨ªctimas de esta red de contrabando de menores estaban las dos hijas de 14 y 13 a?os del patriarca de Bountiful, el citado Winston Blackmore, que fue acusado de trata de blancas y complicidad con un delito continuado de abuso infantil.
Para Twyla Quinton, el esc¨¢ndalo Warren Jeffs y su profundo impacto en Bountiful marcaron el punto de inflexi¨®n que la llev¨® a romper con su iglesia, su comunidad y gran parte de su familia. A lo que no quiso renunciar es a su matrimonio a tres y a sus hijos. En 2009,?Twyla convenci¨® a su marido de la conveniencia de dejar atr¨¢s la atm¨®sfera viciada de Bountiful, matricular a sus hijos (tienen cuatro, dos de cada una de ellas) en una escuela p¨²blica, m¨¢s moderna y diversa, y empezar una nueva vida al margen de la comunidad. ¡°Cuando nuestros hijos explicaron en la escuela que ten¨ªan dos madres, todo el mundo dio por supuesto que ¨¦ramos una pareja de lesbianas¡±, cuenta Twyla a Vice, ¡°algo que despert¨® curiosidad, pero no un abierto rechazo¡±.
Twyla asegura que su relaci¨®n (un hombre y dos mujeres con dos hijos cada una) ha acabado convirti¨¦ndose en un pacto de convivencia libre. Algo no muy distinto de un tr¨ªo o una relaci¨®n poliamorosa
El rechazo vino despu¨¦s, al descubrirse que?Twyla y su hermana no eran amantes, sino exiliadas de la comunidad mormona del sur del estado, y formaban parte de una relaci¨®n pol¨ªgama. Es decir, que el suyo no era un modelo de convivencia avanzado, sino un atavismo propio de una secta religiosa de mentalidad pre-moderna. Varios empresarios locales a los que?Twyla pidi¨® trabajo llegaron a decirle que no pod¨ªan contratarla porque al continuar con su relaci¨®n matrimonial estaba cometiendo un delito. Por primera vez, Twyla se plante¨® que no solo su marido, tambi¨¦n su hermana-esposa y ella misma estaban violando la legislaci¨®n canadiense y se arriesgaban a acabar entre rejas.
La poligamia solo es legal en 58 de los 200 estados soberanos del planeta. Est¨¢ completamente prohibida y perseguida judicialmente en todos los estados de la Uni¨®n Europea, incluida Espa?a, y en el continente americano en su conjunto. Hay pa¨ªses que la toleran o no la persiguen activamente, como la Federaci¨®n Rusa, pero solo es completamente legal en algunos estados africanos y asi¨¢ticos de mayor¨ªa musulmana.
En Canad¨¢, a ra¨ªz del esc¨¢ndalo de la red de j¨®venes esposas de Bountiful, la Corte Suprema de Justicia de la Columbia Brit¨¢nica dictamin¨® en 2011 que prohibir y perseguir activamente la poligamia es compatible con la constituci¨®n canadiense. Seg¨²n el jurista Robert Bauman, eso se debe a que se trata de una pr¨¢ctica com¨²n en comunidades religiosas ¡°fuertemente patriarcales¡± y por tanto las mujeres que participan en relaciones pol¨ªgamas lo hacen, en la mayor¨ªa de los casos, ¡°coaccionadas por su entorno y no en condiciones de verdadera libertad¡±.
Bauman argumenta tambi¨¦n que penalizar esta pr¨¢ctica y perseguirla de oficio es la ¨²nica manera de que la sociedad se mantenga vigilante y proteja a las v¨ªctimas, ¡°porque ellas, al estar inmersas en comunidades religiosas que aprueban la poligamia, muy dif¨ªcilmente denunciar¨¢n su situaci¨®n¡±. En el caso de las hermanas Quinton, la decisi¨®n de seguir adelante con su modelo de convivencia a tres despu¨¦s de dejar atr¨¢s Bountiful y soltar amarras con la comunidad mormona da pie a un explosivo debate.
Twyla reconoce que en sus or¨ªgenes fue una relaci¨®n pol¨ªgama, fruto de un matrimonio de conveniencia instigado por l¨ªderes religiosos. Sin embargo, en su opini¨®n, ha acabado convirti¨¦ndose en un pacto de convivencia libre entre m¨¢s de dos personas. Algo no muy distinto de un tr¨ªo o una relaci¨®n poliamorosa (tener m¨¢s de una relaci¨®n simult¨¢nea y tolerada con varias personas), que no son perseguidas en los mismos pa¨ªses que s¨ª persiguen la poligamia. ¡°En un sentido formal¡±, seg¨²n apunta el jurista canadiense Tom Dickson, ¡°lo que convierte en delito la poligamia tal y como la practican los mormones es la existencia de una ceremonia en la que ese pacto de vida se hace p¨²blico¡±. Para Twyla, ¡°a estas alturas, ya nadie persigue a un ad¨²ltero o a un hombre que tenga dos familias¡±. Lo que se penaliza, en el caso de la poligamia, es hacerla oficial. Salir del armario.
Aunque su uni¨®n pol¨ªgama es ilegal, es muy improbable que se les detenga. Las autoridades de Canad¨¢ solo han detenido a adultos mormones casados con menores de 16 a?os. En la pr¨¢ctica, la ley contra la poligamia es constitucional y no se deroga, pero tampoco se aplica de manera estricta. Twyla, de momento, sigue viviendo en forma de tr¨ªo.
Al margen de consideraciones legales, para la escritora y periodista peruana Gabriela Wiener, ¡°poligamia y poliamor est¨¢n en las ant¨ªpodas la una del otro, aunque tal vez s¨ª pueden llegar a tener un parecido superficial en alg¨²n caso concreto¡±. La misma Wiener ha relatado su propia relaci¨®n poliamorosa en su libro Llamada perdida (Malpaso Ediciones) y dedicado una cr¨®nica al pol¨ªgamo Ricardo Badani y sus esposas en Sexograf¨ªas (Melusina). ¡°La clave est¨¢ en hasta qu¨¦ punto hablamos de una relaci¨®n libre y sim¨¦trica. En la poligamia, todo gira entorno a las necesidades sexuales y afectivas del hombre, por muy conformes y muy sumisas que lleguen a estar las mujeres implicadas. En el poliamor, en cambio, s¨ª hay (o debe haber) verdadera libertad y simetr¨ªa¡±.
¡°Lo que convierte en delito la poligamia tal y como la practican los mormones es la existencia de una ceremonia en la que ese pacto de vida se hace p¨²blico¡±, dice el jurista canadiense Tom Dickson
Wiener recuerda c¨®mo la convivencia con el pol¨ªgamo Badani resultaba ¡°confortable y m¨¢s o menos pl¨¢cida para sus esposas, que se sent¨ªan como hermanas y aliadas en la tarea de cuidar a su hombre, que a su vez cuidaba de ellas¡±. Un escenario, seg¨²n lo describe, no muy distinto de la serie Big Love, que aborda frontalmente (y con verosimilitud y sensatez) las contradicciones que afrontan mujeres mormonas del siglo XXI inmersas en una relaci¨®n pol¨ªgama.
Pero, tal y como Wiener misma apunta, ¡°que se llegue a un cierto punto de equilibrio y de comodidad no quiere decir que estemos hablando de una relaci¨®n sana y libre. Y, desde luego, algo as¨ª no tiene nada que ver con el poliamor¡±.
En el caso de?Twyla Quinton, Wiener se?ala: ¡°Podr¨ªamos estar hablando de una relaci¨®n poliamorosa sobrevenida si entre ellas dos hubiese atracci¨®n sexual o amor rom¨¢ntico. Al no ser, obviamente, el caso, lo que tenemos es un modelo de convivencia at¨ªpico, alejado tanto del poliamor como de la forma m¨¢s tradicional de poligamia y que, en todo caso, despierta curiosidad y merece respeto¡±. Para la escritora y activista del poliamor Juliette Siegfried, una relaci¨®n poliamorosa es aquella en la que ¡°se acepta la diversidad sin preguntarse qu¨¦ es la norma, no se cuentan mentiras y se convive sin dramas¡±.
Algo parecido a lo que cree tener Twyla Quinton, hoy 36 a?os, que ha dado la espalda a los aspectos m¨¢s t¨®xicos y opresivos de la comunidad en la que creci¨® para quedarse con lo esencial: las personas que le importan.
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