Canallas
Cospedal y Rajoy han intentado zanjar el episodio execrable del Yak-42
En el nombre del Estado, ni m¨¢s ni menos, la ministra de Defensa, Mar¨ªa Dolores de Cospedal, ha pedido perd¨®n a los familiares de las 62 v¨ªctimas del accidente del Yak-42, en mayo de 2003 en Turqu¨ªa, por el comportamiento de la jerarqu¨ªa militar en la gesti¨®n de ese suceso.
No est¨¢ mal eso de tener la potestad de pedir perd¨®n en nombre del Estado. Aunque yo creo que las familias de las v¨ªctimas se habr¨ªan sentido mucho mejor si el perd¨®n se lo hubieran pedido los miembros responsables del Gobierno, con Federico Trillo a la cabeza, poni¨¦ndole as¨ª cara y ojos al Estado, un ente abstracto que no puede mostrar arrepentimiento.
Mar¨ªa Dolores de Cospedal merece todo mi respeto por haber hecho esta petici¨®n de perd¨®n. Pero no resulta suficiente, porque los hechos que las familias llevan denunciando casi 14 a?os son una cadena de indignidades que no se arreglan con una petici¨®n formal por parte de un ente abstracto.
La repugnante sucesi¨®n de alquileres y realquileres de aparatos de segunda mano cada vez m¨¢s baratos, en la que siempre alg¨²n listillo se lleva una comisi¨®n, no tiene una adecuada representaci¨®n en una ministra de un Gobierno muy posterior. Las familias, pero tambi¨¦n el resto de los ciudadanos espa?oles, merecen una explicaci¨®n pormenorizada, al menos de dos cuestiones.
La primera es qui¨¦n se lucr¨® con cada uno de los alquileres a la baja de los aviones. La segunda, el apresuramiento de algunos mandos militares en cerrar la identificaci¨®n de los cad¨¢veres. Esa acci¨®n, en la que participaron altos mandos de la sanidad militar, es uno de los m¨¢s vergonzosos hechos de la historia militar espa?ola reciente. Militares espa?oles intentando enterrar a patadas miembros descoyuntados de cad¨¢veres de compa?eros y supuestos camaradas¡ Repugnante.
As¨ª, la ministra y el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, han intentado zanjar este episodio execrable.
Pues no, va a costarles algo m¨¢s, porque as¨ª lo exigen la decencia de un pa¨ªs y el buen nombre de su Ej¨¦rcito. No es de recibo que sigan vistiendo su uniforme los hombres que participaron en el fest¨ªn tenebroso de los restos de las v¨ªctimas. Fue un accidente, pero lo convirtieron en una kermesse siniestra, que intentaron tapar con viejas y apolilladas mantas cuarteleras, de las que se entregan a los mendigos sin techo cuando viene una ola de fr¨ªo polar.
Federico Trillo y los jefes de sanidad que participaron en los hechos se habr¨ªan suicidado ya si fueran japoneses. No les pedimos tanto, pero s¨ª que acepten que fueron indignos, y unos canallas.
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