Justicia fiscal, clim¨¢tica y migratoria
Oxfam pone el dedo en la llaga con su informe sobre desigualdad
Como cada v¨ªspera de Davos, Oxfam ha golpeado esta semana la conciencia colectiva poniendo negro sobre blanco los n¨²meros de la desigualdad. El titular es tan desasosegante como otros a?os: usted, amable lector, y yo vivimos en un planeta en el que ocho plut¨®cratas acumulan tanto como 3.600 millones de sus cong¨¦neres, a los que posiblemente no se crucen en el Country Club. En el caso de Espa?a, el 10% m¨¢s rico concentra cerca de un 60% de la riqueza nacional, en una tendencia que no ha hecho m¨¢s que acelerarse desde 2008 y que ha convertido a la inequidad en una marca de agua de la resurrecci¨®n econ¨®mica espa?ola.
El an¨¢lisis de Oxfam resulta a¨²n m¨¢s relevante cuando se mira desde abajo. Dicho de forma simple, la fortuna del pico de la pir¨¢mide de ingreso ser¨ªa solo envidiable si no se estuviese construyendo a costa de la desprotecci¨®n de una parte importante de nuestros vecinos. El tercio m¨¢s pobre de la sociedad espa?ola ha perdido de manera tangible en los tres ¨²ltimos a?os ¨Chasta el 10,5% de la renta en el caso del decil m¨¢s bajo- lo que explica en parte por qu¨¦ el n¨²mero de hogares que no cuentan con ning¨²n ingreso pr¨¢cticamente se ha doblado a lo largo de la crisis. La vulnerabilidad se ceba de manera particular en grupos de poblaci¨®n como los j¨®venes (recuerden el contundente especial que hicimos desde porCausa), las familias monoparentales y los inmigrantes.
Alertados por ordinarieces como ¡°Estado¡± e ¡°impuesto¡±, las vedettes ultraliberales se han echado una vez m¨¢s al cuello de Oxfam. Adem¨¢s de algunas consideraciones ex¨®ticas sobre el salario de los trabajadores de la ONG, varios de ellos han cuestionado tanto la metodolog¨ªa de la investigaci¨®n como el fondo de su mensaje. Si el primer asunto es sencillamente rid¨ªculo (conozco, ay, de primera mano la austeridad digna que rige la pol¨ªtica salarial de Oxfam Interm¨®n), el segundo confunde groseramente las prioridades de este debate.
Tomen el ejemplo del art¨ªculo publicado anteayer en El Confidencial por Juan Ram¨®n Rallo, con el sutil t¨ªtulo de ¡°Oxfam alimenta el populismo de izquierdas¡±. Despu¨¦s de dedicar media pieza a lo que en realidad es poco m¨¢s que un eficaz gancho medi¨¢tico (la fortuna de los Ortega y Juan Roig) y referirse a las cotizaciones empresariales a la Seguridad Social como ¡°una mordida estatal sobre el sueldo de los trabajadores¡± (#Se?orLl¨¦vamePronto), este economista autoetiquetado elige centrarse con trazo grueso en un argumento parcial (la contribuci¨®n fiscal relativa de las empresas) para ignorar la acumulaci¨®n de evidencias que ofrece Oxfam. Entre otras, que el problema no reside tanto en el conjunto de las rentas empresariales como en las piruetas legales que permiten a las compa?¨ªas de mayor tama?o enmascarar sus beneficios y fumarse el contrato social que les vincula con los ciudadanos de los que viven.
Si la receta ¡®anti-populista¡¯ consiste en defender los privilegios caribe?os de un pu?ado de trileros fiscales, vay¨¢monos dejando la coleta.
Podemos dedicar varias tertulias de Libertad Digital a debatir las sutilezas del impuesto de sociedades, pero vamos a necesitar algo m¨¢s para enfrentarnos al reto que nos ocupa. Atrapados todav¨ªa en una crisis que amenaza con convertirse en la fotograf¨ªa del futuro, la necesidad de incrementar la inversi¨®n social no es una mera ocurrencia de las ONG. Si, de acuerdo con Eurostat, los ingresos p¨²blicos y la recaudaci¨®n fiscal sobre el PIB est¨¢n en Espa?a ocho y siete puntos por debajo de la media de la Eurozona, respectivamente, es evidente que algo estamos haciendo mal y que necesitamos una conversaci¨®n urgente e informada sobre ello. Y si este informe sirve para impulsarla, bienvenido sea.
M¨¢s a¨²n, yo dir¨ªa que el mensaje que Oxfam traslada al circo de Davos se queda corto. Necesitamos una agenda radical que ampl¨ªe los l¨ªmites geogr¨¢ficos de este debate y vincule con eficacia las piezas del engranaje. Al menos con la misma eficacia que su n¨¦mesis neoliberal. Mientras el modelo de sociedad dual campa a sus anchas y la izquierda europea se divide entre los que se repliegan y los que se encastillan, pocos est¨¢n mejor situados que Oxfam para defender ante la opini¨®n p¨²blica un modelo de desarrollo sin esclusas: para todos, en todo el mundo, justicia fiscal, clim¨¢tica y migratoria. Que no les tiemble la mano
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