El triunfo de la ri?onera
Louis Vuitton colabora con Supreme, Dries Van Noten rinde homenaje a los 'mods' y Balenciaga se r¨ªe de la elegancia con zapatos de tres suelas. La primera tanda de desfiles de hombres de Par¨ªs ha introducido sensibilidad callejera en el coraz¨®n del lujo
S¨®lo quedaba un d¨ªa para la investidura de Trump en la Casa Blanca y aunque en Par¨ªs, entre desfile y desfile, era dif¨ªcil no hablar de ello, sobre la pasarela los dise?adores importantes pasaron del tema. Incluso aunque sus colecciones dijeran lo contrario. Dries Van Noten desfil¨® anoche en un garaje, al ritmo del Lust for life de Iggy Pop, con una magn¨ªfica colecci¨®n llena de rebeli¨®n callejera y cu?as est¨¦ticas tomadas en pr¨¦stamo de los mods y los skinheads, dos movimientos que confluyeron en la crisis de finales de los setenta. Pero el dise?ador se resist¨ªa a relacionarla con el Brexit, la sombra de la ultraderecha o, ya que hablamos, Trump. "Es una colecci¨®n optimista. Habla del hambre por la vida. No podemos dejar que cunda el p¨¢nico por lo que pasa en el mundo. Hay que superarlo y continuar".
Descartada la carga pol¨ªtica, el desfile de Van Noten quedar¨¢ para el recuerdo como una brillante reformulaci¨®n de los cl¨¢sicos del armario masculino. Estaba todo: el abrigo, el jersey de cenefas, el traje, la sudadera. Todo, con nuevos patrones, cortado m¨¢s grande que lo habitual y con un aire entre futurista y tienda de segunda mano; lo mismo de siempre, pero construido de forma totalmente distinta. El belga, que lleva tres d¨¦cadas en esta ruidosa industria subrayando su independencia mediante el silencio, lo explicaba con candidez: "En la moda hay que cambiar los vol¨²menes, las siluetas, las proporciones".
Jonathan Anderson, el dise?ador de Loewe, sosten¨ªa un punto de vista similar al de Dries Van Noten sobre la moda como veh¨ªculo pol¨ªtico. "Tenemos que concentrarnos en progresar, no quedarnos pensando en lo que acaba de ocurrir. La moda no tiene por qu¨¦ ser un estandarte pol¨ªtico. Tiene que ser consciente de lo que ocurre, pero no divagar sobre ello", dec¨ªa, apoyado junto a una camisa con un se?or de ¨¦poca bordado en petit point. El dise?ador norirland¨¦s ha establecido su impronta con seguridad en la marca espa?ola, y la colecci¨®n del invierno que viene une con su habitual gracia lo familiar (cosas peque?as que encuentras por casa, como los distintos cierres de una camisa), lo r¨²stico (en jers¨¦is de punto gordo con nudos) y el punk (los bolsos de tart¨¢n deber¨ªan ser un ¨¦xito instant¨¢neo).
La felicidad est¨¢ en la calle
El lujo busca credibilidad en la calle y el coqueteo entre las dos se hizo matrimonio ayer en el desfile de Louis Vuitton, donde se present¨® la colaboraci¨®n de la casa parisina con Supreme: una firma de culto neoyorquina cuya manera de cruzar el arte, la moda y el skate tiene m¨¢s fans, y m¨¢s entregados, que muchas boy bands. "Quer¨ªa fundir uptown y downtown", explicaba Kim Jones, el dise?ador de la maison, en la nota de prensa sobre una colecci¨®n inspirada en Nueva York. El punto de partida no era novedad, pero este dise?ador siempre ha sabido importar a la moda los c¨®digos de lo callejero y, como muestra, la ri?onera roja con logo de Supreme, cruzada sobre un traje azul, amplio y visiblemente car¨ªsimo: perfecci¨®n para cr¨ªtica, p¨²blico y hombres de n¨²meros. La colaboraci¨®n, que incluye seis modelos de bolso, accesorios y hasta un monopat¨ªn, sale a la venta el 17 de julio y, previsiblemente, ese ser¨¢ el d¨ªa que se agote.
El nivel de excitaci¨®n que generan las marcas streetweary su forma de alimentarlo (producci¨®n en edici¨®n limitada, colaboraciones especiales) es exactamente lo que ha introducido el georgiano Demna Gvsalia en Balenciaga. Lo que la casa de ra¨ªz espa?ola present¨® el viernes era un resumen de la perversi¨®n y las contradicciones que la moda saborea con m¨¢s gusto: Gvsalia escogi¨® una peque?a sala en la Place Vend?me, justo detr¨¢s del lujos¨ªsimo Ritz, y la enmoquet¨® en el peor tono de gris oficina posible. Luego la amuebl¨® con el m¨ªnimo com¨²n denominador en sillas de despacho y la llen¨® con una eficaz colecci¨®n que parodiaba los c¨®digos del vestir corporativo.
Cada nivel del organigrama ten¨ªa lo suyo. Hab¨ªa trajes de ejecutivo, pero grandes y con combinaciones de camisa negra y corbata satinada intencionadamente terror¨ªficas. Perfiles creativos con camisas de cuadros, rota y vueltas a coser. Tambi¨¦n desfilaron grandes abrigos-edred¨®n con el logo de Balenciaga reinterpretado como el de la campa?a de Bernie Sanders, de tal modo que acababa pareciendo el de una empresa de mantenimiento. Pero el ejercicio se convirti¨® en virtuosismo cuando aparecieron las sudaderas corporativas de Kering, el grupo propietario de la compa?¨ªa, al ritmo de m¨²sica electr¨®nica con la t¨ªpica melod¨ªa de saxo de ascensor. Gvasalia, el hombre m¨¢s deseado de Par¨ªs, le ha hecho dos favores a la venerable casa que Crist¨®bal Balenciaga fund¨® hace un siglo. Primero, regalarle una merecida nueva raci¨®n de prendas y accesorios de ¨¦xito (atenci¨®n a las zapatillas Triple S, con tres suelas, un milagro del fe¨ªsmo que uno quiere en su armario). Y segundo, pero no menos fundamental, darle sentido del humor. La moda del presente no se entiende sin ¨¦l, ni el presente mismo.
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