Posverdades
El buen bulo pol¨ªtico triunfa porque tiene las cualidades necesarias para triunfar, convirti¨¦ndose en lo que Richard Dawkins llam¨® un ¡®meme¡¯. El ¡®meme¡¯ prende en los seres humanos un poco como los par¨¢sitos prenden en nuestra piel
A mediados del siglo XVI, Juan Mart¨ªnez Sil¨ªceo, arzobispo de Toledo, escribi¨® la falsa Carta de los jud¨ªos de Constantinopla,en la que estos, dirigi¨¦ndose a los conversos de Zaragoza, les daban consejos: ¡°Haced vuestros hijos cl¨¦rigos, los quales con facilidad podr¨¢n violar sus templos y profanar sus sacramentos y beneficios¡±.
Cuando Quevedo escribi¨® La isla de los monopantos ya sab¨ªa que la Carta era una falsificaci¨®n, pero no por eso dej¨® de darle cr¨¦dito: ¡°No estoy tan cierto que les diesen este consejo los jud¨ªos de Constantinopla a los de Espa?a, como de que los jud¨ªos de Espa?a le han ejecutado¡±.
Estas dos obras, origen del mito de la conspiraci¨®n jud¨ªa, influyeron probablemente en los Protocolos de los sabios de Si¨®n (San Petersburgo, 1902) donde se detallan los planes de una conspiraci¨®n judeo-comunista-mas¨®nica para apoderarse del mundo. En 1921 qued¨® demostrado que los Protocolos eran una falsificaci¨®n realizada por la polic¨ªa secreta del zar.
Como en el caso de Quevedo y la Carta, Hitler sab¨ªa que los Protocolos eran falsos, cosa que no les hac¨ªa perder fuerza, as¨ª que los cit¨® y propag¨® incansablemente.
Tambi¨¦n Netanyahu ment¨ªa cuando en octubre de 2015 afirm¨® que Hitler no pretend¨ªa exterminar a los jud¨ªos, y que fue el gran muft¨ª de Jerusal¨¦n, Amin al Husayni, quien en 1941 le convenci¨® de que lo hiciera. Con posterioridad Netanyahu se ha retractado parcialmente de estas declaraciones pero, como en el caso de la conspiraci¨®n jud¨ªa, la idea de conectar a los palestinos con el Holocausto resulta demasiado golosa para algunos.
Sin embargo, para mentir no es necesario caer en el bulo. Se puede mentir diciendo solo una parte de la verdad. Se destaca una peque?a parte de la verdad, se la ilumina, se la descontextualiza, se la carga de notas sentimentales... y ya tenemos esa peque?a parte de la verdad convertida en una descomunal mentira.
En los noticiarios existe una presuposici¨®n b¨¢sica: aquello que se muestra es lo m¨¢s importante de cuanto sucedi¨® el d¨ªa anterior. A menudo, lo que nos cuenta el noticiario es mentira porque transgrede esa presuposici¨®n: la noticia ocurri¨®, pero no es verdad que fuera m¨¢s importante que otras que tambi¨¦n ocurrieron y que no figuran en el noticiario. Un ejemplo: cuando una infracci¨®n de los derechos humanos relativamente leve en Cuba ocupaba much¨ªsima atenci¨®n, el horrendo genocidio de Guatemala (1981-1983) no ocup¨® casi ninguna. No se negaba ni se ocultaba, pero no se le daba importancia.
Hitler sab¨ªa que los ¡®Protocolos¡¯ eran falsos, pero los cit¨® y propag¨® incansablemente
Mientras el mal periodismo utiliza verdades para mentir, la buena literatura nos muestra la verdad utilizando historias inventadas. No hay verdad m¨¢s intensa que la expresada en el Quijote; ni hay mentira m¨¢s flagrante que los sucesos reales de los tabloides.
En este sentido, las noticias falsas de Facebook son solo un pasito m¨¢s: de mentir con verdades se pasa a mentir directamente con mentiras.
El buen bulo pol¨ªtico triunfa porque tiene las cualidades necesarias para triunfar, convirti¨¦ndose en lo que Richard Dawkins llam¨® meme. El meme, que se autorreplica y se comporta de manera similar a un gen, prende en los seres humanos un poco como los par¨¢sitos prenden en nuestra piel.
Se le puede preguntar a un lector del hor¨®scopo si cree en ¨¦l, y nos dir¨¢ que ni cree ni deja de creer: lo lee porque le hace gracia, sin plantearse si alguien ha tenido siquiera en cuenta la posici¨®n de los astros para escribirlo.
En todos los ejemplos mencionados observamos que la verdad posee un estatus devaluado. Como en este magn¨ªfico chiste: Muy satisfecho, un viejo le cuenta a otro que ha corrido cien kil¨®metros sin detenerse. El amigo le responde: ¡°Eso es mentira¡±. Y el primero, sin perder un ¨¢pice de entusiasmo, le contesta: ¡°S¨ª, es mentira, pero ?a que es much¨ªsimo?¡±.
La gracia del chiste reside en que la falsedad no invalida el razonamiento: pura posverdad.
En la narraci¨®n literaria, que la historia haya ocurrido o no es indiferente. Su verdad, como ve¨ªamos en el Quijote, est¨¢ en otro nivel. Ahora bien, en la ¨¦poca de la posverdad la propia realidad muestra esa misma indiferencia. Todo se mezcla y se confunde. Lo irreal es cada vez m¨¢s real. Los efectos especiales recrean lo imposible; los dibujos animados cobran una tercera dimensi¨®n; la ficci¨®n se vuelve ensay¨ªstica y el ensayo se vuelve ficci¨®n. Con Photoshop, la fotograf¨ªa pierde su car¨¢cter testimonial y se convierte en obra pl¨¢stica. Y la mec¨¢nica cu¨¢ntica nos ense?a que la realidad es inconcebible.
Pues si todo ocurre realmente en universos paralelos, entonces no hay por qu¨¦ adjudicar a la mentira un rango inferior a la realidad. En un universo alternativo, Trump perdi¨® las elecciones porque, tal como denunci¨® de antemano, estaban trucadas. En un universo alternativo, Ch¨¢vez destin¨® millones a Podemos; el atentado de Atocha lo cometi¨® ETA; Dios cre¨® el mundo en siete d¨ªas; y los extraterrestres llevan a?os rondando el planeta Tierra.
Habiendo rechazado el juicio de los entendidos, el mundo moderno aplica al arte criterios competitivo
Vivimos en un mundo incomprensible. La econom¨ªa es incomprensible, con sus crisis de sobreabundancia; el arte es tan incomprensible como la inform¨¢tica y la filosof¨ªa. En otro tiempo la letra escrita mostraba claramente la verdad. Ahora podemos aferrarnos a una certeza por mera necesidad; pero la habremos atrapado a ciegas, tanteando en las tinieblas.
La rebeli¨®n de la mentira es la ¨²ltima de una serie de rebeliones, la m¨¢s representativa de las cuales ha tenido lugar en la estimaci¨®n del arte. Habiendo rechazado el juicio de los entendidos, el mundo moderno necesita aplicar al arte un criterio competitivo. Pero lo ¨²nico que puede medirse del arte es su ¨¦xito cuantitativo. El youtuber Rubius siempre tendr¨¢ m¨¢s audiencia que las Variaciones Goldberg porque es f¨¢cil de entender.
Por lo mismo que Rubius vence a las Variaciones Goldberg, la mentira vence a la verdad: porque tiene m¨¢s ¨¦xito; y lo tiene porque est¨¢ dise?ada para tenerlo. La verdad es sosa, pero la mentira fue bien condimentada. ¡°No hay vida en Marte¡± es un enunciado irremediablemente triste que nunca podr¨¢ competir con esta maravilla: ¡°Marte est¨¢ plagado de monstruos¡±. En un mundo en que todo se valora por su rendimiento, la mentira supera a la verdad.
Avergonzado, el aficionado a Bach ha aprendido que si quiere caer bien tiene que callarse, y el defensor de la verdad terminar¨¢ sonroj¨¢ndose, agachando la cabeza y guard¨¢ndose la verdad para s¨ª, no vayan a considerarlo un idiota engre¨ªdo.
Adolfo Mu?oz es escritor y traductor.
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