Un c¨®digo ¨¦tico para las ¡°personas electr¨®nicas¡±
La UE plantea leyes para los robots bajo la premisa de que la tecnolog¨ªa evoluciona, pero los dilemas morales siguen siendo los mismos
Desde el monstruo de Frankenstein, descrito por Mary Shelley, hasta el enigm¨¢tico Golem de Praga, la literatura y el cine est¨¢n plagadas de fantas¨ªas sobre la creaci¨®n de androides capaces de actuar a merced de la voluntad humana. En cierta medida, la revoluci¨®n 4.0 lo ha conseguido. Drones, coches que se conducen solos y brazos articulados que realizan complejas operaciones quir¨²rgicas teledirigidos a distancia son ya habituales. La UE calcula que en todo el mundo hay 1,7 millones de robots y su crecimiento es imparable.
Tengan una forma m¨¢s o menos humanoide, los robots no son m¨¢s que m¨¢quinas equipadas con sensores e interconectadas para recabar datos: una simple orde?adora puede ser tratada como un robot. Nadie duda de que la nueva generaci¨®n ser¨¢ m¨¢s sofisticada y autodidacta. Para afrontar los retos que estos ejemplares plantear¨¢n, los europarlamentarios han llegado a la conclusi¨®n de que es necesario elaborar un estatus legal de la ¡°persona electr¨®nica¡±. La socialdem¨®crata luxemburguesa Mady Delvaux ha defendido la propuesta y la comisi¨®n de Asuntos Jur¨ªdicos del Parlamento Europeo ha aprobado un informe cuyo objetivo es regular la inteligencia artificial, crear un registro de robots e impulsar una agencia dedicada a estos menesteres. Uno de los ejes pasa por dotar de un c¨®digo ¨¦tico a esta oleada de m¨¢quinas listas, siempre bajo la premisa de que la tecnolog¨ªa evoluciona, pero los dilemas morales siguen siendo los mismos.
Europa no quiere que con la rob¨®tica le ocurra lo mismo que con Internet: que la normativa ha avanzado a un paso mucho m¨¢s lento que la realidad. Delvaux parte de las tres leyes que el escritor Isaac Asimov estableci¨® en 1942, seg¨²n las cuales: 1. Un robot no har¨¢ da?o a un ser humano ni permitir¨¢, por inacci¨®n, que un ser humano sufra da?o. 2. Un robot debe obedecer las ¨®rdenes dadas por los humanos, excepto si entran en conflicto con la primera ley. 3. Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protecci¨®n no entre en conflicto con la primera o la segunda ley. El informe asume que los robots son ya ¡°una realidad en expansi¨®n¡± y que es necesario abordar la responsabilidad, la seguridad y la gesti¨®n de riesgos relacionados con su actividad. No ser¨¢ un camino f¨¢cil. Expertos como el profesor de la Universidad de Oxford Niel Bowerman ya han advertido de que ¡°es posible que algunos avances de la inteligencia artificial nos desestabilicen y que algunas naciones no se adapten bien¡±.
Uno de los aspectos m¨¢s peliagudos tiene que ver con qui¨¦n es responsable en caso de un accidente. Am¨¦n de intentar cargarle el muerto al fabricante, se plantea que los robots tengan un seguro obligatorio. Habr¨¢ tambi¨¦n que hacer compatible la seguridad y la protecci¨®n de datos. Los robots no pueden funcionar sin un intercambio de informaci¨®n, de modo que habr¨¢ que vigilar qui¨¦n tiene acceso a esos datos. Existe una dimensi¨®n econ¨®mica no menos sensible: si los robots acaparan los trabajos de los humanos, tendr¨¢n que asumir tambi¨¦n algunas de sus cargas. Por ejemplo, las tributarias.
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