Borrascas
Donald Trump es en s¨ª mismo el ejemplo m¨¢s fidedigno de cambio clim¨¢tico, el pol¨ªtico t¨®xico que contribuye al calentamiento del planeta
Este enero de 2017 pasar¨¢ a la historia de la meteorolog¨ªa por una doble borrasca, la de la nieve en el Mediterr¨¢neo, que ha atrapado en las carreteras a miles de viajeros incautos, y la de Donald Trump, reci¨¦n jurado como nuevo presidente de EE?UU, que es en s¨ª mismo el ejemplo m¨¢s fidedigno de cambio clim¨¢tico, el pol¨ªtico t¨®xico que contribuye al calentamiento del planeta con sus bravatas de b¨²falo desencuadernado. All¨¢ en el fondo de mi memoria est¨¢ tambi¨¦n la otra gran borrasca de nieve en aquel enero de 1946 en medio de un mundo en escombros. De pronto la lluvia hab¨ªa dejado de sonar de noche en el tejado para convertirse en un silencio blando y al despertar los ni?os vimos por primera vez aquel espect¨¢culo de la nieve junto al mar. El 20 de enero se celebraba en el pueblo la feria del patr¨®n san Sebasti¨¢n. La nieve hab¨ªa ca¨ªdo sobre el tiovivo, sobre la noria y el barrac¨®n de tiro donde los chavales trataban de tumbar el patito con un rifle trucado para conseguir el so?ado paquete de cigarrillos Bubi. La nieve segu¨ªa cayendo mansamente sobre los carromatos de los humillados feriantes que ol¨ªan a guiso de coliflor, sobre los titiriteros fam¨¦licos y las paradas de las turroneras, sobre los carteles del cine Rialto reci¨¦n inaugurado, que exhib¨ªan los rostros de Alida Valli y de Victorio de Sica. El fr¨ªo hel¨® los naranjos hasta el tronco y el hambre lleg¨® tambi¨¦n hasta la cepa de los espa?oles batida por la miseria de posguerra. Los ni?os cre¨ªamos que la nieve era una fiesta porque se hab¨ªa cerrado la escuela y los p¨¢jaros hambrientos se dejaban cazar f¨¢cilmente, pero solo seis meses antes hab¨ªan sido arrojadas dos bombas at¨®micas sobre Hiroshima y Nagasaki. Ahora ha nevado como entonces y Donald Trump se ha invocado a s¨ª mismo sobre la Biblia para poner al mundo patas arriba a la mayor gloria de Norteam¨¦rica.
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