El pragmatismo sella el romance entre China y Suiza

Puede afirmarse que la visita de Estado de Xi Jinping a Suiza ha sido un hito que ha implicado un despliegue sin precedentes. El presidente chino fue recibido en Z¨²rich por la presidenta de la Confederaci¨®n, Doris Leuthard, y el Consejo Federal (el Ejecutivo) en pleno. Tras su muy comentado paso por el Foro de Davos, donde Xi hizo una encendida defensa del liberalismo y la globalizaci¨®n, la visita continu¨® en Berna, Lausana y Ginebra.

No hay que olvidar que la peque?a Suiza y la inmensa China firmaron en 2014 un Tratado de Libre Comercio del que esta visita es una clara celebraci¨®n. Pero si algo ha llamado la atenci¨®n de los medios de comunicaci¨®n suizos han sido las medidas de seguridad, juzgadas como ¡°vergonzosas¡± en un pa¨ªs democr¨¢tico.

Como ejemplo, baste apuntar que el Palacio de las Naciones, sede europea de la ONU, debi¨® vaciarse de diplom¨¢ticos y personal antes de la visita del presidente chino por exigencia de sus servicios de seguridad. Sin mencionar los arrestos de manifestantes protibetanos, o la imposibilidad para los periodistas de acercarse o entrevistar al l¨ªder chino.

Suiza se ha mostrado complaciente, pues nada parece ser bastante para satisfacer al invitado que piensa abrir nuevos bancos en Ginebra o que ha firmado acuerdos comerciales y de cooperaci¨®n cient¨ªfica.

De hecho, la presencia china crece cada d¨ªa, y sus turistas pueden ser vistos d¨ªa y noche recorriendo en grandes grupos las calles de Lucerna, Berna o Interlaken comprando relojes, ropa o las famosas navajitas suizas.

De todas maneras, a pesar de los parabienes formales, la prensa suiza ha valorado la visita como ¡°agridulce¡± e incluso el ministro de Asuntos Exteriores, Didier Burkhalter, lament¨® que Xi ¡°no accediera a responder a las preguntas de la prensa suiza¡±. Pero es evidente que en el actual romance entre los dos pa¨ªses se impuso el pragmatismo helv¨¦tico.