?Crisis de la UE o punto de inflexi¨®n?
La llegada de Trump, la negociaci¨®n del 'Brexit', la necesidad de frenar el auge de la xenofobia y la quiebra del pacto social generan incentivos m¨¢s que suficientes para facilitar una reacci¨®n por parte de los l¨ªderes europeos
Hace cuatro meses, Jean Claude Juncker dijo ante el Parlamento Europeo que la Uni¨®n Europea atravesaba una ¡°crisis existencial¡±. Aunque una lectura cuidadosa de su discurso descubre algunos matices con los que el presidente de la Comisi¨®n trat¨® de suavizar su afirmaci¨®n, coincido con ¨¦l en que el legado que deja 2016 es altamente preocupante.
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La enumeraci¨®n de las dificultades que nos esperan en los pr¨®ximos meses muestra un panorama plagado de riesgos. La crisis econ¨®mica remite, en unos pa¨ªses m¨¢s que en otros, pero sus efectos contin¨²an agravando la brecha de las desigualdades. Mientras, los conflictos b¨¦licos pr¨®ximos a las fronteras de la Uni¨®n siguen su curso sin que los Gobiernos europeos sepan c¨®mo actuar para ponerles fin ni se ocupen de hacer frente a sus consecuencias acogiendo de manera digna a los centenares de miles de refugiados que llaman a nuestras puertas.
Como tel¨®n de fondo, el contrato social establecido en la segunda mitad del siglo pasado como fundamento del Estado de bienestar se resquebraja, los derechos y libertades fundamentales son puestos en cuesti¨®n por algunos Gobiernos y partidos pol¨ªticos europeos y la familia socialdem¨®crata, que tanto ha contribuido a todos esos logros considerados hasta hace poco tiempo conquistas irreversibles, pasa por momentos de desorientaci¨®n y desconcierto.
?Qu¨¦ va a suceder en 2017? El calendario electoral inmediato comporta nuevos riesgos. En Holanda y Francia los personifican las candidaturas xen¨®fobas de Wilders y Le Pen, a quienes los sondeos auguran ser la fuerza m¨¢s votada, aunque dif¨ªcilmente lleguen a gobernar. En Italia podr¨ªa tambi¨¦n haber elecciones, con los populistas de Grillo aspirando a ganarlas. Incluso en Alemania, el previsible triunfo de Merkel podr¨ªa quedar empa?ado por el ascenso de la extrema derecha.
En este clima europeo tan agitado van a incidir a su vez las acciones y los mensajes de Donald Trump, las tensiones con la Rusia de Vlad¨ªmir Putin y la influencia que ambos querr¨¢n sin duda ejercer sobre la opini¨®n de los votantes y los programas de los candidatos. Alguien ha descrito la situaci¨®n en que se encuentra Europa como el retorno a la Guerra Fr¨ªa sin el respaldo de los Estados Unidos. Los primeros pasos de la integraci¨®n europea contaron con el apoyo entusiasta de Washington, ciment¨¢ndose as¨ª una s¨®lida relaci¨®n transatl¨¢ntica civil, adem¨¢s del pacto de defensa. Mientras que ahora Trump homenajea a Nigel Farage o anima a otros pa¨ªses a seguir el ejemplo brit¨¢nico del Brexit, y Putin no solo alienta el conflicto en el este de Ucrania, sino que amenaza a los miembros de la UE que formaron parte de la Uni¨®n Sovi¨¦tica o de su ¨¢rea de influencia.
Sobran motivos para que la Uni¨®n reaccione; parece incomprensible que no lo haga
Sobran motivos para que la UE reaccione con urgencia; es m¨¢s, parece incomprensible que no lo haga. Los problemas norte-sur generados por la manera de enfrentarse a la crisis econ¨®mica en la periferia de la eurozona deben dar paso a un debate en profundidad sobre la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria (UEM), poniendo en marcha las propuestas avanzadas en el llamado ¡°informe de los 5 Presidentes¡±. Y las tensiones este-oeste surgidas al estallar la crisis de los refugiados, junto a la preocupante evoluci¨®n de los Gobiernos de Polonia y Hungr¨ªa con menosprecio de los valores y principios de la democracia liberal, necesitan encontrar cuanto antes una respuesta firme por parte de las autoridades europeas.
?Est¨¢ la Uni¨®n Europea en condiciones de reaccionar? Tiene que hacerlo, pues este a?o nos vamos a jugar el futuro de la Uni¨®n, y con ¨¦l el de todos nosotros. Muchos dirigentes parecen tentados de esperar hasta que transcurran los sucesivos procesos electorales; hasta que la primera ministra brit¨¢nica, Teresa May, haya descubierto sus cartas en la negociaci¨®n del Brexit y Donald Trump empiece a confrontar sus tuits con las complejidades del ejercicio del poder desde la Casa Blanca. Pero dar de nuevo una patada al bal¨®n hacia adelante para esquivar la responsabilidad de enderezar el rumbo del proyecto de integraci¨®n europea ser¨ªa un inmenso error, del que quiz¨¢s la UE ya no pueda recuperarse.
La responsabilidad recae principalmente en el Consejo Europeo, y por tanto en los l¨ªderes nacionales y en las instituciones democr¨¢ticas de los Estados miembros, m¨¢s que en Bruselas. La reforma de los Tratados europeos, que tantas veces se ha presentado en el pasado como una soluci¨®n milagrosa, no est¨¢ en la agenda. Son muy pocos los que se atreven a abrir ese portillo, que implicar¨ªa el correspondiente proceso de ratificaci¨®n en todos los pa¨ªses y referendos en una serie de ellos. En cambio, en el actual marco jur¨ªdico-constitucional de la Uni¨®n Europea hay m¨¢rgenes suficientes para acomodar iniciativas importantes. Iniciativas que en el corto plazo se pueden reducir en lo sustancial a dos: una estrategia para crecer m¨¢s y una estrategia de seguridad.
Este a?o nos vamos a jugar el futuro de la UE, y con ¨¦l, el de todos nosotros
Respecto de la primera, hay que resolver los interrogantes abiertos por la crisis en cuanto al futuro del euro y de la UEM, puesto que crecimiento y estabilidad de la eurozona est¨¢n ligados. En particular, es imprescindible que Alemania y sus colegas del centro y norte de la eurozona asuman que la pol¨ªtica fiscal debe jugar un papel, ahora que la pol¨ªtica monetaria expansiva alcanza sus l¨ªmites. Y en materia de seguridad interior y exterior, los pa¨ªses de la UE deben reconocer el hecho de que la dimensi¨®n europea aporta una eficacia que ya no est¨¢ al alcance del Estado-naci¨®n tradicional, por m¨¢s que los populismos y nacionalismos en boga a?oren el pasado.
La llegada de Trump, la negociaci¨®n del Brexit, la necesidad de frenar el auge de los planteamientos xen¨®fobos y la quiebra del pacto social generan incentivos m¨¢s que suficientes para facilitar una reacci¨®n por parte de los l¨ªderes pol¨ªticos europeos. El permanente clima electoral y el auge de los populismos deben servir para reforzar la defensa de nuestros valores y de los principios de la democracia liberal.
Confiar en que 2017 marcar¨¢ un punto de inflexi¨®n respecto de las tendencias que se han venido apuntando en los ¨²ltimos a?os no debiera interpretarse como el fruto de un exceso de optimismo sino como la ¨²nica v¨ªa disponible para no seguir profundizando en nuestra crisis existencial, que afecta tanto a la idea de Europa como a nuestras propias democracias.
Joaqu¨ªn Almunia ha sido vicepresidente de la Comisi¨®n Europea y ministro en el Gobierno de Espa?a.
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