¡°Si se comparan los sistemas sanitarios, Guatemala es Nueva York al lado de ?frica¡±
El ur¨®logo Jos¨¦ Rubio impulsa la formaci¨®n de colegas en Camer¨²n, un pa¨ªs donde solo hay 22 especialistas como ¨¦l
La solidaridad va m¨¢s all¨¢ de ser una buena acci¨®n. Para el ur¨®logo valenciano Jos¨¦ Rubio Briones, la cooperaci¨®n en medicina deber ser, sobre todo, ayudar a formar a quienes viven la peor cara de la sanidad en el mundo. El perfil del jefe de servicio de Urolog¨ªa del Instituto Valenciano de Oncolog¨ªa (IVO) no corresponde al m¨¦dico que viaja a Am¨¦rica Latina o ?frica para operar unos d¨ªas y que luego vuelve a su consulta habitual. La docencia, transmitir el conocimiento sobre c¨®mo ejercer en el quir¨®fano, es el motor que enciende su inquietud de colaborar en los sistemas sanitarios del Tercer Mundo, dejando huella en los profesionales que ejercen en el d¨ªa a d¨ªa de los pa¨ªses pobres.
Su primer contacto con el mundo de la cooperaci¨®n empez¨® al otro lado del Atl¨¢ntico. A Rubio, formado en Valencia, Barcelona, Newcastle y Par¨ªs, siempre le hab¨ªa atra¨ªdo la idea del especialista cooperante, pero nunca antes se hab¨ªa lanzado hasta sentirse realizado en Valencia. Fue de la mano de una ONG catalana, Solidaris, y de un colega, el doctor Juan Casanova, cuando se enrol¨® hace siete a?os en una estancia en La Antigua, un destino tur¨ªstico muy popular en Guatemala gracias a su conservado patrimonio arquitect¨®nico de ¨¦poca colonial.
Sin embargo, el relato de aquella experiencia inici¨¢tica en las acciones solidarias est¨¢ cargado de claroscuros. "Oper¨¢bamos a personas sin acceso a un determinado tipo de cirug¨ªa en un hospital cuyo equipamiento era aceptable, con instrumental de segunda mano de Estados Unidos. El centro lo reg¨ªan unos franciscanos con la brillante idea de abrirlo a distintas ONG mundiales, organizando semanas dedicadas a una especialidad como la del otorrino, la del labio leporino o la urol¨®gica", cuenta. No obstante, aquella din¨¢mica, la intervenci¨®n de una organizaci¨®n distinta cada dos semanas, ocultaba la ausencia de personal sanitario guatemalteco bien formado.
"A pesar de lo que parec¨ªa, no lo est¨¢bamos haciendo del todo bien. Aunque la situaci¨®n ahora est¨¢ cambiando, entonces oper¨¢bamos de sol a sol en cirug¨ªas complejas sin que hubiera nadie formado all¨ª para controlar las complicaciones postoperatorias. El paciente que ven¨ªa el ¨²ltimo d¨ªa no se le pod¨ªa operar hasta al a?o siguiente. Por otra parte, desde las 7 de la ma?ana hasta las 9 de la noche practic¨¢bamos cirug¨ªas altruistas, pero de noche nos ¨ªbamos a los restaurantes de lujo que abundan en una ciudad tan tur¨ªstica. No pod¨ªamos impedir que en nuestro fuero interno pens¨¢ramos que con una cena se pod¨ªa pagar una cirug¨ªa a cinco o seis pacientes. Algo fallaba en el engranaje. Nos sentimos en parte frustrados", confiesa.
Con 22 millones de habitantes, en Camer¨²n solo hay 16 ur¨®logos
Aunque hace cuatro a?os dej¨® de viajar a Guatemala, la preocupaci¨®n de Rubio de llevar la docencia al personal sanitario en los pa¨ªses pobres empez¨® a crecer. A esa inquietud se le a?adi¨® el destino de conocer a Emmanuelle Nkeng, un jesuita camerun¨¦s a quien conoci¨® como paciente en el verano de 2013 y con quien entablar¨ªa una relaci¨®n de amistad y cooperaci¨®n desde entonces. "Tras localizarme en internet, los jesuitas de Valencia me trajeron a mi consulta privada al padre Nkeng con un problema urol¨®gico muy complicado, tratado de una forma similar a la de El jardinero fiel, con unas medicaciones para el c¨¢ncer de pr¨®stata que no hab¨ªa visto nunca antes. Tuvo que quedarse tres meses en Valencia. No se lo pude arreglar del todo, pero adapt¨¦ las estrategias terap¨¦uticas de aqu¨ª a su situaci¨®n real en Camer¨²n. No se puede administrar unos tratamientos que luego le puedan dar unas complicaciones all¨ª y que no se las puedan resolver", explica.
Rubio le habl¨® de su experiencia en Guatemala y el padre Nkeng le invit¨® a visitar Camer¨²n. Empujado por su esp¨ªritu inquieto, este ur¨®logo realiz¨® en 2014, coincidiendo con la epidemia del virus del ¨¦bola en Nigeria, el pa¨ªs vecino, su primer viaje exploratorio y durante una semana visit¨® varios hospitales. ¡°En Guatemala hay muchos pobres porque hay unos cuantos ricos. El que tiene dinero puede acceder a una sanidad igual o mejor que la nuestra, pero en ?frica hay mucha miseria y un caos total, con una econom¨ªa de subsistencia, con las peores tasas de mortalidad o morbilidad por problemas de salud del mundo. Si se comparan los sistemas sanitarios, Guatemala es Nueva York al lado de ?frica".
De aquella primera exploraci¨®n en Camer¨²n, Rubio destaca la situaci¨®n ca¨®tica del pa¨ªs bajo una dictadura encubierta, cuyo sistema sanitario es pr¨¢cticamente inexistente. "La gente no pasa hambre porque hay buena tierra, pero la medicina no llega a ning¨²n sitio y se recurre a los remedios naturales y tradicionales. Con una poblaci¨®n de 22 millones de habitantes, en Camer¨²n solo hay 16 ur¨®logos, mientras que en la Comunidad Valenciana hay 250. Los especialistas suelen estar en las dos capitales del pa¨ªs y ejercen la medicina privada practicando una urolog¨ªa arcaica como la que en Espa?a se hac¨ªa hace 50 a?os, pero all¨ª son tratados como dioses", explica.
De regreso de Camer¨²n, Rubio reclut¨® un grupo multidisciplinar dispuesto a seguirle en un proyecto de docencia para m¨¦dicos cameruneses en la especialidad de cirug¨ªa urol¨®gica. As¨ª naci¨® hace dos a?os Surg for all, una asociaci¨®n integrada por dos ur¨®logos, un otorrino y tres enfermeras del Instituto Valenciano de Oncolog¨ªa y del Hospital Universitario La Fe de Valencia, un inform¨¢tico, un publicista y un profesor de secundaria. "Estamos constituidos como una agrupaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro porque para ser una ONG los tr¨¢mites son, aunque suene extra?o decirlo, caros y muy dif¨ªciles en Espa?a. Hay que partir de un capital y pasar una burocracia muy enrevesada inabordables para cualquier grupo reducido que quiera hacerlo", lamenta el ur¨®logo.
El coste de la formaci¨®n se sufraga al 50% entre la asociaci¨®n y el centro destinatario de la prestaci¨®n
En 2015, los sanitarios de la asociaci¨®n realizaron su primera intervenci¨®n en el pa¨ªs africano. Sin embargo, Rubio reconoce que aquella experiencia result¨® infructuosa: ¡°En Camer¨²n, existen los hospitales p¨²blicos, donde los pacientes deben pagar aunque reciban dotaciones estatales para materiales, que suelen acabar hurtados por enfermos y personal sanitario; los centros privados con una organizaci¨®n interna que depende mucho de la calidad humana de quienes los dirijan, y los centros de las misiones, llevados por distintas corrientes religiosas, que suelen ser los mejores porque mantienen un orden. El primer a?o no fuimos al hospital adecuado. Era un centro privado, del primo del father Nkeng, y se apreciaba demasiado el inter¨¦s por ganar dinero con medios ¨ªnfimos. Ellos quer¨ªan que les di¨¦ramos material, pero no hab¨ªa nadie a quien ense?ar. Realizamos un curso, pero los m¨¦dicos eran maltratados y se quer¨ªan ir. No hab¨ªa seguridad para desarrollar un proyecto".
Tras aquella primera frustraci¨®n, en la nueva experiencia de 2016, la cooperaci¨®n ha sido grata en el hospital de Shisong ¡ªen Kumbo, al noroeste del pa¨ªs¡ª, regido por monjas, donde han ayudado a poner en pr¨¢ctica las ense?anzas que el doctor Kitio, el primer m¨¦dico formado por la asociaci¨®n, ha recibido durante seis meses en el Servicio de Urolog¨ªa del IVO, superando la prueba de intervenir 53 operaciones en seis d¨ªas, gracias a lo aprendido en Valencia y a las endoscopias urol¨®gicas proporcionadas por la asociaci¨®n, que ha sufragado la mitad de los 30.000 euros de su coste. "Todo ha sido completamente diferente, por la limpieza, el orden y las ganas de atender y colaborar. Es un sitio donde echar ra¨ªces y ense?ar a gente que pueda ense?ar a otros".
Con la transparencia y el altruismo como objetivos, la asociaci¨®n que lidera Rubio, galardonada a finales de diciembre con el Premio del Voluntariado de Cooperaci¨®n Internacional y Comunitario de La Plataforma del Voluntariat de la Comunidad Valenciana, trabaja ahora en proyectos formativos para dos enfermeros encargados de instrumentar a los especialistas, con una dotaci¨®n de materiales. "El coste tanto de la formaci¨®n de los profesionales como del instrumental se sufraga al 50% entre la asociaci¨®n y el centro destinatario de la prestaci¨®n. Si no lo pagan, la gente de all¨ª no lo aprecia y no se siente responsable, porque piensa que es algo que deben resolver las misiones. Las monjas se niegan a que operemos gratis por ese motivo. Al personal que formamos, les obligamos a firmar un contrato de fidelizaci¨®n con el hospital de referencia durante cinco a?os, para evitar lo que pasa en muchos casos, que se van a Europa o Am¨¦rica o se dedican a los centros privados de las grandes capitales. Lo ponemos en conocimiento del hospital, pero sabemos que es dif¨ªcil porque la corrupci¨®n all¨ª es una forma de vida. Siempre quieren sacarnos algo, y hay que saber poner l¨ªmites".
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