Imb¨¦ciles
La vida, en fin, no tiene por qu¨¦ ser veros¨ªmil, lo que no quiere decir que nos creamos cualquier cosa
Rosal¨ªa Iglesias nos resumi¨® el otro d¨ªa su vida con el tono casual con el que se la habr¨ªa resumido a un vecino de asiento de clase preferente en un vuelo a Ginebra. Mi marido y yo, nos asegur¨®, tenemos una vida tan llena que nunca hablamos de dinero. No dijo que les repugnara este tipo de conversaci¨®n, sino que no encontraban el momento. Eso es al menos lo que nos pareci¨® entender. Hablaban y hablaban de esto o de lo otro y cuando llegaban al tema de los 40 millones de euros, les hab¨ªa dado la hora de meterse en la cama.
Al d¨ªa siguiente, cuando al caer la tarde volv¨ªan a encontrarse en el sal¨®n de su casa, ten¨ªan otra vez la vida tan llena (no especific¨® de qu¨¦) que dejaban los asuntos econ¨®micos para el final y ocurr¨ªa lo de siempre. La vida se les llenaba y se les vaciaba todo el rato con la precisi¨®n y la generosidad con la que se vac¨ªa y se llena la cisterna del retrete. Tiraban de la cadena, se iban a dormir, y cuando sonaba el despertador, ya se les hab¨ªa llenado de nuevo. Se pregunta uno c¨®mo hicieron esa fortuna teniendo la cabeza tan ocupada en el estudio de Schopenhauer, suponiendo que fuera Schopenhauer el culpable de que nunca pudieran hablar de las facturas.
Imaginamos que cuando cenaban con otros matrimonios que comentaban lo cara que estaba la luz, al volver a casa se mostraban escandalizados de lo vac¨ªas que estaban las existencias de la gente. B¨¢rcenas, que era contable, sab¨ªa que las conversaciones sobre el dinero guardaban relaci¨®n con la cantidad de Arist¨®teles que tuvieras en la cabeza. A m¨¢s dinero, menos Arist¨®teles. La vida, en fin, no tiene por qu¨¦ ser veros¨ªmil, lo que no quiere decir que nos creamos cualquier cosa. No somos completamente imb¨¦ciles, se?ores de B¨¢rcenas.
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