Los pr¨ªncipes de las tinieblas
El peligro para la democracia ya no se relaciona con los militares, sino con grupos civiles y ¡®think tanks¡¯
El discurso de despedida de Ike Eisenhower, en enero de 1961, se hizo famoso por su llamada de atenci¨®n sobre el peligro que representaba para la democracia estadounidense la alianza entre la industria de defensa y los altos cargos militares. Durante algunas d¨¦cadas, el Ej¨¦rcito llev¨® la voz cantante en la carrera armament¨ªstica en todo el mundo y militares autoritarios impusieron su voluntad en pa¨ªses de Am¨¦rica Latina, en Turqu¨ªa, Oriente Pr¨®ximo o ?frica. Medio siglo m¨¢s tarde, el peligro para la democracia ya no se relaciona con los militares, ni en EE UU ni en muchos otros pa¨ªses del mundo, sino con grupos civiles y con think tanks.
De ah¨ª, y del mundo acad¨¦mico, es de donde procede la extrema derecha que se denomina a s¨ª misma ¡°alternativa¡± y que impulsa ahora un proyecto pol¨ªtico marcadamente autoritario, que va desde EE UU a Oriente Pr¨®ximo, pasando por Europa. Trump es un empresario; el turco Erdogan, economista; la francesa Marine Le Pen es abogada; el holand¨¦s Geert Wilders, un experto en seguros que se form¨® en Israel; la alemana Frauke Petry, qu¨ªmica; Nigel Farage, un trabajador de la Bolsa de Londres.
El primer gran logro de la derecha alternativa, cuando todav¨ªa no se llamaba as¨ª, fue la invasi¨®n de Irak y el derrocamiento de Sadam Husein, que no form¨® parte de un plan militarista, sino de un proyecto acad¨¦mico, ideol¨®gico, que naci¨® en torno a Albert Wohlstetter, de la Universidad de Chicago (no solo hubo Chicago Boys en la econom¨ªa), el personaje que inspir¨® al Dr. Strangelove de Stanley Kubrick. En el entorno de Wohlstetter crecieron Paul Wolfowitz y Richard Perle, los dos grandes impulsores, a?os despu¨¦s, del derrocamiento de Sadam Husein. Perle es el autor del conocido Clean Break Report, encargado por un joven primer ministro israel¨ª, Benjamin Netanyahu, en 1996, en el que se defend¨ªa invadir Irak, desestabilizar Siria y provocar el hundimiento econ¨®mico de Ir¨¢n. Todo ello, mientras se colaboraba con Turqu¨ªa para que, a trav¨¦s de un Gobierno civil, ayudara a redise?ar todo Oriente Pr¨®ximo.
Como es bien conocido, las cosas no salieron como se dibujaron, el mundo dio muchas vueltas y el presidente Obama tuvo buen cuidado, durante sus ocho a?os de mandato, de expulsar de la Casa Blanca y de su entorno a aquel entramado acad¨¦mico. Perle, Wolfowitz, Douglas Feith, John Bolton, Lewis Libby, Scotter, todo aquel grupo de estrategas que llev¨® a EE UU y al mundo a una crisis que a¨²n no se ha cerrado y que ha costado millones de vidas, qued¨® arrinconado, lami¨¦ndose las heridas, aguardando en varios think tanks una nueva oportunidad.
Quiz¨¢s su momento llegue de nuevo con Donald Trump. Su objetivo se centra ahora en las relaciones con Ir¨¢n. Fueron feroces cr¨ªticos de Obama por el acuerdo nuclear con Teher¨¢n y siguen proponiendo su ruptura. De momento, los pr¨ªncipes de las tinieblas (apodo por el que se conoci¨® a Perle) no han aparecido en el equipo del nuevo presidente de Estados Unidos, pero est¨¢n ah¨ª, de nuevo al acecho.
Primero, intentaron hacerse con la secretaria de Estado, a trav¨¦s de John Bolton, pero su candidato qued¨® descartado en beneficio del emperador del petr¨®leo, Rex Tillerson. Ahora intentan dar la batalla en el entorno del consejero de seguridad, Michael ?Flynn, un general extremadamente reac?cionario con el que comparten su islamofobia, aunque no sus amores (y sus relaciones) con Mosc¨². Curiosamente, la carta de la moderaci¨®n parece haber quedado en manos de otro militar, quiz¨¢s no tan reacio a cooperar como lo fue Colin Powell, pero s¨ª un hombre con fama de ser m¨¢s moderado que ellos, pese a su apodo, general James, Mad Dog, Mattis. El problema es que, como ellos, comparte la obsesi¨®n por aislar a Teher¨¢n.
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