Espa?a no puede ser equidistante entre M¨¦xico y Trump
El Gobierno debe expresar la m¨¢xima preocupaci¨®n por las decisiones de Washington y no lo que ha hecho M¨¦ndez de Vigo
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La prudencia es siempre una virtud. Y m¨¢s en las relaciones exteriores, donde siempre hay en juego delicados intereses vitales. Pero la prudencia en modo alguno debe excluir la firmeza cuando se trata, precisamente, de esos mismos intereses y, con m¨¢s justificaci¨®n a¨²n, cuando de lo que hablamos es de defender valores y principios esenciales para la convivencia pac¨ªfica y armoniosa entre pa¨ªses.
El Gobierno de Mariano Rajoy mantuvo durante la campa?a electoral estadounidense una posici¨®n de silencio ante las invectivas lanzadas contra M¨¦xico y los mexicanos por el entonces candidato Trump. Y tras las elecciones, decidi¨® adoptar un comp¨¢s de espera hasta ver si finalmente las amenazas se materializaban en hechos tangibles. Pues bien, transcurrida la primera semana de la Administraci¨®n Trump, ya no cabe arg¨¹ir desconocimiento. Al contrario, hay elementos de sobra para que el Gobierno, en lugar de manifestar equidistancia, como hizo el portavoz del Gobierno, ??igo M¨¦ndez de Vigo en su rueda de prensa semanal, mostrara la extrema preocupaci¨®n que tanto las declaraciones de Trump como sus actuaciones est¨¢n provocando en todo el mundo, y concretamente, en lo que se refiere a M¨¦xico, en la comunidad iberoamericana.
Nada hay de malo en querer mantener abiertos los puentes y las v¨ªas de comunicaci¨®n con la Administraci¨®n Trump ni en reivindicar el di¨¢logo frente a la imposiciones unilaterales. Pero esas v¨ªas deben servir, precisamente, para transmitir al Gobierno de EE UU, que por el camino iniciado por su nueva Administraci¨®n con respecto a M¨¦xico va a encontrar el rechazo activo de Espa?a, la comunidad iberoamericana y la Uni¨®n Europea. Es en esa l¨ªnea de prudencia, aqu¨ª bien entendida, en la que tanto Angela Merkel como Fran?ois Hollande han llamado a la unidad de los europeos y, en previsi¨®n de tiempos dif¨ªciles, a la vigilancia de todos en defensa de sus principios e intereses. Es esa l¨ªnea de activa preocupaci¨®n y compromiso, y no la equidistancia entre el agresor y el agredido, la que el Gobierno de Espa?a deber¨ªa adoptar.
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