Salir del inmovilismo
Ante la precipitaci¨®n del ¡®proc¨¦s¡¯, el Gobierno no puede seguir paralizado
Las inquietantes declaraciones del exjuez y exdirigente de Esquerra Republicana Santiago Vidal, aludiendo a un plan secreto de ruptura por parte de la Generalitat ¡ªy los consecutivos ment¨ªs oficiales realizados con sordina¡ª, han tenido una virtud. La de perfilar a la luz la estrategia inmediata del secesionismo, y su disposici¨®n a convocar ¡ªsi le conviene¡ª un refer¨¦ndum contrario al ordenamiento jur¨ªdico vigente.
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A ello coadyuva el anuncio de la antisistema CUP de que votar¨¢ los presupuestos auton¨®micos, lo que insufla un, aunque breve, per¨ªodo de estabilidad al Gobierno de Puigdemont-Junqueras, si bien a costa de someterle a los radicales.
Algunos protagonistas del proc¨¦s han acusado nerviosismo al constatar que bajo el espejo c¨®ncavo de Vidal aparec¨ªan los aspectos m¨¢s rechazables de su prop¨®sito, como minimizar o conculcar derechos individuales ¡ªincluidos los datos fiscales¡ª de los catalanes. Por eso pretenden imprimir una aceleraci¨®n a su programa, precipitando la hipot¨¦tica consulta de septiembre. Y desnaturaliz¨¢ndola: de convocatoria amigable devendr¨ªa en arma desafiante, a contragolpe del impacto de sentencias a dirigentes de su grupo, del expresidente Artur Mas a la presidenta del Parlament, Carme Forcadell. As¨ª el proc¨¦s pasa a engarzar con algunos tristes aspectos de los procesos populistas-soberanistas en boga m¨¢s oscurantistas, del Brexit al trumpismo.
Este estado efervescente, junto a la frecuencia con que se apela a la desobediencia, deber¨ªa tener poco recorrido, dada la distancia con que la mira la mayor¨ªa social catalana. Pero solo su remota posibilidad resulta tan grave que convierte en incomprensible la pasividad del Gobierno, aparentemente retornado al inmovilismo.
Hace dos meses largos, Mariano Rajoy encomend¨® a su vice, Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa, liderar un plan de di¨¢logo al que esta se entreg¨® con empe?o y al que el PP bautiz¨® enseguida con el infausto t¨ªtulo de ¡°operaci¨®n di¨¢logo¡±. La connotaci¨®n tacticista del nombre y un exabrupto de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar contra Santamar¨ªa bastaron para ralentizar su din¨¢mica.
Habr¨¢ habido esfuerzos, pero apenas nadie se ha enterado: los resultados son menos que escasos. Claro que dialogar con quien pone sobre la mesa requisitos que sabe de entrada insalvables, como la celebraci¨®n de un refer¨¦ndum, resulta arduo. Y que simultanearlo con la vigilancia de que no se desborde el orden legal lo complica. Pero la historia est¨¢ plagada de ejemplos igual de intensos, que los gobernantes eficaces deben saber encauzar.
Lo imprescindible, y siempre pendiente, no es una oferta del Gobierno al independentismo para su solaz, sino evitar que (al menos) la mitad de la sociedad catalana ajena ahora al secesionismo se sienta abandonada y tentada de caer finalmente en sus brazos. Por eso debe reconducirse y afianzarse su autogobierno, hoy atrapado entre centralismo y rebeld¨ªa. Si Rajoy y Santamar¨ªa son incapaces de formular una propuesta amplia, que incluya el debate general del caso; ambiciosas medidas inmediatas de mejora de la autonom¨ªa; y un foro de debate para encauzar la discrepancia, pueden abocarse, y abocarnos a todos, a problemas muy serios.
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