Donde m¨¢s duele
Cuando el coraz¨®n ya se ha hecho insensible a los golpes y a la amenaza de cada amanecer, el maltratador utiliza a los hijos e hijas para conseguir su objetivo
Los hombres que maltratan saben d¨®nde golpear para hacer da?o, lo aprenden pronto, por eso usan la palabra como arma y dirigen sus golpes al t¨®rax, al abdomen y a la cabeza, de modo que la ropa y el cabello cubran las lesiones y nadie vea las heridas que ocasionan. Y esto s¨®lo es con relaci¨®n a los golpes.
El verdadero dolor lo producen en el mediastino, en ese espacio donde antes estaba el coraz¨®n que, poco a poco, el maltratador va secando a base de desprecio, advertencias y culpas sobre la propia mujer.
Y cuando ese coraz¨®n ya se ha hecho insensible a los golpes y a la amenaza de cada amanecer, el maltratador utiliza a los hijos e hijas para conseguir su objetivo de controlar y dominar a la mujer sin necesidad de agredirla f¨ªsicamente. Los agresores saben que es lo que m¨¢s les duele y lo usan de manera ego¨ªsta para sus intereses. Por eso, a pesar del intento de muchos de separar el ejercicio de la paternidad de la violencia, un maltratador siempre es un mal padre, porque utiliza la violencia en contra de la mujer y contra sus hijos e hijas para causar dolor y da?o m¨¢s all¨¢ de los golpes. El pasado 3 de febrero, Vladimir V. I., de 27 a?os, se arroj¨® al vac¨ªo con su hija de un a?o desde la segunda planta del Hospital Infantil La Paz, en Madrid, situada a una altura de 12 metros.El padre discuti¨® con la madre en la habitaci¨®n, y, antes de saltar por la ventana, le dijo: "Te voy a dar donde m¨¢s te duele".
Y no es algo que ocurra de manera ocasional. Seg¨²n la Macroencuesta de 2011, cada a?o 840.000 ni?os y ni?as, aproximadamente el 10% de nuestra infancia, viven en hogares donde los padres maltratan a sus madres como parte de la violencia y como advertencia de lo que les puede ocurrir si deciden dejarlos. No es casualidad que la propia cultura que justifica y minimiza la violencia de g¨¦nero haya creado como argumento trampa la idea que repiten muchas mujeres maltratadas para permanecer en ella: ¡°No me separo por mis hijos¡±.
Es su amenaza m¨¢s eficaz y el calvario al que se ven sometidas cuando se separan y comienzan a utilizarlos para intentar continuar con el control a trav¨¦s de cuestiones relacionadas con la custodia, las visitas, la pensi¨®n por alimentos¡ Saben que es lo que m¨¢s les duele, hasta el punto de ser conscientes de que asesinar al hijo o a la hija y dejarlas vivir a ellas con el drama de la experiencia, es golpearlas cada d¨ªa en lo m¨¢s profundo del alma para que su dolor no tenga fin.
Y del mismo modo que es un error no pensar que un maltratador puede llegar a asesinar a su mujer porque ¡°s¨®lo unos pocos lo hacen¡±, tambi¨¦n es un error creer que un agresor no es capaz de instrumentalizar y asesinar a sus hijos e hijas tomando como referencia el n¨²mero de casos en que esto ocurre. La prevenci¨®n pasa por adelantarse al problema, no por esperar a que este llegue a las instituciones por medio de la denuncia, sobre todo si comprobamos c¨®mo el machismo sigue lanzando mensajes desde la impunidad contra la respuesta frente a la violencia de g¨¦nero y contra las mujeres. Ese odio es el que mueve a la violencia y el que lleva a que la conducta del violento busque ¡°golpear¡± all¨ª donde m¨¢s duele.
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