Las cinco familias de la mafia italoamericana
EL PRIMER capo de la Mafia italiana de Nueva York fue un inmigrante siciliano, un tal Giuseppe Morello, que lleg¨® a la ciudad con 25 a?os en 1892. Ten¨ªa una mano deforme, donde solo hab¨ªa un me?ique, y proven¨ªa del ambiente mafioso de Corleone. Solo hab¨ªa mil italianos en Nueva York en 1850, pero en 1900 ya eran 150.000. Morello no logr¨® ser mafioso enseguida, nadie empieza de jefe. Era un inmigrante tirad¨ªsimo m¨¢s, los italianos a¨²n no pintaban nada en las calles, dominadas por bandas de irlandeses y jud¨ªos, y adem¨¢s lleg¨® a Estados Unidos en plena crisis econ¨®mica. Tuvo que buscarse la vida recolectando algod¨®n y cortando ca?a de az¨²car en Luisiana y Texas. Cinco a?os despu¨¦s pudo volver a Nueva York y ya mont¨® su propio grupo, que protagoniz¨® en 1903 uno de los primeros cr¨ªmenes que alarmaron a la prensa sobre ciertas pandillas b¨¢rbaras de italianos, el sonado caso del barril: apareci¨® un cad¨¢ver doblado en dos dentro de un tonel.
Con semejante elemento, el tal Morello, nace una dinast¨ªa mafiosa neoyorquina que llega hasta hoy mismo, el clan de los Genovese. Dinast¨ªa sin sucesiones de sangre en el mando en sentido estricto, de padres e hijos, pero s¨ª a menudo sangrientas. Por selecci¨®n natural, en los a?os treinta se acabaron de perfilar otros cuatro grandes apellidos: Colombo, Bonanno, Gambino y Lucchese. Y as¨ª tenemos a las Cinco Familias mafiosas de Nueva York, con l¨ªneas de sucesi¨®n ininterrumpidas hasta hoy. Quien decidi¨® organizar as¨ª la cosa fue Charles Lucky Luciano, art¨ªfice de la Mafia moderna y miembro de los Genovese. Este reconocimiento de bandos, esta divisi¨®n de poder, territorio y competencias, fue una idea para acabar con las guerras internas. En fin, para poner un poco de orden y poder dedicarse a los negocios. Porque era de eso de lo que se trataba: la Mafia es una copia de papel carb¨®n del sistema, una epopeya del capitalismo en su versi¨®n m¨¢s salvaje, con el lema de ganar dinero donde sea y como sea. Esos inmigrantes procedentes de puebluchos m¨ªseros y a¨²n feudales de Sicilia anhelaban dinero y respeto; luego, lujo y poder. Ser como los de all¨ª o m¨¢s, m¨¢s americanos que los americanos. ?Recuerdan la primera frase que se escucha en El Padrino? Es esta: ¡°Yo creo en Am¨¦rica. Am¨¦rica hizo mi fortuna¡±. Lucky Luciano, que ten¨ªa una visi¨®n moderna de c¨®mo ser un g¨¢nster, plante¨® la Mafia como una gran compa?¨ªa, con cinco grandes directivos en el consejo de administraci¨®n y reparto del mercado. La llamada Comisi¨®n se reuni¨® por primera vez en 1931. Empez¨® entonces una ¨¦poca de oro que termina entre los setenta y ochenta, con leyes letales contra ellos y oleadas de arrepentidos.
Los mafiosos sicilianos nunca respetaron mucho a sus primos americanos, les ve¨ªan como nuevos ricos que perd¨ªan peligrosamente las formas. Estaban encantados de conocerse, se llamaban a s¨ª mismos goodfellas o wiseguys, buenos chicos o chicos listos. La ostentaci¨®n, la visibilidad y la vida social les parec¨ªan un error estrat¨¦gico, adem¨¢s de poco serio. El tiempo les dio la raz¨®n. El declive de las Cinco Familias comienza cuando dejan de ser un secreto. Desde los a?os veinte, el pa¨ªs conoc¨ªa a capos temibles y la violencia de las bandas, pero no es hasta finales de los cincuenta cuando el FBI admite que la Mafia existe. Entonces ten¨ªan a 400 agentes dedicados a combatir el comunismo, era la Guerra Fr¨ªa, y solo a cuatro contra el crimen organizado.
El declive de las Cinco Familias comienza cuando dejan de ser un secreto.
La verdad sobre la Mafia italoamericana empieza a desvelarse en 1950 con la comisi¨®n de investigaci¨®n Kefauver del Senado; sigue en 1957 con la gran redada de Apalachin en plena cumbre mafiosa, y se remata en 1963 con el primer libro de memorias de un capo, Nick Gentile, y, sobre todo, con el primer arrepentido de Cosa Nostra, Joe Valachi. Descubri¨®, por ejemplo, esa misma denominaci¨®n, Cosa Nostra, y que hab¨ªa cinco familias. La pel¨ªcula El Padrino, de 1972, donde los cinco clanes aparecen con apellidos ficticios (Corleone, Tattaglia, Barzini, Cuneo y Stracci), retrata una ¨¦poca en su momento culminante antes de que se derrumbe, y de forma est¨¦ticamente idealizada, en el punto m¨¢s alejado de aquel tal Morello desarrapado, tullido y muerto de hambre. La degeneraci¨®n de la Mafia italoamericana no se ha debido solo a operaciones policiales. Como en las grandes empresas familiares, a menudo los hijos y nietos de los fundadores no han sabido estar a la altura, lo ten¨ªan todo hecho. El alejamiento de la tradici¨®n y las ra¨ªces ha causado crisis de identidad o ha terminado en caricatura. Bill Bonanno, el segundo mafioso en contar su vida ¨Cen el libro Honrar¨¢s a tu padre, de Gay Talese, publicado en 1971¨C, reflejaba el conflicto entre un trabajo y un modo de vida heredado y su deseo de ser un americano normal. Por otro lado, el que fue el ¨²ltimo capo medi¨¢tico al viejo estilo, John Gotti, de los Gambino, de trajes caros y adorado por las revistas, parec¨ªa sacado de un filme de Scorsese. Falleci¨® en 2002 en la c¨¢rcel tras 12 a?os entre rejas, y su sucesor, su hijo John Gotti Jr., ha pasado a la historia de la Mafia como el capo m¨¢s tonto de las Cinco Familias. Le pillaron incluso con una lista de los miembros de la organizaci¨®n. Le llamaban dumbfella (dumb es tonto), muy lejos de los chicos listos. La perspectiva de pudrirse en prisi¨®n ha desanimado a muchos de creer que eso es el ¨¦xito. El capo m¨¢ximo del clan Bonanno, Joseph Big Joey Massino, acab¨® con micr¨®fonos en el pecho y grabando a sus propios hombres hace poco m¨¢s de 10 a?os.
Pero es que adem¨¢s hab¨ªa competencia: no solo es que los capos quisieran ser cada vez m¨¢s empresarios, es que el propio capitalismo se ha vuelto cada vez m¨¢s mafioso. Eso viene a decir Scorsese en El lobo de Wall Street, haciendo una de sus pel¨ªculas mafiosas con altos ejecutivos, y no se nota la diferencia. Entretanto, las Cinco Familias han terminado pasto del famoseo y como subproducto televisivo. La hija de Gotti, Victoria Gotti, apodada Mafia Princess, meti¨® c¨¢maras en su mansi¨®n y protagoniz¨® un reality con sus tres hijos que se llam¨® Growing the Gotti. Pero peor a¨²n ha sido Mob Wives, otro con mujeres e hijas de mafiosos, una apoteosis garrula de abrigos de pieles, b¨®tox y peleas con pitidos constantes para tapar insultos. Les organizaron un debate en la campa?a electoral y casi todas admiraban a Trump: dec¨ªan que es fuerte, tiene pelotas y es un hombre de negocios de ¨¦xito. Un modelo muy familiar. Menos Karen Gravano, de la familia Gambino, 365.000 seguidores en Twitter, que dijo: ¡°Votar¨ªa antes por el jodido Al Capone¡±.
De todos modos, nunca hay que distraerse. Tras el 11-S pas¨® lo mismo que en la Guerra Fr¨ªa: los agentes del FBI contra el terrorismo subieron a 400 y los de crimen organizado se quedaron en 20 o 30. La Mafia parec¨ªa acabada, pero ha habido algunas operaciones que lo desmienten. La ¨²ltima, el pasado verano, con 46 arrestos en cuatro de las cinco familias. Tambi¨¦n fue detenido el nieto de John Gotti de 23 a?os, que se llama igual. Se dedicaban a poca cosa respecto a los buenos tiempos, al contrabando de cigarrillos, apuestas ilegales de caballos y estafas. Ten¨ªan restaurantes, segu¨ªan quedando en gasolineras de autopistas, haciendo lo que saben hacer, volviendo a empezar desde abajo una y otra vez.
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