Enso?aciones

Es de sobra conocida (pero debemos recordarla de vez en cuando) la admirada exclamaci¨®n que arranc¨® a un at¨®nito Josep Pla la colosal iluminaci¨®n de los rascacielos de Manhattan: ¡°Y todo esto, ?qui¨¦n lo paga?¡±.

Los pobres y los de medio pelo tendemos a so?ar que las cosas se pagan a s¨ª mismas, del mismo modo que el Creador alimenta a las avecillas del campo. Tambi¨¦n es de sobra conocida la famosa frase de la miembra socialista que ante una reclamaci¨®n judicial se justific¨® aclarando que el dinero p¨²blico no era de nadie. Enso?aciones de pobres y de medio pelo. El dinero siempre es de alguien. En general, de otro.

De modo que algunas construcciones car¨ªsimas parece que se van a pagar solas, como la independencia de Catalu?a, pero no, la estamos pagando los espa?oles. Sobre todo, los pobres y los de medio pelo. Del mismo modo que pagamos a la madre de la independencia, Convergencia y Uni¨®, mediante un 3% cari?osamente sustra¨ªdo de nuestros bolsillos. Enti¨¦ndase: se lo birlan a los constructores, pero estos caballeros saben que repercutir un 3% en el precio final es algo perfectamente honrado.

El asunto empieza a ser turbador cuando nos percatamos de que tambi¨¦n pagamos la totalidad de los partidos espa?oles, menos los reci¨¦n llegados, v¨ªa subvenci¨®n y pudrici¨®n. Las m¨²ltiples corrupciones que han situado a nuestro pa¨ªs junto a Ruman¨ªa en t¨¦rminos de honradez p¨²blica nacen de la cleptocracia de los partidos.

Podr¨ªa resolverse mediante una financiaci¨®n que pesara exclusivamente sobre los cargos, militantes y votantes de cada formaci¨®n, y no sobre los desvalidos contribuyentes. Pero para que eso fuera as¨ª lo tendr¨ªan que votar los partidos. Que es como pedir a los cerdos que se suiciden para ahorrarnos la matanza.