Instintos primarios
Los partidos, siguiendo el instinto de los tiempos, incrementan la legitimidad popular de sus l¨ªderes, permitiendo la participaci¨®n de militantes o incluso simpatizantes en su elecci¨®n
La pol¨ªtica espa?ola est¨¢ calmada, pero los partidos andan revueltos. No es que no se pongan de acuerdo en qui¨¦n debe liderarlos. Es un problema m¨¢s profundo. No se ponen de acuerdo en el m¨¦todo de elecci¨®n de sus l¨ªderes. Y, a largo plazo, ninguna instituci¨®n sobrevive sin un mecanismo consensuado para reemplazar a sus ¨¦lites.
Se discute sobre la conveniencia y el dise?o de las primarias. Una piedra en los zapatos de todos los partidos, incluido el PP. Porque las primarias son la etiqueta de modernidad de los partidos. El term¨®metro que indica su nivel de democracia interna.
Pero c¨®mo elegimos a los l¨ªderes ¡ªmediante votos o dedazos¡ª es solo una parte de la democracia. Tan o m¨¢s importante es c¨®mo los controlamos una vez entronados. Ir¨®nicamente, la consecuencia de las primarias y el dedazo en Espa?a es id¨¦ntica: un poder discrecional para el ganador. Quien gana est¨¢, de iure o de facto, empoderado para remodelar la estructura y estrategia del partido.
Esto envenena las primarias. El militante no solo vota al mejor candidato para unas elecciones, sino al padrino o madrina que puede decidir su futuro en el partido. Se inicia as¨ª un juego de adhesiones, expl¨ªcitas como el abrazo de Vergara o sutiles como una fiesta de m¨¢scaras donde no quieres que sepan con qui¨¦n est¨¢s bailando. Se intercambian deudas y deslealtades que un d¨ªa se cobrar¨¢n. Las primarias dejan de ser enfrentamientos de candidatos para convertirse en contiendas entre facciones sinuosas.
Construir una democracia, en un pa¨ªs o en un partido, no es f¨¢cil. Hay que equilibrar una elecci¨®n abierta de los l¨ªderes con un control cerrado de sus acciones. El desequilibrio, en un sentido o en otro, lleva a la arbitrariedad.
Con lo que, si los partidos, siguiendo el instinto de los tiempos, incrementan la legitimidad popular de sus l¨ªderes, permitiendo la participaci¨®n de militantes o incluso simpatizantes en su elecci¨®n, deben correspondientemente aumentar los contrapesos internos. Cuanta m¨¢s autoridad tiene una figura, m¨¢s vigilada debe estar. Es la f¨®rmula secreta de las instituciones democr¨¢ticas: controlar los instintos democr¨¢ticos. @VictorLapuente
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