Asistentes de estrellas, gestores de man¨ªas y de egos
De los extravagantes requisitos del actor Rob Lowe a los pleitos de Naomi Campbell y Lady Gaga con sus ayudantes
¡°?Hay alguna raz¨®n por la que no est¨¦ mi caf¨¦ aqu¨ª? ?Ella se ha muerto o algo?¡±. Con ese desprecio hablaba Meryl Streep como la d¨¦spota Miranda Priestly sobre si su asistente, una agobiada Anne Hathaway, no hubiera aparecido a tiempo con su caf¨¦ matutino. El diablo viste de Prada, adem¨¢s de sacarle los colores al mundo de la moda, mostr¨® al gran p¨²blico la penosa vida de una asistente profesional. Pero, comparado con las historias reales que se filtran a veces, la pel¨ªcula se quedar¨ªa corta.
La ¨²ltima en conocerse ha sido la de Rob Lowe. El actor salt¨® estos d¨ªas a los titulares despu¨¦s de que se filtrara su exigente oferta de trabajo en la que buscaba a un asistente que se adelantara a sus deseos, supiera si quer¨ªa ¡°el jacuzzi caliente o un masaje¡±, o qu¨¦ querr¨ªa cenar si llegaba tarde a casa¡ Aunque algo exagerada, la oferta parec¨ªa bastante est¨¢ndar y el sueldo que anunciaba, 70.000 d¨®lares (unos 65.000 euros), era superior a la media de los salarios de estos trabajadores en Hollywood, que est¨¢ alrededor de los 55.000 euros anuales.
Los asistentes personales de famosos son profesionales altamente cualificados. Todos tienen t¨ªtulos universitarios, m¨¢sters y, por supuesto, destacan por sus habilidades organizativas. Tienen que estar preparados para todo. Desde pasear con ellos por el centro comercial a organizar la fiesta de cumplea?os de sus hijos, leer sus guiones o comprarles la ropa interior.
Harrison Cheung, la asistente de Christian Bale, desvel¨® todos sus secretos en un lucrativo libro, en el que cont¨® que ten¨ªa incluso que comprobar el olor de las axilas del actor antes de que posara en las alfombras rojas. Al final, cuando se despidi¨® necesit¨® cinco a?os de terapia para superar el ¡°estr¨¦s postraum¨¢tico¡± de trabajar bajo sus ¨®rdenes.
En otros casos, la relaci¨®n entre famosos y sus asistentes ha acabado en los juzgados. Como el abuso f¨ªsico de Naomi Campbell, aficionada a lanzar m¨®viles a sus empleadas. O como le ocurri¨® a Lady Gaga, cuya asistente, Jennifer O¡¯Neill, la acab¨® denunciando para que le pagara las 7.000 horas extras que hab¨ªa trabajado en 13 meses.
¡°Dir¨ªa que trabajaba entre 12 y 14 horas al d¨ªa, quiz¨¢ m¨¢s. Hab¨ªa noches que dorm¨ªa en mi coche o en el sof¨¢ de la oficina un par de horas porque no me daba tiempo de ir a casa y volver¡±, explica Lauren Taylor de su primera experiencia como asistente, trabajando para una famosa productora de Hollywood.
Por suerte, despu¨¦s tuvo mejores jefes. No todas las estrellas abusan de su empleado f¨ªsica o emocionalmente. Pero siempre, en cualquier caso, la relaci¨®n que se genera entre ambos es muy particular porque la l¨ªnea entre profesionalidad y amistad se desdibuja enseguida. Kristen Stewart, que interpret¨® a la asistente de Juliette Binoche en Viaje a Sils Maria, lo reconoc¨ªa as¨ª: ¡°Ser actriz puede ser tan solitario que acabas contratando a alguien [como ayudante] para tener amigos¡±.
¡°Yo s¨¦ m¨¢s de mi jefe que cualquier otra persona, probablemente incluso m¨¢s que sus parejas, pero no somos iguales¡±, confirma Taylor. Saben tanto que por eso podr¨ªan ser capaces de adelantarse a sus deseos, como exige Rob Lowe. Y, por eso, tienen que firmar estrictos acuerdos de confidencialidad. ¡°Las conexiones y la cercan¨ªa que tienes a gente y eventos importantes en Hollywood es lo mejor del trabajo. Cuando eres asistente de gente de clase A, tienes acceso a sus vidas. Sus fiestas, los pases de los Oscars, volar gratis¡¡±, explica Taylor. Si cumplen, son profesionales, casi siempre, respetados que pasan de un famoso a otro hasta que ascienden al trabajo que de verdad buscaban en la industria. O, simplemente, acaban pasando una vida juntos, como Angel, la ayudante que ha tenido George Clooney durante 20 a?os.
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