Ernestina van de Noort, la m¨¢s flamenca de Holanda
T ODO EMPEZ? con Carmen, la pel¨ªcula de Carlos Saura que en 1983 mezcl¨® flamenco y ¨®pera en su versi¨®n del drama de Prosper M¨¦rim¨¦e. A la holandesa Ernestina van de Noort le conmovi¨® e intrig¨® a partes iguales la reacci¨®n visceral provocada por lo que califica de arte vivo contempor¨¢neo. ¡°Una danza y un cante que no dejan indiferente a nadie porque engloban todas las contrariedades de la vida: desde el abismo m¨¢s profundo a la alegr¨ªa total¡±. El flechazo fue irresistible y a?adi¨® el zapateado al ballet y el jazz que ya bailaba desde ni?a. ¡°La cultura del flamenco me cambi¨® la vida, pero si algo he intentado desde entonces es huir de los t¨®picos. Es mucho m¨¢s que la bata de lunares, que me encanta, por otro lado. Es un arte esc¨¦nico serio, y para introducirlo en Holanda, donde solo se programaba cl¨¢sico, danza moderna o de otros continentes, he tenido que combatir esos prejuicios. Conquistar, literalmente, a due?os de teatros, patrocinadores y al p¨²blico, claro¡±.
pulsa en la fotoVan de Noort, junto a la cantaora Roc¨ªo M¨¢rquez, durante una prueba de sonido.MARC DRIESSEN
Fundadora y directora desde 2006 de la Bienal de Flamenco de los Pa¨ªses Bajos, que en su sexta edici¨®n, clausurada hace un par de semanas, arroja la cifra r¨¦cord de 20.000 espectadores. Gente de todas las edades, muchos de los cuales se sientan con una educada curiosidad y acaban ovacionando en pie a la cantaora Roc¨ªo M¨¢rquez; las bailaoras Sara Cano, Roc¨ªo Molina o Isabel Bay¨®n; los guitarristas Pepe Habichuela, Alfredo Lagos; las palmas de Jos¨¦ Manuel Ramos, El Oruco, o bien al instrumentalista Alfonso Aroca, que lleva los ritmos flamencos al teclado. Ernestina los conoce a todos y no para. Los recibe, escucha y sigue su trabajo a lo largo del a?o (¡°soy una mani¨¢tica del control¡±, dice) y no descansa hasta o¨ªr por fin el liberador clap, clap de los aplausos. En La Haya, cuando Isabel Bay¨®n descendi¨® entre el p¨²blico con un leve zapateado, luego vertiginoso en el escenario, un patio de butacas rebosante que no esperaba vanguardismo contuvo el aliento al verla girar y girar con Dju-Dju, la coreograf¨ªa de Israel Galv¨¢n. Fue estrenada en la ¨²ltima Bienal de Sevilla, donde result¨® pol¨¦mica. ¡°Incluso hubo cr¨ªticos que pensaron que se desviaba del flamenco cl¨¢sico. Para m¨ª, sin embargo, resulta apasionante c¨®mo esa ruptura de los c¨¢nones puristas mantiene la esencia del verdadero flamenco. Por eso lo mezclo con m¨²sicos del norte de ?frica, Oriente Pr¨®ximo y los Balcanes¡±.
¡°Los holandeses est¨¢n muy apegados a sus agendas. Hay que conmoverlos. Y el flamenco es cat¨¢rtico¡±.
Sentada en el Zuiderstrandtheater, plantado en el distrito costero de La Haya, Van de Noort atiende el tel¨¦fono, se viste de negro con un solo adorno dorado en los zapatos ¡°para no llamar la atenci¨®n en un entorno tan vistoso¡±, posa para las fotos y no puede sustraerse de las voces y palmas que llegan del camerino contiguo. Dju-Dju?est¨¢ en pleno ensayo. Si pudiera, se desdoblar¨ªa para atender a todos sus interlocutores a la vez. La verdad es que nada hac¨ªa pensar que una traductora de ingl¨¦s y franc¨¦s, licenciada luego en Filolog¨ªa Hisp¨¢nica, acabar¨ªa con tacones y citando al antrop¨®logo franc¨¦s Claude L¨¦vi-Strauss, y hasta al fil¨®sofo Friedrich Nietzsche, en sus peticiones de fondos a sus compatriotas. ¡°Puedes hablar del duende y recordar lo bonitos que son los faralaes, pero hay que ponerse en el lugar del que te financiar¨¢ el espect¨¢culo. Si solo escribo que el flamenco es visceral, me quedo en el casillero de las m¨²sicas del mundo. Si recuerdo a Garc¨ªa Lorca y su menci¨®n a Goethe cuando, al hablar de Paganini, llama al duende ¡®un poder misterioso que todos sienten y que ning¨²n fil¨®sofo explica¡¯, entonces, capto la atenci¨®n del patrocinador¡±.
Valdr¨ªa la pena echar un vistazo a estas peticiones, porque, a estas alturas, la lista de apoyos ocupa una p¨¢gina entera del programa y es transversal, en el sentido menos pol¨ªtico del t¨¦rmino. Desde el Fondo para el Arte, y la Bienal de Cello, de ?msterdam, a los diarios De Volkskrant y Het Parool, el Fondo Cultural Pr¨ªncipe Bernardo o la cadena NH de hoteles. Otros, como el Ministerio de Cultura espa?ol, el Instituto Andaluz del Flamenco y la Embajada espa?ola y el Instituto Cervantes en Holanda, pueden resultar obvios, ¡°pero para m¨ª lo que cuenta es el conjunto¡±. ¡°Entiendo el flamenco como algo cl¨¢sico y rompedor a la vez. Es un t¨®pico, lo s¨¦, pero el baile y la m¨²sica son algo m¨¢s que una v¨¢lvula de escape. Te hacen sentir humano y combatir las penas, y me gustar¨ªa que el p¨²blico percibiera esa fuerza. Porque los holandeses est¨¢n demasiado apegados a sus agendas y hay que sacarlos de quicio y conmoverlos. Y el buen flamenco, y solo hay bueno o malo, es cat¨¢rtico¡±.
Poco antes del espect¨¢culo, Isabel Bay¨®n mueve un sombrero amarillo sin perder el ritmo del taconeo. En realidad, al son de los tacones, mientras Francisco Contreras, Ni?o de Elche canta. Desde la tramoya del teatro, la escena roza lo m¨¢gico. Y la sonrisa de Ernestina se convierte en un modelo de contenci¨®n: si pudiera, se arrancar¨ªa a bailar con ella.
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