Poliamor, la ¨²nica poligamia feminista
Las relaciones poliamorosas incluyen a la mujer como pol¨ªgama
La poliginia es la poligamia masculina. Cuando es una ¨²nica mujer con varios hombres se llama poliandria. En medio centenar de estados encontramos la primera. La segunda, apenas en tres lugares del planeta.
La mujer est¨¢ supeditada al hombre. Lo sabemos y lo sufrimos. Nuestra sociedad es una sociedad machista, en la que el m¨¢s m¨ªnimo logro se ha conseguido a base de sufrimiento, dolor y mucho, mucho trabajo. En sexualidad no ¨ªbamos a ser menos. Nuestras abuelas y madres practicaron el sexo anal como control de natalidad. Eso o ten¨ªan todos los hijos que les mandara el Se?or, que para eso estaba la santa madre Iglesia dispuesta a acogerlos en sus filas, que no criarlos. La otra opci¨®n era dejar languidecer su vida sexual. No hab¨ªa otra. La nula educaci¨®n sexual, el concepto de "esposa" promulgado por el franquismo y la fuerza del Opus Dei en nuestro pa¨ªs no dejaban mucho margen. Y hasta 1978 nadie se atrevi¨® a ayudarnos.
Esto es lo ocurrido en Espa?a. En el resto de pa¨ªses (civilizados) no ha sido igual, pero la mujer siempre est¨¢ por detr¨¢s del hombre. Y con el sexo, m¨¢s. La poligamia est¨¢ presente en cincuenta y ocho estados del planeta, incluyendo los grup¨²sculos diseminados por pa¨ªses donde no es legal. O s¨ª es legal, pero solo en determinados estados y est¨¢ mal vista. Lo de una mujer viviendo con varios hombres es casi una an¨¦cdota.
Una sexualidad no convencional ha sido la primera en amparar la poliandria. Hasta ahora, solo algunas tribus indias, otras de Sri Lanka y unas cuantas sociedades tibetanas contemplan la posibilidad de que una ¨²nica mujer tenga a su alrededor un buen repertorio de machos. Pero las cosas est¨¢n cambiando. Y ocurre cuando una llega con su santo co?o y dice que tiene una relaci¨®n poliamorosa. Es decir, en su cama entran varios hombres pero tambi¨¦n en su coraz¨®n. En una relaci¨®n poliamorosa existe afectividad; existe un compromiso que la sustenta. Todos los implicados son conscientes de las reglas de su compromiso. Nadie enga?a a nadie. Y no se tienen que querer y desear en la misma desbordante proporci¨®n. Todos forman parte de esa relaci¨®n, pero no todos tienen sexo entre ellos; simplemente se respetan. Perm¨ªtanme que vuelva a insistir en la necesidad de echar mano del libro ?tica Promiscua de Dossie Easton y Janet W. Hardy, fabulosamente traducido por Miguel Vagalume, quiz¨¢s la persona m¨¢s honesta en esto de las relaciones no mon¨®gamas. Para los que tengan curiosidad, que se acerquen a la Universidad Camilo Jos¨¦ Cela el pr¨®ximo 11 de marzo. Vagalume impartir¨¢ una clase como profesor externo en el M¨¢ster de Sexolog¨ªa.
El poliamor ha permitido que la promiscuidad no sea solo masculina. Y las nuevas generaciones, empiezan a entender que el amor rom¨¢ntico no tiene por qu¨¦ ser la panacea de las relaciones amorosas. La honestidad y la libertad para amar a quien queramos son la base del nuevo amor. Me parece de por s¨ª un triunfo que con menos de veinticinco a?os, una mujer tenga claro qu¨¦ no quiere en su relaci¨®n de pareja y lo cuente en YouTube tan ricamente para que otros muchos de su edad se enteren.
El respeto al amor propio y al ajeno son la clave de este tipo de relaciones no mon¨®gamas. Y por alguna raz¨®n que se me escapa, nadie nos educa para que podamos contemplar siquiera esta posibilidad. En la Universidad de Co¨ªmbra, se desarrolla desde hace dos a?os y medio el proyecto INTIMATE en el que participan investigadores de toda Europa. Coordinados por la soci¨®loga Ana Cristina Santos, investigan las micropol¨ªticas de la intimidad en los pa¨ªses del Sur de Europa (Portugal, Espa?a e Italia). Pablo Navarro es uno de los integrantes en el equipo y hablamos con ¨¦l en Contigo Dentro. La monogamia la impone el propio estado: "El estado ha asumido el papel que tradicionalmente ten¨ªa la iglesia a la hora de santificar determinados modelos de relaci¨®n.? Las pol¨ªticas de austeridad son la fuerza normalizadora a favor de la monogamia institucionalizada. Raz¨®n de m¨¢s para preguntarnos de qu¨¦ maneras se puede reorganizar la relaci¨®n del estado con la esfera de la intimidad y con la diversidad relacional".?
Como se enteren los de Hazte O¨ªr, prep¨¢rense. Si ya diseminan su odio contra todo lo que no sea heterosexual, heteropatriarcado y mon¨®gamo, ver¨¢n cuando sepan que lo mismo las mujeres empezamos a exigir que se contemple la posibilidad de que amemos, queramos y follemos con varios hombres.
Lo mismo tenemos suerte e implosionan.
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