?Qui¨¦nes escriben los discursos de los pol¨ªticos?
DETR?S DE las grandes figuras pol¨ªticas, hay orfebres de las palabras, alba?iles de discursos, forjadores de conceptos, fabricantes de revestimientos intelectuales que, en ocasiones, llegan a acu?ar ideas-fuerza o im¨¢genes poderosas llamadas a perdurar. Y es que no todas las palabras de los discursos, m¨ªtines y conferencias pol¨ªticas se las lleva el viento de la historia; algunas contin¨²an en nuestra memoria porque crearon huella en contextos singulares y conservan el sentido decenios despu¨¦s. Ah¨ª est¨¢ la enso?aci¨®n de Martin Luther King: ¡°Sue?o que mis cuatro hijos vivir¨¢n un d¨ªa en una naci¨®n donde ser¨¢n juzgados no por el color de su piel, sino por su car¨¢cter¡±; la descarnada confesi¨®n de Winston Churchill ante el Parlamento brit¨¢nico: ¡°No tengo nada que ofrecer sino sangre, esfuerzo, l¨¢grimas y sudor¡±; la reconvenci¨®n de John F. Kennedy: ¡°No preguntes lo que tu pa¨ªs puede hacer por ti; pregunta lo que t¨² puedes hacer por tu pa¨ªs¡±; la exhortaci¨®n de Ronald Reagan a Mija¨ªl Gorbachov ante la puerta de Brandeburgo: ¡°Derribe ese muro¡±.
Son frases-sentencia que han quedado indefectiblemente asociadas a quienes las pronunciaron. Aunque, en realidad, casi ninguna de ellas naci¨® de sus mentes ni cobr¨® forma en sus manos. Ennoblecieron y encumbraron a esas personalidades, a veces de forma inmerecida, pero fueron creadas por escritores especializados en discursos. Las im¨¢genes de la serie House of Cards que muestran a Frank Underwood (Kevin Spacey) construyendo laboriosamente su arenga presidencial resultan improbables dado que las celebridades pol¨ªticas carecen del tiempo material suficiente para hacer frente a sus m¨²ltiples compromisos discursivos y, a menudo, tampoco poseen las cualidades necesarias. Eso no significa que carezcan de talla pol¨ªtica. Hay buenos pol¨ªticos poco cultivados y torpes de expresi¨®n, de la misma manera que existen p¨¦simos gobernantes que disponen del ¡°poder ret¨®rico¡±. De hecho, ni Adolfo Su¨¢rez escrib¨ªa ¨Csus mejores frases salieron de la pluma de Fernando ?nega¨C ni tampoco lo hac¨ªa John F. Kennedy.
Pensemos en nuestro pa¨ªs y en las intervenciones p¨²blicas del Rey, el presidente del Gobierno, los ministros y altos cargos institucionales, los l¨ªderes pol¨ªticos y hasta los alcaldes de los grandes municipios. Lo habitual es que supervisen los borradores que les presentan y, en todo caso, efect¨²en alg¨²n retoque o modificaci¨®n. ?Saben los espa?oles que ninguno, pr¨¢cticamente, de los discursos y manifestaciones pol¨ªticas de alcance que han escuchado a lo largo de su vida fueron construidos por quienes los pronunciaron? Desde el ¡°Puedo prometer y prometo¡± de Adolfo Su¨¢rez en la Transici¨®n hasta el ¨²ltimo discurso de Navidad del rey Felipe, pasando por ¡°Lo siento mucho. Me he equivocado. No volver¨¢ a ocurrir¡± del rey Juan Carlos tras su cacer¨ªa en Botsuana; el ¡°V¨¢yase, se?or Gonz¨¢lez¡±, ¡°Espa?a va bien¡± de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar; ¡°No estamos tan mal¡± de Rodr¨ªguez Zapatero en el congreso del partido que le aup¨® a la secretar¨ªa general del PSOE; ¡°la ni?a de Rajoy¡±, y ¡°asaltar los cielos¡± de Pablo Iglesias.
?Qui¨¦nes son estos escritores, denominados negros, en el argot literario espa?ol, log¨®grafos, como prefieren ser llamados los actuales fabricantes de discursos, ghostwriter (escritor fantasma) o speechwriter (escritor de discursos) en el habla anglosajona, que adaptan su talento y genio creativo para ponerse en la piel de los dirigentes pol¨ªticos y mimetizarse en sus pensamientos? ?Y qui¨¦n es el verdadero creador del discurso? ?El que lo escribe o el que lo pronuncia con ligeras modificaciones o sin ellas? Aunque se trata de un secreto a voces, muchos de los pol¨ªticos de nuestro pa¨ªs, y de latitudes geogr¨¢ficas o culturales-ling¨¹¨ªsticas cercanas, reaccionan con aprensi¨®n ante la posibilidad de que se conozca a sus suministradores de palabras.
¡°aplicamos el m¨¦todo teatral que practicaban los antiguos griegos. ESTO ES UN ARTE. NO SE IMPROVISA¡±, DICE UN ASESOR.
¡°Si le indicara para qu¨¦ pol¨ªticos he trabajado, dejar¨ªan de solicitar mis servicios¡±, se?ala el asesor de comunicaci¨®n David Redoli. ¡°Prefiero no hablar. A los pol¨ªticos para los que he trabajado les molestar¨ªa que se supiera que ellos no escrib¨ªan sus discursos¡±, indica otro log¨®grafo en activo. El tab¨² persiste, como si admitir estas ayudas resultara vergonzante, algo que conviene mantener en la penumbra, no vaya a socavar el cr¨¦dito, la capacidad y posici¨®n del personaje. Al contrario de lo que ocurre en el mundo anglosaj¨®n, estos asesores viven entre nosotros bajo la sombra del anonimato, sin aplauso ni reconocimiento p¨²blico y hasta negados en su existencia.
?Alguien conoce al escritor de discursos de Felipe VI que m¨¢s se prodiga en las intervenciones ordinarias? Se llama Frigdiano ?lvaro Dur¨¢ntez Prados, tiene 47 a?os, es doctor en Ciencias Pol¨ªticas y autor de varios trabajos sobre la creaci¨®n de un espacio de ¡°paniberismo¡± multinacional de los pa¨ªses de lenguas ib¨¦ricas u originarias de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica. En La Moncloa, donde se supervisan previamente los textos que lee el Monarca, se elogian los escritos que env¨ªa La Zarzuela, pero se niegan a desvelar la identidad del ¡°joven y cultivado¡± asesor del Rey. ¡°Los textos de la Casa Real suelen estar impecablemente escritos¡±, afirma Jorge Moragas, director del Gabinete de Presidencia del Gobierno. ¡°Casi nunca requieren de enmiendas, solo en contadas ocasiones les hacemos alguna sugerencia¡±. Frigdiano ?lvaro Dur¨¢ntez apunta: ¡°Solo soy un asesor m¨¢s, este es un trabajo de equipo. El Rey es un hombre extraordinario, con conciencia y amplios conocimientos. Los discursos son suyos, ¨¦l no necesitar¨ªa que se los elaboraran¡±.
En Estados Unidos es bien sabido que el actual guionista de Hollywood Jon Favreau ha sido uno de los colaboradores m¨¢s preciados de Barack Obama. Nadie duda de que el historiador y fil¨®sofo Arthur Schlesinger y el abogado Ted Sorensen agrandaron la figura de John Fitzgerald Kennedy. Y que la periodista brit¨¢nica Charlie Fern escribi¨® para George W. Bush esta promesa incumplida: ¡°Lean mis labios; no m¨¢s impuestos¡±. A nadie se le escapa al otro lado del charco que la tambi¨¦n periodista Margaret Ellen Noonan, Peggy, dio a Ronald Reagan los p¨¢rrafos m¨¢s notables de sus intervenciones. Y en latitudes m¨¢s cercanas, Philip Collins, periodista y ejecutivo de banca, cuenta en conferencias sus a?os como asesor de discursos del expremier brit¨¢nico Tony Blair; es de dominio p¨²blico que Michael Dobbs, el autor de House of Cards, escribi¨® precisamente para Margaret Thatcher discursos que la Dama de Hierro no siempre apreci¨®; o que el diputado Henri Guaino es el autor de la pol¨¦mica frase ¡°?frica no ha entrado en la historia¡± que el expresidente de la Rep¨²blica Francesa Nicolas Sarkozy pronunci¨® en Dakar.
Guaino no ha sido el ¨²nico asesor capaz de arruinar un discurso pol¨ªtico. Basta recordar los ¡°miembros y miembras¡± de Bibiana A¨ªdo y los ¡°hilitos con aspecto de plastilina¡± que seg¨²n Mariano Rajoy, entonces portavoz del Gobierno, sal¨ªan del petrolero Prestige cuando se hundi¨® en 2002 tras partirse en dos frente a la costa gallega. Los desaciertos y errores parecen avalar la tesis de que el autor ¨²ltimo del discurso es quien lo asume como propio y lo pronuncia a riesgo de ser penalizado con el descr¨¦dito.
¡°No soy el autor del optimismo antropol¨®gico de ZP [Jos¨¦ Luis Ro?dr¨ªguez Zapatero, expresidente del Gobierno]: hay cr¨ªmenes que cometen los negros y otros que cometen los jefes de los negros¡±, bromea el diputado Jos¨¦ Andr¨¦s Torres Mora. ¡°El c¨®digo de los negros establecido en Espa?a nos impide aparecer. Est¨¢ muy mal visto que hablemos. Si lo haces, te machacan llam¨¢ndote engre¨ªdo y vanidoso, mientras que el negro de Bill Clinton publica un libro con sus discursos y a todo el mundo le parece normal. Aqu¨ª se supone que los pol¨ªticos tienen que saber y hacer de todo¡±. A juicio de Torres Mora, est¨¢ claro a qui¨¦n corresponde la autor¨ªa del discurso: ¡°Yo no puedo cargar con la gloria ajena. Jos¨¦ Luis dijo que yo le hab¨ªa ayudado en los discursos sobre la guerra de Irak, pero eran suyos porque las emociones eran suyas y el que se la jugaba era ¨¦l¡±.
Todos los presidentes del Gobierno han contado con escritores, aunque en el caso de Felipe Gonz¨¢lez pod¨ªa muy bien ocurrir que, fi¨¢ndose de su facilidad para la oratoria y la improvisaci¨®n, se limitara a ojear los borradores que le preparaban los polit¨®logos del partido Jos¨¦ Enrique Serrano, Julio Feo, Enrique Guerrero o el mismo Jorge Moragas, entonces asesor de protocolo de La Moncloa y ya iniciado en el campo del discurso. Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar cont¨® con los oficios del diputado Carlos Aragon¨¦s; del entonces secretario general de la Presidencia, Javier Zarzalejos; del diputado Gabriel Elorriaga; del polit¨®logo Pedro Arriola y del propio Jorge Moragas. ¡°En uno de los discursos de Aznar sobre la situaci¨®n vasca, nos inspiramos en la pel¨ªcula El Padrino III y pusimos en boca del presidente algo as¨ª como: ¡°Tienen un concepto de la pol¨ªtica como la del Padrino: piensan que la pol¨ªtica es saber cu¨¢ndo hay que apretar el gatillo¡±, recuerda Moragas. Al asesoramiento de los polit¨®logos del PSOE, Zapatero sum¨® al experto en comunicaci¨®n Miguel Barroso, a su primo y profesor de Derecho Jos¨¦ Miguel Vidal Zapatero y a Jos¨¦ Andr¨¦s Torres Mora, entre otros.
?Y qui¨¦n le escribe a Mariano Rajoy? Nexo com¨²n circunstancial en el asesoramiento de tres presidentes, Jorge Moragas rompe ahora con el tab¨² de la reserva y se?ala a los periodistas Ignacio Peyr¨®, Jos¨¦ Ram¨®n Barros y Jos¨¦ S¨¢nchez Arce. Conforman la llamada ¡°unidad de discursos¡± de la Presidencia. Un equipo que reporta sus borradores al mismo Moragas y al jefe de gabinete, Abelardo Bethencourt, y estos los revisan o enmiendan. ¡°Somos una f¨¢brica de papel. Tambi¨¦n reescribimos los informes t¨¦cnicos que nos vienen de los ministerios en cuestiones sectoriales. El presidente pronuncia al a?o m¨¢s de un centenar de intervenciones a las que hay que sumar las de partido¡±, explica Moragas. A Rajoy le gusta disponer de los textos con antelaci¨®n para hacer aportaciones, especialmente en temas econ¨®micos. ¡°En eso es hasta mani¨¢tico¡±, a?ade Moragas. ¡°?El estilo de Rajoy? Nada de florituras, ni licencias po¨¦ticas; prefiere un lenguaje sencillo y claro de frases cortas, sin grandes subordinadas y con cadencias c¨®modas de lectura. En lo escrito es menos ir¨®nico y el¨ªptico, menos marianista, que en el habla¡±.
Los asesores de comunicaci¨®n del palacio de la Zarzuela saben bien que el ¨²nico discurso real que vale es el que el Monarca pronuncia efectivamente. De ah¨ª, la advertencia: ¡°?Ojo, solo tiene validez cuando lo lea!¡±, que acompa?a a los textos repartidos con antelaci¨®n. A diferencia de su padre, Felipe VI improvisa y ajusta en funci¨®n de las intervenciones que le preceden. ¡°Es meticuloso, corrige y hace anotaciones en los textos¡±, se?ala una persona vinculada a la Casa del Rey. ¡°El Gobierno no quita casi nada de sus borradores salvo en el discurso navide?o, porque ah¨ª suele pretender que el Rey pondere m¨¢s los logros y transmita mayor optimismo¡±.
La Zarzuela tiene a su disposici¨®n a los funcionarios de la Administraci¨®n del Estado y a las embajadas para recabar datos e informes, pero los discursos de enjundia y calado acostumbran a encargarse a especialistas en la materia. Francisco Tom¨¢s y Valiente, jurista asesinado por la banda terrorista ETA en 1996, y el ensayista Pedro La¨ªn Entralgo escribieron muchos discursos para la Casa Real. Como tambi¨¦n lo han hecho los presidentes de las academias de la Lengua y de la Historia; el director del Instituto Cervantes, V¨ªctor Garc¨ªa de la Concha; los diplom¨¢ticos Alberto Aza, Ricardo D¨ªez-Hochleitner y Alfonso Sanz Portol¨¦s. ¡°Hay directores de peri¨®dico y exministros que han escrito para el Rey, pero Felipe VI tiene tambi¨¦n amistades en el ¨¢mbito cinematogr¨¢fico que colaboran gustosos con ¨¦l¡±, prosigue la misma fuente. ¡°No me imagino a ninguna de esas personas pidiendo ser remuneradas; todo lo m¨¢s desear¨ªan ser distinguidos con una audiencia, una condecoraci¨®n¡±.
En paralelo, cada vez afloran m¨¢s asesores de comunicaci¨®n aut¨®nomos, como Fran Carrillo (La F¨¢brica de Discursos), Daniel Ure?a (Mas Consulting), Luis Arroyo, David Redoli o Mar¨ªa Jos¨¦ Canel. Trabajan, indistintamente, para partidos y empresas. Los pol¨ªticos espa?oles siguen primando la complicidad ideol¨®gica. ¡°Haya o no afinidad pol¨ªtica, lo importante es que el escritor conecte con el orador y sepa embellecer sus palabras, dotarlas de historia, garra y expresiones para cosechar el aplauso¡±, explica Luis Arroyo, que en su d¨ªa trabaj¨® en la campa?a triunfante de Zapatero y para la exvicepresidenta Mar¨ªa Teresa Fern¨¢ndez de la Vega. ¡°Aplicamos el m¨¦todo teatral: dos o tres actos, cuatro m¨¢ximo, y jugamos con las an¨¢foras, las aliteraciones, las ant¨ªtesis y las listas de tres ¨Cal modo ¡®Dios, patria, justicia¡¯¨C que ya practicaban los antiguos griegos. Esto es un arte. No se improvisa¡±.
Para el responsable de discurso de Podemos, Jorge Moruno, 34 a?os, asesor de Pablo Iglesias desde los tiempos en que empez¨® a darse a conocer en la televisi¨®n, el discurso pol¨ªtico es inseparable del an¨¢lisis. Moruno otorga un significado fundacional al discurso de La marcha del cambio del 31 de enero de 2015. ¡°La expresi¨®n ¡®asaltar los cielos¡¯ es de Carlos Marx y la frase ¡®hay que creer en nuestros sue?os con la obligaci¨®n de llevarlos a cabo¡¯ est¨¢ tomada de la Revoluci¨®n Francesa. ?Que si Iglesias y Errej¨®n modifican mucho los borradores que les pasamos? Son buenos comunicadores, revisan e incorporan sus cosas¡±.
Jos¨¦ Luis Zubizarreta fue asesor del lehendakari vasco Jos¨¦ Antonio Ardanza y hace honor al principio de que la grandeza de un discurso debe sostenerse en los valores, apuntar alto y llegar al coraz¨®n. Comparte con Ardanza el m¨¦rito de haber acu?ado conceptos hasta entonces in¨¦ditos en el nacionalismo vasco. Suyos son el razonamiento autocr¨ªtico ¡°los nacionalistas hemos cre¨ªdo que los vascos ¨¦ramos solo nosotros¡±; la aseveraci¨®n de que el problema de ETA no era un problema de Espa?a contra Euskadi, sino ¡°de vascos y entre vascos¡±; as¨ª como la declaraci¨®n ¡°de ETA nos separan no solo los medios, sino tambi¨¦n los fines¡± que abri¨® paso al Pacto de Ajuria Enea.
El exlehendakari figura en la selecci¨®n de los 100 discursos m¨¢s interesantes de la historia realizada por el historiador Antonio Rivera porque ante la Asamblea General del PNV y en el contexto del Pacto de Lizarra explic¨® que el terrorismo de ETA no era el resultado de ning¨²n conflicto, sino el fruto de una mentalidad totalitaria. Aquello supon¨ªa atacar la buscada comuni¨®n entre el PNV y el abertzalismo violento. La trayectoria de Zubizarreta viene a avalar la trascendencia de los contenidos por encima del marketing. A la satisfacci¨®n silenciosa con que los escritores de discursos ven sus palabras brotar de la boca de los pol¨ªticos, algunos pueden a?adir el galard¨®n de haber contribuido a la difusi¨®n de los valores.
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