Vulnerables frente al yihadismo
Para las sociedades occidentales son m¨¢s peligrosas las debilidades propias que las fortalezas del terrorismo
Cuando escribo estas l¨ªneas la organizaci¨®n terrorista Daesh ha perdido gran parte de Mosul, segunda ciudad de Irak donde su l¨ªder proclam¨® un nuevo califato en junio de 2014. A lo largo de 2016 el mal llamado Estado Isl¨¢mico fue perdiendo terreno en Irak, mientras en sus ¨²ltimos meses su representaci¨®n en Libia era expulsada de la ciudad costera de Sirte. En Europa, tras dos terribles a?os marcados por un incremento s¨²bito de ataques de inspiraci¨®n yihadista (m¨¢s de veinte entre 2014 y 2016; 213 v¨ªctimas mortales), se ha logrado superar los dos primeros meses de 2017 sin sufrir ning¨²n atentado de gravedad. Sin embargo, estas buenas noticias no deber¨ªan enga?arnos.
Con diferencias notables en cuanto a su potencial de impacto seg¨²n pa¨ªses y regiones, en los pr¨®ximos a?os el yihadismo seguir¨¢ comprometiendo gravemente la seguridad, la gobernabilidad y la estabilidad nacional e internacional. En algunos puntos del planeta, sobre todo en Oriente Pr¨®ximo y determinados pa¨ªses de ?frica y Asia, una nutrida militancia yihadista ayudar¨¢ a mantener activas diversas guerras internas y seguir¨¢ dificultando o poniendo en riesgo la gobernabilidad y estabilidad de varias naciones y regiones. Y all¨ª donde cuenten con menor presencia y recursos los yihadistas ensayar¨¢n nuevas tentativas de ataque de distinta envergadura dirigidos contra objetivos diversos, priorizando los escenarios desprotegidos y buscando la muerte de inocentes.
Semejante riesgo podr¨ªa verse gravemente potenciado por el fen¨®meno de los combatientes extranjeros desplazados a Siria e Irak, cuyos intentos de retornar a sus pa¨ªses de origen o residencia (m¨¢s de cien naciones diferentes) han ido aumentando en proporci¨®n a la p¨¦rdida de poder territorial del Daesh. En Europa, donde algunos ya han protagonizado varios atentados, la cifra de potenciales retornados se elevar¨ªa bastante por encima de los mil casos.
Cada nuevo atentado, sobre todo en Europa, vuelve a suscitar reacciones que solo sirven para magnificar la percepci¨®n de la amenaza
Con todo, tambi¨¦n necesitamos poner la amenaza en perspectiva. El hoy muy fragmentado y bic¨¦falo movimiento yihadista global quiz¨¢ no cuente con m¨¢s de varios cientos de miles de seguidores realmente comprometidos, m¨¢s un n¨²mero incierto de simples simpatizantes. Asimismo, las capacidades de sus organizaciones m¨¢s potentes (Daesh, Al Qaida y sus respectivas filiales) solo alcanzan para continuar ocupando temporalmente algunos territorios situados en pa¨ªses con instituciones fr¨¢giles o en conflicto y promover atentados o campa?as terroristas espor¨¢dicas en el resto de naciones donde llegue su influencia. Con estas condiciones, el da?o que el yihadismo pueda provocar a las sociedades occidentales no depender¨¢ tanto de sus limitadas fortalezas como de las debilidades de sus adversarios, que son varias.
La primera de las vulnerabilidades ajenas que favorece a los yihadistas seguramente sea la incapacidad hasta ahora mostrada por la comunidad internacional para articular un compromiso ¨²nico que permita poner fin a los diferentes conflictos armados que han sido parasitados por los yihadistas (en Siria, Irak, Libia, Yemen, Somalia, Mali, Nigeria, Afganist¨¢n). Aunque la implicaci¨®n internacional en esos conflictos es importante la divergencia de intereses y objetivos con los que cada Estado act¨²a comprometen la eficacia de la tarea pacificadora y las posteriores opciones para reconstruir los pa¨ªses afectados. Tanto en los pa¨ªses europeos como en Norteam¨¦rica una tercera vulnerabilidad podr¨ªa provenir de la deficiente cultura de seguridad de sus opiniones p¨²blicas. A consecuencia de ello cada nuevo atentado perpetrado en un pa¨ªs occidental, sobre todo en Europa, vuelve a suscitar reacciones que solo sirven para magnificar la percepci¨®n de la amenaza. As¨ª, la cr¨ªtica apresurada al dificil¨ªsimo trabajo desempe?ado por las agencias de seguridad, inspirada en la ingenua suposici¨®n de que su correcto funcionamiento bastar¨ªa para evitar cualquier ataque.
No menos perniciosa resulta la proliferaci¨®n de una variedad de explicaciones ideol¨®gicas y estereotipadas sobre ataques y amenazas, formuladas a veces con inmediata frivolidad, tan rotundas como simplificadoras, donde tanto cabe la reducci¨®n del terrorismo al absurdo patol¨®gico (?craso error!), el masoquismo euroc¨¦ntrico (¡°?qu¨¦ hemos hecho mal?¡±) o la simple explicaci¨®n en clave xen¨®foba o islam¨®foba. Finalmente, cabr¨ªa ver una tercera vulnerabilidad en el reciente ascenso de l¨ªderes demagogos y partidos populistas, constatado a uno y otro lado del Atl¨¢ntico y que podr¨ªa ir a m¨¢s en Europa, cuya predisposici¨®n a utilizar el terrorismo yihadista para tensar el clima social, demonizar a las comunidades musulmanas e incitar posibles reacciones da?inas para nuestra convivencia no ayudar¨¢n en nada a luchar contra el yihadismo, sino todo lo contrario.
La pr¨®xima vez que los yihadistas llamen a nuestra puerta o la de alg¨²n vecino convendr¨ªa recordar estas debilidades que necesitamos aprender a resolver o, como m¨ªnimo, a gestionar mejor.
Luis de la Corte Ib¨¢?ez es profesor de la Universidad Aut¨®noma de Madrid y Director de Estudios Estrat¨¦gicos e Inteligencia del Instituto de Ciencias Forenses y de la Seguridad
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