Suecia: ?para¨ªso de la igualdad?
ES MEDIOD?A y Linus Lindberg, abogado de 33 a?os, ya ha hecho todas las tareas: ha recogido la casa, ha jugado con su hijo Henri, de 13 meses, le ha dado de comer y ha fregado los platos. Luego ir¨¢ a comprar y cocinar¨¢ la cena para ¨¦l y su pareja, una psiquiatra de 35 a?os que vuelve a las seis a casa. El piso que comparten, en un silencioso barrio de bloques y parques a las afueras de Estocolmo, lo limpian entre los dos. Ella estuvo de baja los primeros meses. ?l ha terminado unas pr¨¢cticas pagadas de dos a?os y ahora, durante seis meses, pasa el d¨ªa con el ni?o y cobra del Estado una asignaci¨®n proporcional a sus ingresos. ¡°Compartir nuestro tiempo con Henri es la ¨²nica opci¨®n que contemplamos. Ser¨ªa muy raro que solo ella se quedara en casa¡±, dice mientras toma en brazos al beb¨¦.
En Suecia, los permisos no son por paternidad ni por maternidad. Son parentales: 480 d¨ªas para repartir de manera flexible entre ambos, de los cuales 90 son exclusivos para la madre, y otros tantos, para el padre. Si uno de los dos no se los toma, los pierde. Es la forma que tiene el pa¨ªs de garantizar que el cuidado de los hijos no recaiga solo en ellas y es una de las medidas que muestran por qu¨¦ es uno de los m¨¢s igualitarios del mundo. Aqu¨ª las pol¨ªticas para corregir la brecha de g¨¦nero no dependen de la voluntad de un Gobierno m¨¢s o menos progresista ni son un accesorio del Estado de bienestar, sino que son una parte estrat¨¦gica de su construcci¨®n desde hace d¨¦cadas. La conciencia de g¨¦nero est¨¢ incrustada en los s¨ªmbolos del poder pol¨ªtico ¨Cel Ejecutivo, integrado por socialdem¨®cratas y verdes, se define como feminista¨C y flota en las oficinas, en las escuelas y en los salones de las casas. Hay, sin embargo, un agujero negro: las elevadas tasas de violencia machista.
James Pearse, de 41 a?os, no conoce a ning¨²n padre que no se haya cogido la baja por cuestiones laborales o por temor a lo que piensen en su empresa. ¡°Si vas por la calle cualquier lunes por la ma?ana, ves a much¨ªsimos hombres con ni?os¡±, asegura. ?l es brit¨¢nico, tiene un negocio de publicidad y trabaja fuera de casa dos d¨ªas a la semana. El resto del tiempo cuida de Dylan, de a?o y medio, y de Lily, de cinco. ¡°En este pa¨ªs la familia es siempre m¨¢s importante que el trabajo¡±, cuenta en el barrio donde vive con su pareja, Jessica Engstrom, de 39. Ella tambi¨¦n es publicista y asegura que en las grandes compa?¨ªas suecas, como el banco para el que trabaja, hay incentivos para que los empleados cuiden de sus hijos. ¡°Completan con un 10% m¨¢s la asignaci¨®n que da el Estado cuando est¨¢s de baja. As¨ª cobras el 90% del sueldo¡±, explica.
En suecia, el gobierno es paritario y el 44 por ciento del parlamento es femenino. Tiene la tasa de empleo de mujeres m¨¢s alta y una arzobispa como primada.
Pese a que el sistema sueco empuja a los hombres a compartir la crianza, todav¨ªa son las mujeres las que utilizan el 74% de los d¨ªas de baja frente al 26% que emplean ellos. Por eso el Gobierno introdujo en 2016 la medida correctora de los 90 d¨ªas intransferibles, en vez de los 60 de a?os anteriores. ¡°En un mundo ideal¡±, dice James, ¡°coger¨ªa los mismos d¨ªas que Jessica, pero siendo aut¨®nomo, si me tomo un a?o entero, perder¨ªa a mis clientes. Necesito un m¨ªnimo contacto con ellos¡±, cuenta. No es perfecto, pero es mejor que, por ejemplo, en Espa?a, donde han vivido un tiempo. Aqu¨ª los padres hasta ahora solo han tenido dos semanas y a partir de este a?o son cuatro; en Suecia se introdujo el concepto en 1974. ¡°?La diferencia es como entre la noche y el d¨ªa!¡±, exclama ella. James lo compara con Reino Unido, donde ausentarse de una reuni¨®n porque el hijo est¨¢ enfermo o tomarse el resto del d¨ªa para ir a cuidarlo es todav¨ªa extra?o. Para los suecos es todo lo contrario.
Despu¨¦s de Finlandia, Suecia es el pa¨ªs m¨¢s igualitario de la UE y el cuarto del mundo tras Islandia, Finlandia y Noruega, seg¨²n la clasificaci¨®n anual del Foro Econ¨®mico Mundial. Si 1 es la igualdad te¨®rica social, Suecia se sit¨²a en el 0,81 ¨CEspa?a, por ejemplo, figura en el puesto 29? de la tabla, con 0,73¨C. El Ejecutivo es paritario, y el 44% del Parlamento, femenino. El pa¨ªs n¨®rdico posee la tasa de empleo de mujeres m¨¢s alta de la UE (78%) y hasta la Iglesia sueca (luterana) tiene como primada a una mujer, la arzobispa de Upsala.
Pero estos datos conviven con otro preocupante: Suecia registra uno de los mayores niveles de violencia de g¨¦nero en la UE. Es lo que dos investigadores espa?oles, el psic¨®logo social de la Universidad de Valencia Enrique Gracia y el epidemi¨®logo de la Universidad de Lund Juan Merlo, llaman la paradoja n¨®rdica. En un trabajo publicado en marzo en la revista Social Science and Medicine, utilizan de base una encuesta europea sobre violencia machista de 2014, en la que Dinamarca, Finlandia y Suecia encabezan el porcentaje de agresiones (f¨ªsicas y sexuales) a mujeres dentro de la pareja, muy por encima de la media europea. Esa encuesta es la primera en ofrecer datos comparables en el ¨¢mbito europeo, al emplear la misma metodolog¨ªa y las mismas preguntas, muy espec¨ªficas, en todos los pa¨ªses.
Asa Regn¨¦r, de 52 a?os, ministra de Igualdad, admite que, pese a la conciencia social y a las medidas correctoras impulsadas por el Estado sueco durante mucho tiempo, la violencia contra las mujeres sigue siendo una lacra. ¡°No somos un para¨ªso ni hemos alcanzado la igualdad¡±, afirma en el espa?ol que aprendi¨® en Bolivia, donde fue directora de UN Women, la rama de la ONU que trabaja por la equidad de las mujeres. ¡°Los niveles de agresiones no han bajado en la ¨²ltima d¨¦cada. En su expresi¨®n m¨¢s extrema, los asesinatos, las cifras s¨ª est¨¢n descendiendo, pero tenemos 13 muertes al a?o en un pa¨ªs de 10 millones de habitantes¡±. En Espa?a, con una poblaci¨®n de 46,5 millones, en 2016 fueron asesinadas 44 mujeres.
La ministra de Igualdad descarta que esa violencia tenga que ver con factores culturales o con la s¨®lida tradici¨®n de acogida de Suecia, donde el 20% de la poblaci¨®n es de origen inmigrante. ¡°Hay que decir que los niveles de igualdad que tenemos los hemos alcanzado con todas las personas que viven aqu¨ª¡±.
Los investigadores plantean varias l¨ªneas de trabajo para comprender qu¨¦ ocurre. La primera hip¨®tesis es que en los pa¨ªses n¨®rdicos las mujeres han logrado m¨¢s poder y eso suscitar¨ªa una reacci¨®n violenta del mundo m¨¢s r¨ªgido y machista. La segunda ser¨ªa que en estos pa¨ªses se denuncia m¨¢s, pero eso, de ser cierto, no romper¨ªa la paradoja. Otra posibilidad tiene que ver con un factor de riesgo que comparten los n¨®rdicos, y consiste en un patr¨®n de consumo de alcohol diferente al de otras regiones. ¡°No tenemos respuesta, hay que investigar¡±, afirma Gracia.
Asa Regn¨¦r cree que una de las herramientas m¨¢s efectivas para combatir la violencia contra la mujer es la pedagog¨ªa. ¡°Hemos presentado una estrategia con mucho ¨¦nfasis en la prevenci¨®n, sobre todo para trabajar con los hombres j¨®venes, dialogando con ellos sobre alternativas a la violencia¡±, explica. Tambi¨¦n acaban de poner en marcha programas de educaci¨®n en la igualdad que incluyen a los cerca de 200.000 refugiados reci¨¦n llegados a Suecia.
El combate contra el sexismo impregna la vida cotidiana de los suecos, desde la escuela a las empresas. Es una sociedad donde surgen debates como el del mansplaining, esa situaci¨®n en la que un hombre da una explicaci¨®n condescendiente y no solicitada a una mujer, a menudo sobre materias en las que ella es experta. La idea de montar una l¨ªnea de tel¨¦fono para denunciar esta pr¨¢ctica en las oficinas, aunque solo durara una semana del pasado noviembre, es un ejemplo del nivel de reflexi¨®n sobre g¨¦nero de los suecos. La impuls¨® uno de los principales sindicatos del pa¨ªs, Unionen. Christina Knight, una publicista especializada en el tema, respondi¨® a decenas de llamadas en tres d¨ªas. ¡°Muchas mujeres estaban agradecidas de que se hablara de esto. Les aliviaba saber que el mansplaining que hab¨ªan experimentado una y otra vez no eran imaginaciones o paranoias suyas; tambi¨¦n les ocurr¨ªa a otras¡±, cuenta. Por ejemplo, recuerda a una treinta?era que dec¨ªa sentirse anulada por sus jefes porque no la escuchaban. Si intentaba expresar sus iniciativas, la neutralizaban d¨¢ndole explicaciones innecesarias, o bien dici¨¦ndole que se calmara. ¡°Mi consejo fue que no abordara el asunto en grupo, sino uno a uno y que les contara c¨®mo se sent¨ªa¡±, explica Knight.
Pero no todo fue tan constructivo en este experimento telef¨®nico. El responsable de pol¨ªticas de g¨¦nero del sindicato, Peter Tai Christensen, asegura que, en las tres primeras horas de llamadas, todas las que atendi¨® fueron masculinas: ¡°Algunos estaban enfadados con la campa?a. Hubo una especie de ataque organizado contra la l¨ªnea¡±, cuenta. ¡°Otros dec¨ªan que ya se hab¨ªa logrado la igualdad, que basta ya de hablar del tema, y hubo varios que nos criticaron porque dec¨ªan que hay problemas m¨¢s importantes¡±. La campa?a del sindicato se completa con unos c¨®mics en las redes sociales. Entre el cat¨¢logo de situaciones, est¨¢ la titulada T¨² debes de ser la ayudante ¨Cun hombre confunde a una mujer con la limpiadora, aunque es la ponente de la conferencia que est¨¢ a punto de empezar¨C. ¡°El sexismo se ha vuelto m¨¢s sutil, y el humor es una forma de ayudar a reconocer los mecanismos que emplea¡±, explica Christensen. ¡°Nos inspiramos en experiencias personales¡±, a?ade la guionista Ana Werkell, de 29 a?os. ¡°Quer¨ªamos subrayar c¨®mo se trata a las mujeres de un modo diferente en el trabajo. Es algo estructural¡±, cuenta.
La ministra de igualdad admite que hay algo que no mejora: la violencia contra las mujeres. ¡°las agresiones no han bajado en la ¨²ltima d¨¦cada¡±.
En otra parte de la ciudad, la sede de la Fundaci¨®n Albright est¨¢ en un lujoso piso con enormes ventanales sobre el mar. Su directora, Amanda Lundeteg, de 32 a?os, cuenta que empez¨® a darse cuenta de la brecha de g¨¦nero desde que estudiaba Econom¨ªa, y decidi¨® hacer algo al respecto. Algo pol¨¦mico y provocador. Junto a su reducido equipo, se dedica ahora a hacer una lista negra anual. En ella aparecen las empresas que cotizan en Bolsa en las que no hay mujeres en el equipo directivo ni en el consejo de administraci¨®n. Figurar en esa clasificaci¨®n no es c¨®modo en Suecia. ¡°Claramente las empresas notan la presi¨®n¡±, afirma. ¡°Vamos a las universidades y les decimos a los estudiantes: ¡®Eh, mirad, estas son las compa?¨ªas en las que no querr¨¦is trabajar¡¯. Eso enfada a los empresarios, que nos llaman para convencernos de que les quitemos de la lista, porque invierten mucho dinero en promocionarse como empleadores. Empezamos hace cinco a?os con 100 compa?¨ªas en la lista negra y ahora son 77 de un grupo mayor de empresas analizadas¡±, explica. En el pa¨ªs n¨®rdico, el 20% de los equipos directivos y el 32% de los consejos de administraci¨®n incluyen a mujeres. ¡°A este ritmo, no habr¨¢ paridad en los puestos ejecutivos hasta 2040. Pero por ejemplo en Alemania, donde acabamos de abrir una delegaci¨®n, est¨¢n en el 6%. Suecia le saca 10 a?os¡±, asegura.
El Gobierno sueco propuso un sistema de cuotas para equilibrar el reparto de poder en las compa?¨ªas que cotizan en Bolsa. Pero a mediados de enero sufri¨® un rev¨¦s parlamentario y tuvo que retirarlo. El objetivo era lograr el 40% de representaci¨®n femenina en la direcci¨®n para 2019, pero, de lograrse, no podr¨¢ imponerse por ley. Esta es una de las cuestiones que plantea la ministra de Igualdad, Asa Regn¨¦r. ¡°La experiencia sueca en igualdad de g¨¦nero es que hay que tomar decisiones pol¨ªticas. Las cosas no cambian por s¨ª solas¡±, dice.
Son las tres de la tarde y varios padres esperan para recoger a sus hijos de la escuela infantil Egalia, en el barrio de tiendas de dise?o y restaurantes cool del distrito de S?dermalm, situado en una de las islas que componen Estocolmo. El centro, para ni?os de entre uno y seis a?os, es conocido como una escuela de g¨¦nero neutro, una experiencia a¨²n minoritaria incluso en Suecia. Es p¨²blico ¨Clo financia el Ayuntamiento, y a los padres les cuesta al mes unos 100 euros incluyendo comida¨C y en ¨¦l se refuerzan ¨Cde forma exagerada, para algunos¨C los principios de igualdad que se ense?an en todos los colegios. En Egalia, los mu?ecos no tienen sexo. Son de trapo, blancos y negros, y sus caras tienen muecas de risa, llanto o ira para trabajar las emociones. En otra sala hay un p¨®ster con distintos grupos familiares: unos tienen dos padres y dos madres, otro es una madre y un ni?o; otro m¨¢s un padre, una madre y dos beb¨¦s¡ Con ese cartel juegan a familias en vez de a pap¨¢s y mam¨¢s. Los ba?os no tienen puerta y no son ni de ni?os ni de ni?as. La directora, la finlandesa Lotta Rajalin, de 58 a?os, empez¨® esta experiencia en 1998. ¡°No solo trabajamos con g¨¦nero¡±, aclara en la sala de reuniones. ¡°Incluimos todos los valores democr¨¢ticos. Las piezas de Lego que usamos tienen viejos, j¨®venes, personas de distintas etnias, con diferentes habilidades¡±, cuenta.
Los profesores son de distintos pa¨ªses, de diversas edades, y tambi¨¦n hay varios hombres en un papel de cuidador poco habitual en infantil en el resto del pa¨ªs. Para referirse a los alumnos usan palabras que los incluyan a todos ¨Cgrupo, por ejemplo¨C o el g¨¦nero neutro ling¨¹¨ªstico ¨Cen sueco se emplea el pronombre hen¨C, en vez del masculino o el femenino. ¡°Pero los ni?os pueden usar el pronombre que quieran¡±, matiza Rajalin. Uno de los principios de Egalia es no atribuir necesariamente unas caracter¨ªsticas determinadas a las chicas o a los chicos por el mero hecho de serlo. Cuando se le pregunta a Rajalin qu¨¦ significa eso de g¨¦nero neutro m¨¢s all¨¢ del lenguaje, puntualiza con firmeza: ¡°Nosotros no lo llamamos as¨ª, la gente malinterpreta nuestro trabajo. En esta escuela trabajamos con el g¨¦nero cultural, contra los estereotipos¡±. El m¨¦todo ha recibido las cr¨ªticas de quienes creen que con esta iniciativa se confunde a los ni?os. Rajalin saca un papel con un ?c¨ªrcu?lo. A la izquierda, cualidades y sustantivos que se suelen relacionar con mujeres: joyas, color rosa, sensibilidad, guapas. A la derecha, los de ellos: ropa c¨®moda, fuertes, valientes, tecnolog¨ªa. ¡°Lo que hacemos en esta escuela es borrar la l¨ªnea del medio, la que divide el c¨ªrculo¡±, explica.
A la salida aguardan los padres, como Mikael, de 24 a?os. Es estudiante de Medicina y en un mes relevar¨¢ a su mujer en la baja parental. ¡°La igualdad es importante para nosotros, refleja nuestra mentalidad y los roles de cada uno, y queremos empezar pronto¡±, explica. Otra madre, Kristine, de 42 a?os y agente de polic¨ªa, cuenta que cada ma?ana hace un trayecto de 30 minutos para traer a su hijo de dos a?os. ¡°Es una elecci¨®n, no es la guarder¨ªa m¨¢s cercana¡±, afirma. Aqu¨ª hay, dice, diversidad, y ni?os con varios tipos de familia. ¡°El m¨ªo tiene dos madres, y es que as¨ª es el mundo de hoy¡±.
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