Lo que Modes nunca pudo hacer
Una abuela y su nieta se sientan a comparar varias rutinas, hoy normales, y entonces batallas que luchar
Est¨¢ sentada en su sill¨®n, el de siempre, desde el que ve la tele en el madrile?o barrio de Valdezarza y donde se coloca para trastear con el port¨¢til. Teclea sobre la pantalla del m¨®vil con un solo dedo ¡ªel ¨ªndice de la mano derecha¡ª, con una manicura en verde brillante y a una velocidad turbadora. Modesta Mayo va a cumplir 85 a?os el pr¨®ximo junio y sorprende ver a esta mujer menuda manejarse con el WhatsApp y entrar y salir del ¨¢lbum de fotos del tel¨¦fono para buscar un v¨ªdeo: quiere ense?ar a su nieto haciendo judo.
A su derecha est¨¢ sentada otra de sus nietas, Natalia S¨¢nchez. Hoy las unen los casi 27 a?os de esta, y las separan seis d¨¦cadas y un pa¨ªs que se ha convertido en otro. Natalia es, seg¨²n Modes (prefiere que la llamen por el diminutivo), la que m¨¢s la visita; y Modes es, seg¨²n Natalia, una parte tremendamente importante (y tremendamente divertida) de su vida. En esta ocasi¨®n se re¨²nen para hablar de esas cosas que para la de veintitantos son normales y que para la octogenaria fueron batallas que pelear cada d¨ªa.
Cinco cosas que tu abuela no pod¨ªa hacer y t¨² s¨ª, mujer
Los siguientes puntos ofrecen una recopilaci¨®n de algunos cambios legislativos recogidos en el ordenamiento espa?ol que han cambiado las circunstancias personales de varias generaciones.
Eligen algunas al azar, como abrir una cuenta del banco. ¡°No pude hasta 1968. Y con permiso, en aquel momento no todos bancos daban cr¨¦dito a las mujeres¡±, recuerda Modes. Hasta 1975, la mujer necesit¨® una autorizaci¨®n de su marido para tener cartilla en una entidad bancaria, algo que, inconscientemente, provoca un leve arqueo de cejas en Natalia: ¡°Con 18 pude tener mi cuenta sin pedir permiso a nadie¡±.
Aquello no era lo ¨²nico que requer¨ªa una firma de consentimiento: tambi¨¦n para que ella trabajase (si es que trabajaba despu¨¦s de casarse), hiciese cualquier compraventa, eligiese estudiar o qu¨¦ estudiar, para disponer de sus propios bienes... Las mujeres pasaban de ser hijas a esposas. De la propiedad paterna a la marital: la dedicaci¨®n al hogar y el cuidado de este (y de todos los que hab¨ªa dentro) estaba fijada no solo por tradici¨®n, sino por ley. Modes sonr¨ªe cuando Natalia, con cada respuesta, deja ver que ella no pertenece a nadie. No es un discurso consciente, es la realidad en la que ha crecido.
¡°Con 18 a?os pod¨ªa salir de Espa?a sin problemas, y desde entonces tampoco he tenido hora para volver a casa. Mi abuela nunca pudo hacerlo¡±. Modes cabecea: ¡°Nosotros ten¨ªamos que estar a las 22.00 en invierno y media hora m¨¢s en verano. Y no se te ocurriese llegar tarde...porque te la ganabas seguro¡±.
Aunque esta mujer de paso todav¨ªa ligero deja caer que Mayo del 68 dej¨® huella, sufri¨®, como todas, los comentarios por cada paso dado, 20 por delante de la sociedad que la rodeaba. Modes no es cualquier mujer. Y nunca lo ha sido.
En su segundo trabajo en una filatelia ¡ªel primero fue como secretaria de direcci¨®n del Colegio Mayor Santiago Ap¨®stol¡ª vest¨ªa con ¡°falditas imposibles de planchar¡±, cuenta recordando que a su jefe le gustaban m¨¢s. No dud¨® un segundo en aliarse con sus compa?eras y extender el uso del pantal¨®n en la oficina. ¡°Eran m¨¢s c¨®modos, y ya no estaba prohibido. Nos dio igual lo que dijese. No pudo con nosotras¡±, dice mientras se atusa el pelo, ahora rubio, a veces rojo fuego, a veces naranja zanahoria.
Su nieta la mira y ve una mujer moderna y atrevida con la que va a cenar al burguer porque a Modes ¡°le flipa¡± la comida basura; y aunque a ella nunca le han dicho si deb¨ªa llevar falda o pantal¨®n, es m¨¢s contenida. ¡°Me pongo lo que quiero, aunque sin extravagancias¡±, asegura la joven que, al contrario que su abuela, fue directa a sacarse el carn¨¦ de conducir en cuanto cumpli¨® la mayor¨ªa de edad. Para Modes fue una necesidad que empez¨® con 40 a?os. ¡°Mi madre estaba orgullos¨ªsima, en aquella ¨¦poca era raro que una mujer condujese".
Tampoco era habitual que las mujeres se separaran de sus maridos. Ella lo hizo en 1982, un a?o despu¨¦s de que se estrenase la Ley del Divorcio. Ahora, es una abuela libre que no pregunta, no juzga y siempre est¨¢ encantada de recibir al novio de su nieta cuando se pasa por all¨ª con ella, opositora a Polic¨ªa despu¨¦s de estudiar Criminolog¨ªa. ¡°Mira, otra cosa que yo no pude haber hecho, porque en la polic¨ªa eran hombres y a la universidad solo iban las ni?as de dinero¡±.
De ah¨ª, la conversaci¨®n deriva y Modes recuerda que tienen que ir a la compra: ¡°Aprovecho cuando viene porque me horroriza ir al super¡±.
¡°No solo comprar, abuela. Que t¨² eres diferente hasta para eso¡±, apunta Natalia.
Modes, entre risas, reconoce: ¡°Pues mira, no, no me gusta cocinar, lo hago cuando vienen todos, y no siempre. Pero no me gusta hacerlo por obligaci¨®n. Yo me hago un bocadillo de chocolate y me quedo tan rebi¨¦n¡±.
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