Queda prohibido odiar
Castigar el odio es tanto como castigar estados de ¨¢nimo. Algo vedado al Derecho.
Esta y no otra parece ser la beata inspiraci¨®n de nuestro actual sistema pol¨ªtico y jur¨ªdico, en el que manifestar odio hacia alg¨²n colectivo o persona identificados por su raza, sexo, ideolog¨ªa o etnia puede enviar directamente a la c¨¢rcel al odioso odiante (previamente etiquetado como fobo-esto o ultra-aquello). Y, desde luego, puede limitar su derecho a la libre expresi¨®n de ideas, pues est¨¢ prohibido y castigado emitir cualquier tipo de opini¨®n p¨²blica que un ayuntamiento, un gobierno, un juez o cualquier otro tipo de autoridad con vara en plaza pueda considerar, en su lib¨¦rrima interpretaci¨®n, que incita al odio o al menosprecio de un colectivo cualquiera. El caso del autob¨²s y su mensaje contrario a la transexualidad es un ejemplo, pero se le pueden a?adir titiriteros y humoristas de toda laya, que han osado re¨ªrse de v¨ªctimas de cualquier g¨¦nero.
?Tiene el error el mismo derecho que la verdad? ?Es que la mentira o la creencia retrograda y reaccionaria va a tener el mismo derecho a existir y manifestarse que la certidumbre cient¨ªfica y probada? ?La indignidad que la dignidad?
Este tipo de planteamiento es, precisamente, el que la modernidad ilustrada y liberal declar¨® caducado por mal planteado. No es la verdad, ni el error ni la mentira los que poseen o no derechos a manifestarse, son las personas. Y las personas tienen derecho a la libre manifestaci¨®n p¨²blica de sus ideas o pensamientos con independencia de que sean verdaderas o falsas, correctas o mentirosas, adecuadas a la dignidad de todos o contrarias a esa igualdad. El Estado de derecho de inspiraci¨®n liberal autoriza, en primer y fundamental lugar, a emitir opiniones contrarias a la libertad. O, dicho de otra forma, el primer derecho que otorga la Constituci¨®n es el de no estar de acuerdo con ella y poder decirlo p¨²blicamente.
?Claro que la libertad de opini¨®n tiene sus l¨ªmites, como los tienen todos los derechos! Pero una condici¨®n esencial para que sean v¨¢lidos tales l¨ªmites es que sean n¨ªtidos y precisos. La fuerza expansiva es la del derecho a opinar en p¨²blico, el car¨¢cter estricto y limitado es el de la excepci¨®n, que nunca podr¨¢ venir establecida en unos t¨¦rminos tales que permitan su interpretaci¨®n expansiva. O bien sirvan para aplicarla cuando a la vara le parece bien y a ignorarla cuando le da la gana.
Los t¨¦rminos en que est¨¢ formulado hoy en el C¨®digo Penal el ¡°delito de odio¡± permitir¨ªan a un alcalde o a un juez, si lo deseasen, prohibir toda la actual comunicaci¨®n o palabrer¨ªa pol¨ªtica partidista. Por lo menos la mitad de lo que dicen nuestros l¨ªderes ¡°incita directa o indirectamente al odio o discriminaci¨®n contra otro grupo de personas por razones ideol¨®gicas o menosprecian a ese colectivo¡±. Casi toda la propaganda pol¨ªtica partidista se basa en el menosprecio directo de las personas o los partidos rivales, no digamos de sus obras, tales como la ley mordaza, la reforma laboral o el despojo de derechos a los d¨¦biles. Pero cuando se trata de fomentar el odio o menosprecio a Rajoy, Mas o Iglesias, vale, es normal, cuando el menosprecio es de mujeres, homosexuales, gitanos, ni?os o inmigrantes, entonces es delito. Pues no lo entiendo. Es repugnante, s¨ª, pero ?por qu¨¦ es delito? Algo anda mal en la norma penal cuando exhibe una tal indeterminaci¨®n de conceptos y definiciones, cuando funciona como un cheque en blanco. Negar que Lenin causara directamente el exterminio de millones de campesinos rusos y ucranianos en los a?os veinte, o negar que Mao enviara al otro mundo a millones de chinos en la gran hambruna del salto adelante en los sesenta, es un tema opinable y discutible, negar el Holocausto es delito. No logro entender cu¨¢l es el criterio jur¨ªdico que permite discernirlo.
?Desaparecer¨¢ el odio simplemente porque lo prohibamos? Dudoso, el odio es la emoci¨®n pol¨ªtica m¨¢s f¨¦rtil que existe, sobre todo para cohesionar a las multitudes y convertirlas en naciones. O en masas. El odio, como el amor, existir¨¢ siempre porque va en nuestro cableado gen¨¦tico emocional. Que cometer delitos concretos por motivos de odio a minor¨ªas sea especialmente castigado parece bien; pero castigar el odio mismo es tanto como castigar estados de ¨¢nimo. Algo vedado al Derecho por estos pagos desde hace siglos. Cre¨ªa yo.
Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz Soroa es abogado.
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