Fillon y Mas
Hay quien, al peligrar su supervivencia, no duda en abrazar una visi¨®n personalista de la democracia
Nuestra pol¨ªtica se define hoy, para bien o para mal, como la ficci¨®n maniquea de un mundo escindido entre el buen pueblo y una ¨¦lite corrupta y moralmente inferior. Todos buscamos de nuevo, ya sea por contagio, el refrendo del grupo frente a esa jet judicial, pol¨ªtica o period¨ªstica que miramos con recelo y desprecio. Problem¨¢tico como es, el asunto se agrava cuando este argumentario deja de ser el copyright de partidos populistas y ocupa todo el paisaje pol¨ªtico.
Lo vemos en figuras del viejo establishment, como Fillon, el nuevo m¨¢rtir de la R¨¦publique, o en Mas, otrora hombre de orden. Al peligrar su supervivencia, no dudan en abrazar una visi¨®n personalista de la democracia. Su arremetida contra ¡°el gobierno de los jueces¡± es la t¨ªpica apostilla que sal¨ªa de las fauces de los Le Pen o Berlusconi. Ahora, Fillon afirma que ¡°el ¨²nico juez¡± es el pueblo, mientras Mas limita la democracia a una mera expresi¨®n electoral. La paradoja, nos dice Rosanvallon, es que ese ¡°pueblo aritm¨¦tico¡± que representa una porci¨®n electoral se sit¨²a por encima de un cuerpo constitucional que tambi¨¦n tiene una funci¨®n representativa: defender nuestros valores y derechos.
El relato interesado de ¡°el poble s¨®c jo¡± se construye siempre sobre un subterfugio que esconde el simple af¨¢n de poder, pero no hay ganancia posible en debilitar los poderes neutros que nos protegen garantizando el pluralismo. Es un axioma olvidado: en democracia no se pueden escindir los elementos propiamente electorales de los que facilitan su funcionamiento institucional, por mucho que Mas identifique democracia con el puro acto de votar.
El leg¨ªtimo hartazgo ante la corrupci¨®n, el cinismo pol¨ªtico y la burocratizaci¨®n ofrec¨ªa dos salidas: un programa de refundaci¨®n democr¨¢tica o apelar a las bajas pasiones de siempre. Nos lo advirti¨® Todorov: la democracia engendra sus propios fantasmas. Es as¨ª como el populista se disfraza de valores democr¨¢ticos, apela a la tribu y pasa inadvertido. Por eso, lo que unos llaman un nuevo contrato social es en realidad una profunda crisis, hu¨¦rfana de aut¨¦nticas propuestas de regeneraci¨®n. Porque toda patria, todo pueblo, tiene tambi¨¦n algo de presidio. @MariamMartinezB
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