Sobreviv¨ª a la 'ruta Sabinera' por el metro de Madrid
As¨ª fue la acci¨®n promocional que estren¨® las canciones del nuevo disco de Joaqu¨ªn Sabina en el subsuelo madrile?o, haciendo sonar una canci¨®n en cada estaci¨®n. Una buena gymkana
![](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/N327MCTHZJ27TNGCUJHWUWOBX4.jpg?auth=cb88076f2fe3647b375b041202ebb1b7b0e8a5946470b4111f550fba7825e932&width=414)
Con un poco de imaginaci¨®n y bastante tiempo libre, la Ruta Sabinera, una excursi¨®n subterr¨¢nea que organizaron ayer por los rincones de metro Madrid para escuchar en exclusiva el nuevo disco de Joaqu¨ªn Sabina, Lo negar¨¦ todo, no pintaba mal. No soy fan. Mi ¨²nica aproximaci¨®n con el artista fue casual. Recuerdo aquella cinta de un se?or con medias de rejilla al lado de los casetes de Xuxa y que, a pesar de desconcertarme, mi yo infantil eleg¨ªa siempre Ilari lari le. Tampoco me he hecho fan despu¨¦s de esta gymkana, pero admito que la?ruta sabinera?es una buena radiograf¨ªa humana.
La excursi¨®n arrancaba en Chamartin?pero, como me lo disfrazaron de gran haza?a, me lo tom¨¦ como tal. Empe?ada en vivir mi propia aventura, me dirig¨ª a Callao y sin sombrero, donde sonar¨ªa L¨¢grimas de M¨¢rmol, canci¨®n que?representaba muy bien lo que yo sent¨ªa. Vamos, lo que sentir¨ªa cualquier millennial?condenada a los subsuelos y al ostracismo en una tarde primaveral.?Al montar en la l¨ªnea 5 pens¨¦ que alguien hab¨ªa organizado un boicot. Dos adolescentes con un altavoz reproduc¨ªan para todo el vag¨®n Despacito, de Daddy Yankee. Algunos pasajeros la cantaban y otros mov¨ªan ligeramente la cabeza, no s¨¦ si al ritmo de la canci¨®n o por el vaiv¨¦n del metro. Pero nada m¨¢s lejos de la realidad, parece que el loro de los noventa se ha reinventado y ahora lo que mola es ir con un altavoz pegado al m¨®vil.
Como en Callao no consegu¨ª encontrar el punto sabinero me dirig¨ª a Moncloa.?Totalmente ajenos al ritmo de Lo niego todo, la gente segu¨ªa su destino. Quiz¨¢s el metro, con tanta prisa y tanto bullicio no era el mejor sitio para presentar un disco. Unos chicos discut¨ªan qu¨¦ presentadores de televisi¨®n llevaban peluqu¨ªn (nombres que por cierto no reproduciremos al no contrastarlos) y otros hablaban de sus clases y de qui¨¦n se encargaba de la cachimba del fin de semana.
![Panorama en la estaci¨®n de Nuevos Ministerios](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/VFBCKVBOIOSSK2D6G44CJAPBAQ.jpg?auth=ca761e37cb8a3de6bf8f1fedd9a554d64d54d3676d43ca6c5f8838294c100aa0&width=414)
La escena m¨¢s tierna de la ruta se podr¨ªa vivir en Nuevos Ministerios. Una pareja de adolescentes, ella con chaqueta de flecos y ¨¦l con cazadora vaquera, se abrazaban al ritmo de Sin pena ni gloria. Al terminar el tema, el pobre suced¨¢neo de Sabina que ten¨ªan all¨ª tocando la guitarra durante horas levant¨® el bomb¨ªn en se?al de agradecimiento. Mientras, unas se?oras discut¨ªan por los turnos de la noche.
M¨¢s desconcertados estaban los viajeros del trayecto de Plaza Castilla que se encontraron la siguiente estampa: dos altavoces gigantes, escoltados por dos hombres de igual tama?o, y la voz ronca del cantante. Todos se miraban de reojo. Unos observaban el hueco en busca de algo, en busca de un holograma al menos, (creo que en ese momento el pseudo Sabina estaba descansando). Los de seguridad los miraban tambi¨¦n desconfiados por si alguien se atrev¨ªa a llevarse el equipo. El ambiente era tan tenso que por un momento cre¨ª que me hab¨ªan robado la cartera. ?Qu¨¦ estoy haciendo aqu¨ª? era la canci¨®n del momento y yo me pregunt¨¦ lo mismo.
![Panorama del trayecto que une Moncloa con Arg¨¹elles](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/CYO2PBQO46227CYPHKJT7SO2VI.jpg?auth=fae6b48a9f6431c0d1f8d6746ddca798c9e34a6555f7cbc0653cccb405ae3a79&width=414)
Despu¨¦s de dos horas de idas y venidas, record¨¦ que ten¨ªa una vida y que hab¨ªa quedado. Lo bueno, es que pude utilizar la excusa de que llegar¨ªa en breves, que ya estaba en el metro. Eleg¨ª mi ¨²ltima parada, Arg¨¹elles. O eso creo, porque me sent¨ªa muy desorientada.?All¨ª una cantante tambi¨¦n con sombrero reproduc¨ªa Postdata. A su paso, una se?ora algo confusa intent¨® dejarle una moneda. Frente a la cantante, un grupo de chicos y chicas, no m¨¢s de veinte a?os, escuchaban emocionados, la canci¨®n en bucle.
- ?Vosotros no prefer¨ªs el trap?
- Claro, tambi¨¦n escuchamos trap
- Pero estas son canciones para hacer el amor.
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