Purgatorio
Una vez descartado el infierno populista, Holanda tampoco regresar¨¢ al para¨ªso tolerante y europe¨ªsta que conoc¨ªamos
Anoche, tras conocerse los sondeos a pie de urna, empez¨® a correr un curioso sentimiento contradictorio entre los periodistas extranjeros que cubr¨ªan las elecciones en los Pa¨ªses Bajos. Junto a los primeros an¨¢lisis de obligado alivio por el fracaso de Geert Wilders, no pod¨ªan disimular cierta contrariedad por un resultado mucho menos medi¨¢tico del que se hab¨ªa barajado. Porque, en efecto, qui¨¦n ocupa el poder en La Haya no habr¨ªa merecido ni una d¨¦cima parte de la cobertura internacional que se le ha prestado de no ser por la retorcida atracci¨®n que despertaba ese l¨ªder rubio de una fuerza abiertamente anti-musulmana que pretend¨ªa mantener viva la llama de los grandes ¨¦xitos de la derecha radical en 2016 (Brexit y Trump) hasta los platos fuertes de este a?o (Francia y Alemania). Y ahora, una vez descartado el infierno de una supuestamente imparable ola populista destinada a barrer todas las democracias occidentales, conviene subrayar que el nuevo panorama pol¨ªtico holand¨¦s tampoco regresar¨¢ a la situaci¨®n de para¨ªso tolerante y europe¨ªsta que pareci¨® brillar durante toda la segunda mitad del siglo XX.
Es verdad que la suma del PVV y otras fuerzas eur¨®fobas m¨¢s peque?as ronda solo el 15% y que quienes m¨¢s suben en votos, hasta 15 puntos porcentuales, son tres partidos abiertamente pro-UE (verdes, liberales progresistas y democracia cristiana) que se aprovechan del colapso casi total de la socialdemocracia del comisario Timmermans y del presidente del Eurogrupo Dijsselbloem. Sin embargo, no se espera que el futuro gobierno ¨Cprobablemente una coalici¨®n de centro-derecha que seguir¨ªa presidiendo Mark Rutte- vaya a cambiar dos grandes l¨ªneas de actuaci¨®n que se han ido afirmando en los ¨²ltimos a?os. En primer lugar, una pol¨ªtica migratoria restrictiva tanto por lo que se refiere a nuevos flujos de llegada como a la integraci¨®n de las comunidades marroqu¨ª y turca; lo que augura una convivencia complicada que puede empeorar si Erdogan sigue empe?ado en las provocaciones. En segundo lugar, y por lo que se refiere al futuro de Europa, la posici¨®n holandesa mantendr¨¢ ese enfoque reticente asumido hace m¨¢s de diez a?os, cuando se rechaz¨® en refer¨¦ndum el Tratado Constitucional.
Pa¨ªses Bajos es uno de los Estados fundadores pero, a diferencia de los otros cinco, no ha aportado grandes nombres a la historia de la integraci¨®n ni alberga ninguna de las sedes comunitarias. Sus contribuciones son quiz¨¢ menos lucidas, pero no por ello dejan de ser imprescindibles para entender la actual UE (a Johan Beyen se debe el dise?o t¨¦cnico de la CEE, Sicco Mansholt ide¨® luego la Pol¨ªtica Agr¨ªcola Com¨²n y el presidente de Philips Wisse Dekker presion¨® exitosamente a mitad de los ochenta para impulsar el Mercado Interior). Hace poco otro holand¨¦s, Luuk van Middelaar, analiz¨® de modo magistral lo que es la construcci¨®n europea a partir de la visi¨®n hoy dominante en su pa¨ªs: un purgatorio bruselense, lejos del cielo federalista y del infierno nacionalista. El enfoque calculador y moderadamente esc¨¦ptico que ya no podr¨¢ ejercer el Reino Unido tiene sustituto. Y lo bueno es que los holandeses demostraron ayer que, a diferencia de los brit¨¢nicos, son pragm¨¢ticos de verdad. Sin tiros en el pie.
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