Purificaci¨®n
Hoy las esterilizaciones no son obligatorias, pero los m¨¦dicos siguen 'aconsejando' a mujeres migrantes de bajos recursos que se liguen las trompas
Este a?o di un curso en la universidad sobre la historia hispana en Estados Unidos. Empec¨¦ con la hip¨®tesis ¡ªno m¨ªa, ni nueva, ni radical, pero tampoco muy aceptada¡ª de que Estados Unidos es un pa¨ªs latinoamericano. Al principio, todos mis alumnos me miraban con escepticismo. Por ah¨ª de Cabeza de Vaca y Carlos?I, algunos empezaron a concederme el beneficio de la duda. Y por ah¨ª del Batall¨®n de San Patricio, m¨¢s de la mitad abrazaban la hip¨®tesis como causa. M¨¢s all¨¢ de si estemos de acuerdo o no con esa hip¨®tesis, deber¨ªa de ser al menos debatible que en Estados Unidos, un pa¨ªs con casi 60 millones de hispanos, y cuya historia es inseparable de la del resto del continente, los latinos hispanohablantes sigamos siendo vistos como invasores extranjeros. Y a ratos, en periodos oscuros, como una plaga tan amenazante que hay que esterilizar a nuestras mujeres para evitar que nos reproduzcamos.
Est¨¢ el caso Madrigal v Quilligan, de 1978, en el cual 10 mujeres de bajos recursos y origen mexicano, en California, demandaron al doctor James Quilligan por haberlas esterilizado sin su consentimiento. El caso, gracias a otras mujeres chicanas, recibi¨® atenci¨®n medi¨¢tica y expuso las pr¨¢cticas racistas a las cuales hab¨ªan sido sujetas no s¨®lo estas 10 mujeres mexicanas, sino cientos de miles de mujeres latinas y afroamericanas (entre otras minor¨ªas) a lo largo del siglo.
Las esterilizaciones se pusieron de moda en la d¨¦cada de 1920 ¡ªcon particular ¨¦xito en California¡ª basadas en un discurso eugen¨¦sico seg¨²n el cual estaba en los mejores intereses de la salud p¨²blica prevenir que algunas personas pudieran procrear. El discurso de ¡°purificaci¨®n¡± gen¨¦tica dej¨® de ser aceptable en los a?os cincuenta y sesenta, pero las pr¨¢cticas de esterilizaci¨®n continuaron, ahora bajo la excusa del exceso de poblaci¨®n y la amenaza que las clases trabajadoras supuestamente supon¨ªan para el bienestar social. En ese discurso, las mujeres mexicanas y latinas figuran bajo el estereotipo de mujer ¡°hiper-fecunda¡±.
El caso Madrigal v Quilligan no lo ganaron las mujeres, aunque despu¨¦s de eso se volvi¨® obligatorio que los formularios m¨¦dicos fueran biling¨¹es, para que las pacientes supieran a qu¨¦ estaban consintiendo cuando los firmaban. Hoy en d¨ªa las esterilizaciones no son obligatorias, pero los m¨¦dicos siguen ¡°aconsejando¡± a mujeres migrantes de bajos recursos que se liguen las trompas. La violencia institucional contra ellas sigue existiendo, sustentada por una narrativa esencialista sobre la ¡°identidad nacional¡± de Estados Unidos que dicta qui¨¦nes tienen derecho a formar parte y qui¨¦nes no; qui¨¦nes pueden procrear libremente y qui¨¦nes no.
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