Que gane el di¨¢logo, que las urnas decidan
En democracia no existe el derecho a no dialogar. Nosotros ya estamos sentados en la mesa. ?Van a tardar mucho los dem¨¢s invitados? Es m¨¢s: ?van a venir? Las diferencias solo separan y dividen si no se quiere acordar la forma de resolverlas
El Gobierno de Reino Unido y Escocia pactaron un refer¨¦ndum. La pregunta, siguiendo las recomendaciones de la Comisi¨®n Electoral de Reino Unido, fue: ¡°?Deber¨ªa Escocia ser un pa¨ªs independiente? S¨ª o no¡±. Sin m¨¢s. Hubo acuerdo porque hubo voluntad pol¨ªtica de convocar y permitir el refer¨¦ndum. No se dej¨® en manos de tribunales lo que se pudo resolver pol¨ªticamente. Y todo parece indicar que Escocia y Reino Unido volver¨¢n a pactar la celebraci¨®n de un nuevo refer¨¦ndum de independencia. El segundo en tres a?os. No est¨¢ mal para algo que en Espa?a no puede ni tan solo formar parte de una mesa de di¨¢logo entre los Gobiernos espa?ol y catal¨¢n.
Pactar la forma de resolver las diferencias pol¨ªticas siempre une. Las diferencias s¨®lo separan y dividen si no se quiere acordar la forma de resolverlas; las diferencias son consustanciales en la sociedad democr¨¢tica, no son negativas, hay incluso que tratarlas con delicadeza si se trata de diferencias cuya defensa es m¨¢s dif¨ªcil y comprometida. Ah¨ª es donde la democracia se robustece y se afianza ante la pulsi¨®n populista y simplona de resolver la diferencia mediante la prohibici¨®n, los muros y la discriminaci¨®n. Se?alar al diferente como amenaza, como elemento de divisi¨®n de una sociedad que viv¨ªa tan tranquila en sus sagradas e inquebrantables certezas, es, aparte de terriblemente injusto, un grave obst¨¢culo para la b¨²squeda de soluciones.
Como consecuencia del acuerdo entre Escocia y Reino Unido se produjo un amplio debate, un debate de ideas. Finalmente, una mayor¨ªa de escoceses opt¨® por el no, de acuerdo con las tesis del Gobierno de Londres. Fue as¨ª, sin m¨¢s. La vida sigui¨® en Escocia y en Reino Unido, como hubiera seguido con la victoria del s¨ª. El refer¨¦ndum de independencia cont¨® con una participaci¨®n r¨¦cord del 84,59%, 12 puntos m¨¢s que en el refer¨¦ndum del Brexit, que fue del 72,2%, una cifra que se consider¨® un hito puesto que era la m¨¢s elevada en una votaci¨®n en los ¨²ltimos 25 a?os. Estos datos describen algo muy relevante que deber¨ªan anotar quienes acusan a los partidarios de cambios como una especie de agentes al servicio de la divisi¨®n de la sociedad: los campos separados en una disputa democr¨¢tica se unen sin ning¨²n g¨¦nero de dudas en las urnas. Insistimos: no separan las diferencias, lo que separa es la ausencia de acuerdo para resolverlas.
El escenario escoc¨¦s de un refer¨¦ndum acordado es el que desear¨ªamos en Catalu?a
En consecuencia, el escenario del refer¨¦ndum acordado es el que desear¨ªamos en Catalunya. Queremos recordar que lo hemos propuesto ya en diversas ocasiones. Hoy, pese a los malos augurios y el rechazo frontal del Gobierno espa?ol, volvemos a insistir en ello. Tal vez sea injusto atribuir al presidente Rajoy, a su Gobierno y a su partido esa actitud en exclusiva. Observamos con pena y tristeza que esa misma posici¨®n, sin ning¨²n tipo de matiz, la comparten PP, PSOE y Ciudadanos.
As¨ª las cosas, parece bastante indiscutible que la actitud del Gobierno catal¨¢n y del Parlament de Catalunya se asemeja a la posici¨®n escocesa (dialogar y acordar un refer¨¦ndum), pero que la actitud del Gobierno espa?ol y las Cortes Generales no se parece en lo m¨¢s m¨ªnimo a la del Gobierno y el Parlamento brit¨¢nicos. No s¨®lo hay una preocupante ausencia de voluntad de di¨¢logo, sino que camina en la direcci¨®n exactamente inversa: querellas, judicializaci¨®n de la pol¨ªtica, guerra sucia, amenazas de uso de medidas excepcionales, etc¨¦tera. Y ya hay los primeros resultados: primeras condenas de inhabilitaci¨®n a cargos p¨²blicos para el presidente Artur Mas y las consejeras Ortega y Rigau, mientras se est¨¢ a la espera de la sentencia contra Francesc Homs. Todos ellos por haber cometido el delito de dar voz a los ciudadanos.
En sinton¨ªa con la voluntad de Gobierno, Parlament y sociedad, se ha puesto en marcha en Catalunya el Pacto Nacional por el Refer¨¦ndum, del que participa una pluralidad aplastante de la sociedad catalana, incluidos agentes econ¨®micos y sociales. Sondeos de todo tipo y procedencia se?alan que alrededor del 80% de los catalanes querr¨ªan ser consultados acerca del futuro pol¨ªtico de Catalunya en relaci¨®n con Espa?a. El Pacto tiene como prop¨®sito reiterar la voluntad de celebrar un refer¨¦ndum, acordado, como prioridad. Tal vez alguien nos considere ilusos. Es mejor ser iluso que irresponsable, es mejor esforzarse para hallar soluciones que optar por no desgastarse y hacer del quietismo virtud.
Si se mantiene el rechazo frontal no es ninguna sorpresa que reiteremos que no vamos a renunciar a ejercer ese derecho. Vamos a hacer lo indecible para que los ciudadanos de Catalunya puedan votar en 2017, en un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n. Estamos en esto por convicci¨®n y compromiso, rindiendo cuentas ante los electores. Y no se nos ocurre pensar que el futuro de Catalunya no lo van a decidir sus ciudadanos y s¨ª el Gobierno espa?ol. El mismo Gobierno que, con su habitual proceder, ha logrado un hartazgo muy mayoritario en la sociedad catalana, incluso en sectores que no comparten, muy leg¨ªtimamente, que Catalunya se convierta en un Estado independiente.
Vamos a hacer lo indecible para que los ciudadanos de Catalu?a puedan votar en 2017
El Estado ha abandonado a todos los catalanes, tambi¨¦n a los que no quieren la independencia, pero aman a Catalunya como el que m¨¢s y sufren, por tanto, cuando su pa¨ªs sufre. Que no sean independentistas no significa que la desatenci¨®n de Catalunya no la sientan profundamente y paguen tambi¨¦n las consecuencias. El Estado ha abandonado tambi¨¦n a los catalanes que hubieran querido ver en el espa?ol aquel Estado propio que no es ajeno a sus demandas. Y para esos catalanes y tambi¨¦n para todos los dem¨¢s, el Gobierno de la Generalitat va a poner las urnas. Que decidan. Es su derecho, y lo van a ejercer.
Hace tiempo que es la hora de la pol¨ªtica. En Catalunya la hacemos, y seguro que no siempre lo hacemos bien. Tambi¨¦n hay que estar dispuesto a escuchar y hablar de ello. Sin embargo, otros han decidido delegar en los tribunales su responsabilidad pol¨ªtica. Se esconden detr¨¢s del Constitucional, de la Audiencia Nacional y del Supremo, comprometiendo la labor y la independencia del poder judicial. Europa ya se ha percatado de ello y ha mostrado sin ambig¨¹edades su preocupaci¨®n por esa deriva que compromete seriamente un poder fundamental para la salud del Estado de derecho, como se desprende del reciente informe de la Comisi¨®n de Venecia. Y se escuchan voces del exterior cada vez m¨¢s claras abogando por un di¨¢logo pol¨ªtico y una soluci¨®n pol¨ªtica. Como el informe de la Fundaci¨®n Konrad Adenauer. O como el propio Parlamento brit¨¢nico, donde se ha formalizado un Grupo de Discusi¨®n sobre Catalunya en el que participan miembros de todos los partidos. Algo, por cierto, que es posible en Westminster y no en las Cortes.
Hace pocos d¨ªas, en Madrid, un veterano dem¨®crata espa?ol como Antonio Garrigues Walker recordaba algo con lo que estamos de acuerdo los dem¨®cratas en general, partidarios o contrarios a la independencia: en democracia no existe el derecho a no dialogar. Nosotros ya estamos sentados en la mesa del di¨¢logo. ?Van a tardar mucho los dem¨¢s invitados? Es m¨¢s: ?van a venir? Cuando sea demasiado tarde, por favor, no nos miren a nosotros. Sean, por una vez, tan exigentes, cr¨ªticos e implacables con sus gobernantes inm¨®viles como lo han sido con nosotros todos estos a?os en que desde el rechazo a la sentencia contra el Estatut hemos consolidado una amplia mayor¨ªa favorable a que los catalanes decidan su futuro en refer¨¦ndum.
Carles Puigdemont es presidente de la Generalitat de Catalu?a y Oriol Junqueras, vicepresidente.
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