Inda, don Juan Carlos y por qu¨¦ escrib¨ª de ellos
El periodismo es un contenedor infinito. Tambi¨¦n lleva basura
Sorpresa.?Me sorprendi¨® que periodistas adultos presentes en el plat¨® atendieran con tanta concentraci¨®n las imaginaciones del as¨ª dicho periodista Eduardo Inda sobre unas pret¨¦ritas grabaciones obtenidas de cualquier manera por delincuentes dotados de poder al entonces Rey Juan Carlos I.
El asunto.?El asunto, como ya resulta notorio, se hizo presente en el programa La Sexta Noche, de la cadena La Sexta. Esa intervenci¨®n, que la cadena hizo estelar, y ha continuado haci¨¦ndola, del mismo periodista que desvel¨® secretos que no lo eran de pol¨ªticos que fueron lapidados desde la oscuridad del Ministerio del Interior, se produjo despu¨¦s de una entrevista pol¨ªtica a la portavoz de Podemos en el Congreso, Irene Montero, a la que el conductor del programa, I?aki L¨®pez, le propuso tambi¨¦n comentar sobre lo que luego iba a ser la esencia del horario de m¨¢xima audiencia de este programa. De modo que el asunto no iba a resultar tan solo una ocurrencia de Inda, basada en documentos reales puestos de actualidad, eso parece, por el se?alado periodista.
Confieso que este programa, en el tramo dedicado a Inda, lo segu¨ª hasta el final para ver hasta d¨®nde llegaba este hombre con la exageraci¨®n de sus deducciones, insinuaciones y argumentos
I?aki L¨®pez.?Veo todos los s¨¢bados, hasta cuando puedo, ese programa; alguna vez he escrito sobre el car¨¢cter de I?aki L¨®pez, en este mismo peri¨®dico. Su car¨¢cter se amolda a esas horas con una enorme energ¨ªa; su actitud period¨ªstica var¨ªa en funci¨®n de los asuntos o de los personajes que lleva, y con los tertulianos, cada uno de su padre y de su madre, pero todos atentos, m¨¢s o menos, a su direcci¨®n, adopta una geometr¨ªa variable. Esta vez se amold¨® a la presencia de Inda y de lo que iba diciendo, o revelando, en su terminolog¨ªa, con esa eficacia neutra que distingue su tratamiento de los temas. Los periodistas atendieron tambi¨¦n con mucho inter¨¦s las explicaciones de Inda. El coloquio fue muy variado y yo, y seguro que much¨ªsimos telespectadores, lo segu¨ª con mucho inter¨¦s.
Hasta d¨®nde se puede llegar.?A veces uno sigue un programa, un informativo, una entrevista, para saber m¨¢s de un asunto, de la actualidad o de una persona. Confieso que este programa, en el tramo dedicado a Inda (pues a Inda estaba dedicado), lo segu¨ª hasta el final para ver hasta d¨®nde llegaba este hombre con la exageraci¨®n de sus deducciones, insinuaciones y argumentos.
Me interesa todo lo que es humano, como periodista y como individuo, y tambi¨¦n me interesa todo lo que me sorprende, me subyuga o me aturde. Por tanto, tambi¨¦n me interesa lo inhumano. Para preguntarme por ello, para preguntar por ello. En esta ocasi¨®n me interes¨® lo que hizo Inda con su tiempo, con el programa, con I?aki L¨®pez, con los periodistas que estaban all¨ª y con su propia hoguera de la vanidad autosuficiente que lleva consigo.
Para escribir de ello.?Y me interes¨® hasta tal punto que escrib¨ª un comentario, lo somet¨ª a la consideraci¨®n del peri¨®dico para su publicaci¨®n y quienes pod¨ªan darlo a la estampa me hicieron el favor de reproducirlo y replicarlo. Lo hice yo, lo termin¨¦ de escribir a las 12.39 del lunes de fiesta, y despu¨¦s del almuerzo lo public¨® el peri¨®dico. Me han le¨ªdo luego algunas reacciones que son habituales en el mundo (period¨ªstico pol¨ªtico) en el que vivimos. EL PA?S salva a don Juan Carlos..., EL PA?S dice que..., EL PA?S dice que no... Esto es muy frecuente: en EL PA?S escribe desde Puigdemont (que public¨® una carta muy le¨ªda), hasta el profesor Felipe Nieto, que el otro d¨ªa redact¨® una hermosa carta al director sobre el escritor F¨¦lix de Az¨²a.
Por supuesto que ni Puigdemont ni Nieto representan la opini¨®n de EL PA?S, que se expresa en sus editoriales. EL PA?S no se puso a la m¨¢quina (y pudo haberlo hecho, faltar¨ªa m¨¢s) para escribir de aquello que Inda dijo sobre don Juan Carlos y el Gobierno socialista de 1990, seguramente no tiene tanta importancia como para que la opini¨®n del diario se pronuncie.
As¨ª que lo que escrib¨ª con estas mismas manos y con este mismo esp¨ªritu que me acompa?a procede tan solo, de mi esencia de espectador (en este caso de telespectador): vi algo que me pareci¨® aberrante y quise contarlo a los lectores. El peri¨®dico me dej¨®, y le estoy agradecido, pero no le busquen m¨¢s vueltas los que le buscan vueltas a todo lo que se mueve en estas letras impresas. Quise contarlo, y lo digo como dec¨ªa Jos¨¦ Hierro que ten¨ªan que decirse las cosas, "sin vuelo en el verso". Sorprendido, eso s¨ª, de hasta d¨®nde se puede llegar en el uso de la malandanza policial y period¨ªstica.
Posdata.?La cadena le ha seguido dando mucha importancia a la ocurrencia de Inda, hasta en el programa de El Intermedio. La cadena y la cadena interminable de las redes. "Cadenas y m¨¢s cadenas, cadenas y m¨¢s cadenas, cadenas y m¨¢s cadenas de amor, que siga la procesi¨®n". Ese es un canto que se dec¨ªa en mi barrio cuando por all¨ª pasaban las v¨ªrgenes. Pues que siga la procesi¨®n. Inda es el que va en el trono.
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