?Auxilio, una salida, por favor!

El ins¨®lito art¨ªculo firmado por Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, publicado el pasado lunes en EL PA?S, refleja las dificultades de las fuerzas pol¨ªticas independentistas en este tramo final del proceso, al que han puesto una fecha de caducidad que les est¨¢ ahogando. En efecto, dijeron que la independencia ser¨ªa efectiva en 18 meses y estos se cumplen en junio. Desesperados, no encuentran salida y piden auxilio, al que llaman di¨¢logo. Desde luego, no merecen ayuda alguna, hasta ahora no se han mostrado dialogantes sino desafiantes.

Cuando tras las elecciones de noviembre de 2012 se decidieron a emprender, sin dilaci¨®n, el camino hacia la independencia, no buscaron el di¨¢logo sino el combate y empezaron dando un pu?etazo en la mand¨ªbula del contrario: aprobaron en el Parlament una resoluci¨®n declarando que la soberan¨ªa reside en el pueblo de Catalu?a, algo literalmente contrario al fundamento de nuestro Estado democr¨¢tico seg¨²n el cual la soberan¨ªa reside en el pueblo espa?ol.

Sab¨ªan que no colar¨ªa, como as¨ª fue: el Tribunal Constitucional declar¨® inconstitucional tal afirmaci¨®n, como har¨ªa cualquier alumno de primero de Derecho. Solo pretend¨ªan demostrar que eran osados, se sent¨ªan fuertes e iban a por todas: quer¨ªan amedrentarnos. Y as¨ª prosiguieron con una serie de maniobras que demostraban su desprecio por el Derecho, a la vez que, como buenos populistas, se amparaban en una supuesta superioridad de la democracia directa sobre la representativa.

La ¨²ltima pirueta, la m¨¢s retorcida, es el intento de declarar la independencia de forma unilateral, por sorpresa y mediante lectura ¨²nica, algo inaudito en la cultura pol¨ªtica democr¨¢tica.

¡°Nosotros ya estamos sentados en la mesa del di¨¢logo¡±, afirman los articulistas. No es cierto, lo que dicen es similar a la lac¨®nica y tajante afirmaci¨®n de Puigdemont en septiembre pasado: ¡°Habr¨¢ refer¨¦ndum o refer¨¦ndum¡±. Es decir, tanto si quieres como si no. En eso consiste la ¡°dialogante¡± propuesta de anteayer.

No obstante, el art¨ªculo constata algo cierto y quiz¨¢s por ah¨ª podr¨ªa encontrarse una v¨ªa de soluci¨®n: una amplia mayor¨ªa de catalanes quiere ser consultada sobre la posici¨®n de Catalu?a en Espa?a. Esa consulta no puede ser inmediata, ni ejercerla en un solo acto. Debe debatirse exhaustivamente, por los Gobiernos y por los ciudadanos, controlando las emociones y utilizando las razones. Ello exigir¨¢ tiempo y calma.

Quiz¨¢s el acuerdo inmediato deba consistir en un proceso que prevea las fases siguientes: primero, concretar las pretensiones y las discrepancias; segundo, establecer el m¨¦todo para resolverlas; tercero, llegar (o no) a un acuerdo; y, cuarta, una vez se haya llegado a un consenso, ratificarlo con los votos de todos, de todos los ciudadanos espa?oles. Todo ello debe llevarse a cabo dentro del marco constitucional y de la m¨¢s estricta legalidad. Nada de precipitaciones, sin prisas. Pero sin pausas.

?