Relanzar la Uni¨®n Europea
El destino final del proceso es la uni¨®n pol¨ªtica, no una simple uni¨®n de Estados soberanos
Hace 60 a?os que se firm¨® el Tratado de Roma con el que se inici¨® el proceso hacia la Uni¨®n Europea. Una uni¨®n que no solo ha significado la superaci¨®n de toda una ¨¦poca hist¨®rica de terribles guerras entre europeos sino que tambi¨¦n ha establecido el espacio pol¨ªtico, econ¨®mico y social m¨¢s democr¨¢tico y avanzado del planeta. Durante casi siete d¨¦cadas los europeos hemos ido poniendo en com¨²n los instrumentos de nuestra uni¨®n, desde aquella lejana asociaci¨®n del carb¨®n y del acero, pasando por la uni¨®n aduanera del Tratado de Roma, el mercado interior del Acta ?nica y el euro del Tratado de Maastricht, hasta la Uni¨®n Europea del Tratado de Lisboa.
Hoy observamos, con creciente inquietud, la situaci¨®n por la que atraviesa nuestra Uni¨®n. La dura crisis econ¨®mica, y su deficiente tratamiento, en el marco de la mundializaci¨®n y la acelerada revoluci¨®n tecnol¨®gica, han hecho aflorar nuevas y viejas contradicciones que est¨¢n sometiendo a la Uni¨®n a una dura prueba que pone en cuesti¨®n hasta su propia existencia. La mayor de estas quiebras es el descontento social, en amplias capas de la ciudadan¨ªa europea, que se traduce en un desapego hacia el proyecto europeo en su actual encarnaci¨®n. El resultado del refer¨¦ndum brit¨¢nico (Brexit), unido a las posiciones de la nueva Administraci¨®n estadounidense, ha supuesto una potente se?al de alarma de que el desarrollo de las cosas europeas no van bien. Porque no se trata solo de Reino Unido. Las posiciones euroesc¨¦pticas o claramente contrarias a la UE avanzan en varios pa¨ªses. Desde populismos, de uno u otro signo, nacionalismos de nueva y vieja factura, hasta ataques descarados a la existencia de la Uni¨®n. Todos ellos bajo el denominador com¨²n del rechazo a las pol¨ªticas que conduzcan a una Europa cada vez m¨¢s unida; la puesta en cuesti¨®n de la validez del euro y la pretensi¨®n de regresar a los viejos modelos de Estados naci¨®n. Empe?o que, de consumarse, nos introducir¨ªa en una senda de peligrosas incertidumbres y de creciente impotencia, en un mundo cada vez m¨¢s interdependiente, pero hegemonizado por grandes poderes pol¨ªticos y econ¨®micos globales. Y sin ninguna garant¨ªa de que no regres¨¢semos a los enfrentamientos de anta?o.
Ante esta situaci¨®n, cuyos retos vamos a tener que afrontar, en la pr¨¢ctica, en las pr¨®ximas consultas electorales en Francia y Alemania, se pueden adoptar diferentes posturas. Si descartamos la extremista de romper el euro y la propia Uni¨®n quedan otras opciones entre las que hay que escoger. De un lado, aparece la tendencia a hacer algunas concesiones a los nacionalismos crecientes, en una especie de apaciguamiento o de alto en el camino, con el mensaje de que quiz¨¢ hemos ido demasiado lejos. En nuestra opini¨®n este ser¨ªa un camino equivocado que conducir¨ªa a un mayor estancamiento de consecuencias no deseables. Los actuales nacionalismos y/o populismos no surgen como consecuencia de demasiada Europa sino m¨¢s bien por todo lo contrario. Nacen cuando la Uni¨®n no tiene, todav¨ªa, los instrumentos necesarios que le permitir¨ªan afrontar con eficacia los problemas que preocupan a los ciudadanos. Es pues una insuficiencia de Europa lo que est¨¢ originando la actual situaci¨®n de crisis.
Por esta raz¨®n, estamos convencidos de que de la pr¨®xima cumbre de Roma deber¨ªa salir un claro proyecto de relanzamiento de la Uni¨®n. Con avances reales en la culminaci¨®n de la uni¨®n econ¨®mica y armonizaci¨®n fiscal; iniciativas hacia la Europa social que generen la necesaria cohesi¨®n; respuestas justas al reto de las migraciones y los refugiados; decisiones en el terreno de la seguridad y la defensa frente a las amenazas terroristas y una visi¨®n de uni¨®n pol¨ªtica futura que permita fecundar una nueva ilusi¨®n y confianza en el proyecto com¨²n. No podemos permitir que esta gran empresa ilustrada y civilizatoria se venga abajo, v¨ªctima de viejos y nuevos ego¨ªsmos y cegueras. Espa?a ha apostado en su Estrategia de Acci¨®n Exterior por una Europa fuerte al se?alar que ¡°el destino final del proceso de construcci¨®n europea es la uni¨®n pol¨ªtica, una Europa federal ¡ªlos Estados Unidos de Europa¡ª, y no simplemente una uni¨®n de Estados soberanos¡±. Creemos que ese y no otro es el camino que debe seguir y el camino que Espa?a debe apoyar firmemente.
Emilio Lamo de Espinosa es presidente del Real Instituto Elcano, y Nicol¨¢s Sartorius, vicepresidente ejecutivo de la Fundaci¨®n Alternativas. Firman tambi¨¦n esta art¨ªculo Emilio Cassinello, director general del Centro Internacional de Toledo para la Paz, y Jordi Bacaria, director de CIDOB.
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