Una de cal y otra de arena
La verdad es que nunca he sabido cu¨¢l es la buena, pero dejando este misterio a parte, la vida ayer me dio de ambas cosas
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La verdad es que nunca he sabido cu¨¢l es la buena, pero dejando este misterio a parte, la vida ayer me dio de ambas cosas.
Sal¨ªa de una tienda de comprarme una funda para el m¨®vil con forma de oreja cuando me encontr¨¦ a un antiguo compa?ero de trabajo. ?Sabes cuando no te acuerdas del nombre de una persona, pero que s¨ª recuerdas que no hab¨ªa mucha afinidad y, por lo tanto, no sabes de qu¨¦ hablar con ella, pero a pesar de todo te trata con mucha campechan¨ªa?
Adem¨¢s, ten¨ªa en la comisura de los labios unas guacheras nacaradas: ¡°El duendecito de la saliva hab¨ªa sacado sus botitas blancas¡±. Brillaban al sol; por un momento cre¨ª que eran piercings.
Despu¨¦s del intercambio de preguntas de cortes¨ªa y de un peque?o duelo de miradas nos despedimos, pero¡ ?HORROR! Camin¨¢bamos en la misma direcci¨®n. Fueron 30 segundos interminables donde dese¨¦ que se abriera una falla tect¨®nica, que cayera un rayo (sobre alguno de los dos), que hubiera una colisi¨®n c¨®smica¡
Pero ayer, como os dec¨ªa al principio, tambi¨¦n recib¨ª un regalo de la vida. Estaba en mi casa tumbado en el sof¨¢ mirando el gotel¨¦ y de repente una llamada: ¡°Perdona Joaqu¨ªn ¡ªcomenz¨® a decir una voz masculina, notablemente azorada¡ª, pero me ha surgido una cosa y no puedo ir a la entrevista que ten¨ªamos ahora¡ lo siento much¨ªsimo¡¡±.
Entonces vinieron a mi mente varios flashazos: entrevista¡ a las 12¡ en el hotel de las letras¡
Se me hab¨ªa olvidado por completo, pero el destino hab¨ªa hecho el trabajo por su cuenta. Me invadi¨® una sensaci¨®n como cuando vas en el coche y hay un cambio de rasante¡ v¨¦rtigo y felicidad.
Aprovech¨¦ entonces para decirle que eso no se hac¨ªa y que era un informal y que ya ver¨ªamos si le conced¨ªa otra entrevista. Mir¨¦ otra vez al gotel¨¦, hab¨ªa una cara sonriente.
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