Lo que se puede hacer gratis en las ciudades mide su calidad
?Los juegos infantiles deben ser seguros o entretenidos? ?Cu¨¢ntas veces se puede interrumpir un paseo? Las dudas y las certezas del estudio 'Elemental al dise?ar el Parque Metropolitano de Santiago de Chile' apuntalan un di¨¢logo sobre vegetaci¨®n, espacio p¨²blico, civismo y convivencia
La Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) recomienda que las ciudades tengan entre 10 y 15 metros cuadrados de zona verde por habitante. Pocas urbes del planeta cumplen con esa recomendaci¨®n. En Espa?a, Vitoria es la ciudad con mayor porcentaje de espacio vegetal p¨²blico por habitante (m¨¢s de 20 metros cuadrados por persona), y C¨®rdoba y Murcia ¡ªseg¨²n datos de hace siete a?os¡ª se disputan el puesto de ciudad con menos espacios verdes por habitante.
La necesidad de dotar la ciudad de zonas verdes de recreo, formaci¨®n y conexi¨®n est¨¢ detr¨¢s del proyecto del Parque Metropolitano de Santiago de Chile que el estudio Elemental inaugur¨® hace un lustro con una primera fase, un parque infantil. Esa primera piedra del gran parque urbano sintetiza las claves de lo que pueden y deben aportar los grandes jardines del siglo XXI:
1-Los parques del nuevo siglo deber¨¢n reparar. Un jard¨ªn debe tratar de unir y salvar las interrupciones urbanas. En ese sentido, el Parque del Bicentenario quiere aprovechar un antiguo canal que lo rodea para ubicar all¨ª un paseo. Esa idea ¡ªpresente en la Tesis del arquitecto Ricardo Torrej¨®n¡ª es tan l¨®gica como visionaria. Si la idea de hogar se relaciona con cobijo, ser¨¢ la suma de los espacios verdes comunitarios lo que constituir¨¢ el amparo en la ciudad.
2-Un parque es un proyecto de continuidad. No s¨®lo porque es una arquitectura viva que exige un mantenimiento inaplazable sino porque adem¨¢s puede crecer cambiando la ciudad. En ese sentido, el Parque de la infancia que construy¨® Elemental quiso ser la primera piedra de un futuro Parque Metropolitano que aproveche las vistas al Norte de Santiago, las de la Cordillera de la Costa y el Cerro Blanco. Se trata de evitar una plaga constructiva que mate de ¨¦xito las urbes, se trata de ampliar las ciudades sin descuidar el civismo.
3-Un parque debe trabajar con lo que tiene a mano. Y en ese sentido debe revertir las dificultades del terreno y utilizarlas a su favor. En el este primer Parque la Infancia de Aravena los senderos, las fuentes, los juegos infantiles, las sombras y las sorpresas son importantes, pero lo fundamental es justo eso: el aprovechamiento de la pendiente del cerco del parque para ubicar en las laderas del cerro los resbalines (toboganes) con diversos niveles de riesgo y dificultad. ?Los juegos infantiles deben ser seguros o entretenidos? Un tobog¨¢n se convierte as¨ª adem¨¢s de en una distracci¨®n en una lecci¨®n: uno debe asumir las consecuencias de sus decisiones y acciones.
4-Un parque es, finalmente, espacio y tiempo. Se dice siempre que un jard¨ªn ¡ªp¨²blico o privado¡ª no se puede juzgar hasta pasados diez a?os de su siembra. Es entonces cuando el parque alcanza su esplendor. A esa d¨¦cada, el arquitecto Alejandro Aravena, su estudio Elemental, y las paisajistas Marta Vivero y Priscila Conca, tuvieron que sumar numerosos a?os de planificaci¨®n, acuerdos, estudios y correcciones. Lo han contado en numerosas ocasiones. ?Qu¨¦ fuerza empuja a perseverar en proyectos que parecen resistirse? Seguramente es el convencimiento de la capacidad transformadora de la vida de las personas lo que consigue la perseverancia y el esfuerzo necesario para levantar parques propositivos, valientes y necesarios.
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