Rajoy, segunda parte
El europe¨ªsmo del presidente contrasta con su inmovilismo sobre Catalu?a
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Mariano Rajoy aprende poco a poco las reglas del Gobierno en minor¨ªa obligado a buscar puntos de acuerdo con otros, una situaci¨®n muy diferente a cuando mandaba con mayor¨ªa absoluta, como se ha visto en la entrevista publicada ayer por este peri¨®dico. El jefe de un partido votado por casi ocho millones de espa?oles no pod¨ªa encerrarse en repetir hasta el infinito que solo el PP garantiza la estabilidad del sistema. ?l parece pensar que su parte en el trabajo es que Espa?a crezca econ¨®micamente y se cree empleo y que los dem¨¢s tienen que darle la estabilidad pol¨ªtica. Buscarla es su responsabilidad y requiere un trabajo mucho m¨¢s activo de di¨¢logo con los dem¨¢s grupos, teniendo en cuenta que a Espa?a le interesa un tiempo de estabilidad para sostener la recuperaci¨®n econ¨®mica, atender a las necesidades de los espa?oles m¨¢s afectados por la crisis precedente y proyectar hacia el exterior una buena imagen.
Es interesante la evoluci¨®n del presidente del Gobierno hacia un europe¨ªsmo activo. Se posiciona claramente a favor de una Europa a dos velocidades despu¨¦s de una legislatura anterior en que Espa?a estuvo claramente a la defensiva en pol¨ªtica europea. Tiene toda la raz¨®n en temer lo peor si la extrema derecha francesa, encarnada por Marine Le Pen, se encaramara al poder en un pa¨ªs clave de la UE, con un programa claramente antieurope¨ªsta. En todo caso, sin duda es de desear que Espa?a sea un actor m¨¢s visible en la escena europea.
Sigue siendo decepcionante su actitud sobre el conflicto planteado por las autoridades independendistas catalanas. Rajoy contin¨²a en el inmovilismo; habla gen¨¦ricamente de aplicar la ley pero no hace ning¨²n planteamiento proactivo. Si acaso invita a los secesionistas a que hagan ellos una propuesta de reforma constitucional. ?Y por qu¨¦ no la hace el presidente? No se trata solo de la negativa a tratar el problema durante sus a?os de gobierno, sino de la responsabilidad del PP en haber llevado al Tribunal Constitucional el Estatut negociado y aprobado en la ¨¦poca de Rodr¨ªguez Zapatero, lo que termin¨® de dar alto voltaje a la cuesti¨®n. Todo ello ha sido un conjunto de errores que hay que enmendar, de forma que no cabe atrincherarse en aplicar la ley y eso es todo. Se necesitan m¨¢s cintura pol¨ªtica y flexibilidad.
En medio del empuje de las autoridades separatistas, Rajoy cierra la puerta definitivamente a un refer¨¦ndum, pero contin¨²a sobrando tecnocratismo y falta calor pol¨ªtico en ese fr¨ªo planteamiento, si lo que se quiere es llegar a millones de catalanes inquietos por el separatismo.
El presidente del Gobierno tiene raz¨®n al admitir claramente que la corrupci¨®n ha hecho perder muchos apoyos a su partido, pero parece no entender que la corrupci¨®n requiere acciones y responsabilidad pol¨ªtica, no sentarse simplemente a esperar a los tribunales y llegar al conflicto con su socio, Ciudadanos, como se ha visto en los casos de Murcia o de la comisi¨®n parlamentaria de investigaci¨®n sobre las finanzas del PP. Esto es lo que incrementa la desafecci¨®n.
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