Trump y Hoover: nuevos tiempos, viejos errores
Varias d¨¦cadas despu¨¦s, un presidente de EEUU puede repetir los mismos errores de los a?os treinta del siglo XX
En el a?o 1928 una gran parte de la poblaci¨®n de Estados Unidos se sent¨ªa descontenta. La tecnolog¨ªa y la globalizaci¨®n hab¨ªan puesto a los agricultores en una precaria situaci¨®n: los veh¨ªculos de motor hab¨ªan desplazado a los animales de carga y generado un excedente agr¨ªcola que presionaba a la baja precios y salarios, y al que no pod¨ªa darse salida por el competitivo precio de las importaciones, que se percib¨ªan como una amenaza.
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En paralelo, la inmigraci¨®n mexicana se consideraba un problema. A los numerosos mexicanos que decidieron quedarse en los territorios incorporados a Estados Unidos tras la guerra de 1848 se sumaron los exiliados y desplazados por la revoluci¨®n mexicana de 1910-1920. Muchos trabajaron en la miner¨ªa, la industria o los ferrocarriles y favorecieron la expansi¨®n americana, pero con la crisis de 1920-21 comenz¨® una agresiva campa?a anti-inmigraci¨®n que se tradujo en 1924 en la creaci¨®n de una Patrulla Aduanera en la frontera con el pa¨ªs vecino (el muro no comenzar¨ªa a construirse hasta setenta a?os despu¨¦s).
As¨ª pues, el proteccionismo y el freno a la inmigraci¨®n fueron temas candentes de la campa?a electoral de 1928. Herbert Hoover, un rico empresario minero metido a pol¨ªtico, algo arrogante (¡°quien a los cuarenta no haya ganado un mill¨®n de d¨®lares es que no vale mucho¡±, sol¨ªa decir), supo interpretar el descontento de los agricultores y obreros blancos protestantes: durante su campa?a electoral prometi¨® a los primeros subir los aranceles, a los segundos frenar la inmigraci¨®n y a todos garantizarles sus trabajos y sus salarios. Su eslogan electoral era muy simple: ¡°Una gallina en cada cazuela y un coche en cada garaje¡±. Y funcion¨®.
Hoover asumi¨® la presidencia en marzo de 1929. Era seguro de s¨ª mismo, aunque al mismo tiempo distante, t¨ªmido y extremadamente sensible a la cr¨ªtica. No era un gran orador, pero como buen empresario le gustaba hablar claro y por ello prometi¨® ¡°una nueva fase de relaciones¡± con la prensa ¨Ccon la que nunca mantuvo una buena qu¨ªmica¨C, renunciando inicialmente a nombrar un portavoz y ¨Caunque entonces no hab¨ªa Twitter¨C pidi¨¦ndole a los periodistas que le citasen directamente.
El proteccionismo y el freno a la inmigraci¨®n fueron temas candentes de la campa?a electoral de 1928
Apenas hab¨ªa comenzado a gobernar tuvo que enfrentarse al crac burs¨¢til de octubre de 1929 y se vio obligado a tomar decisiones dr¨¢sticas con car¨¢cter inmediato.
Por un lado, para estimular el empleo promovi¨® la construcci¨®n de infraestructuras p¨²blicas como la Presa Hoover en el r¨ªo Colorado (ya aprobada por su predecesor), subsidi¨® la producci¨®n naval y cre¨® un fondo para estabilizar los precios agr¨ªcolas. Pero al mismo tiempo tom¨® dos pol¨¦micas medidas que se convirtieron en grandes errores hist¨®ricos.
Su primer gran error fue su pol¨ªtica inmigratoria con M¨¦xico. Tras prohibir que las empresas con empleados mexicanos pudieran contratar con el Gobierno federal ¨Clo que gener¨® un gran n¨²mero de despidos¨C, inici¨® el tan infausto como olvidado ¡°Programa de Repatriaci¨®n Mexicana¡±: la deportaci¨®n forzosa a partir de 1929 de m¨¢s de 500.000 ciudadanos mexicanos (algunas fuentes la elevan hasta los 2 millones, muchos de nacionalidad estadounidense), en medio de dram¨¢ticas redadas policiales como la de 1931 en Los Angeles. Fueron trasladados en trenes desde Arizona, California, y Texas, con escaso o nulo respeto por sus derechos legales, todo bajo el triste eslogan oficial: ¡°Los trabajos americanos, para los aut¨¦nticos americanos¡±. La historia estadounidense ha preferido mantener un discreto silencio sobre ese hecho, aunque en 2005 el Estado de California se vio obligado a aprobar una ¡°Ley de Disculpa por el Programa de Repatriaci¨®n de 1930¡±.
Su segundo gran error, la protecci¨®n comercial, respond¨ªa tambi¨¦n a una promesa electoral. Espoleado por los senadores republicanos Smoot y Hawley, y sin estar muy convencido, Hoover propuso en mayo de 1929 una ley que supon¨ªa un fort¨ªsimo incremento de los aranceles de importaci¨®n de productos agr¨ªcolas e industriales, con un aumento medio del 20%. De nada sirvi¨® que en mayo de 1930 m¨¢s de mil economistas (entre ellos Paul Douglas e Irving Fisher) firmasen un manifiesto en contra de la medida, que Henry Ford se pasase una noche entera en la Casa Blanca intentando convencer a Hoover de que vetara la ley, o que el principal ejecutivo de J. P. Morgan dijera que ¡°casi se puso de rodillas¡± ante el presidente para pedirle lo mismo. El arancel se aprob¨® formalmente en junio de 1930, en medio de notas de protesta de los gobiernos de los principales socios comerciales. Canad¨¢ respondi¨® con un fuerte aumento arancelario que afect¨® al 30% de las exportaciones estadounidenses y Francia, Inglaterra y Alemania desviaron su comercio.
Aunque el arancel Smoot-Hawley produjo una mejor¨ªa inicial de la producci¨®n y los salarios locales, pronto los efectos de las represalias se hicieron notar. Para colmo, en un ambiente de proteccionismo creciente, el multilateralismo recibi¨® la puntilla con la crisis financiera de 1931: el colapso del principal banco austr¨ªaco en mayo oblig¨® al gobierno alem¨¢n a imponer restricciones cambiarias. Otros pa¨ªses le siguieron, y en septiembre la propia Inglaterra ¨Ccondicionada por sus pr¨¦stamos a Alemania¨C se vio obligada a abandonar el patr¨®n cambio oro y dejar flotar la libra esterlina. Ante esa tesitura, considerando inviable la devaluaci¨®n real requerida de precios y salarios, unos pa¨ªses decidieron abandonar el patr¨®n oro y dejar depreciar sus monedas para ganar competitividad, como los pa¨ªses n¨®rdicos y Jap¨®n; otros lo mantuvieron e impusieron aranceles, cuotas u otras medidas restrictivas del comercio y de los pagos, como Francia, Canad¨¢, Sud¨¢frica, Alemania u Holanda. Al final, hasta la propia Inglaterra termin¨® en 1932 por subir sus aranceles.
Ni la expulsi¨®n de los mexicanos ni el proteccionismo ayudaron a la recuperaci¨®n econ¨®mica, sino que m¨¢s bien la perjudicaron, retras¨¢ndola. Entre 1929 y 1933 las importaciones estadounidenses cayeron un 66% y las exportaciones un 61%, y el desempleo subi¨® hasta el 25%. Herbert Hoover fue barrido en las siguientes elecciones frente a Franklin Delano Roosevelt, quien impuls¨® el New Deal y la recuperaci¨®n, redujo los aranceles y, tras la II Guerra Mundial, ayud¨® a sentar las bases de un nuevo orden mundial basado en la cooperaci¨®n econ¨®mica y comercial y el multilateralismo.
Hoover abandon¨® la presidencia en medio de la hostilidad de la prensa y el resentimiento de la poblaci¨®n, pero con el tiempo conseguir¨ªa rehabilitar su imagen, realizando labores de asesoramiento para la administraci¨®n Truman. Retirado de la vida p¨²blica, muri¨® en Nueva York en 1964, probablemente sumido en el remordimiento. Qui¨¦n le iba a decir a ¨¦l que en la segunda d¨¦cada del siglo siguiente otro empresario convertido en presidente, enfrentado a problemas similares, estar¨ªa dispuesto a repetir los mismos errores.
Enrique Fe¨¢s es T¨¦cnico Comercial y Economista del Estado y coeditor del Blog NewDeal (blognewdeal.com)
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