La pit¨®n y Mr. Akbar
Tener experiencia con serpientes hace ser esc¨¦ptico en el caso del joven devorado
Quiso la casualidad que la luctuosa noticia del joven indonesio engullido por una pit¨®n me encontrara alimentando a mi serpiente. No ha sido lo mismo verla atrapar, constre?ir y deglutir el ratoncillo que es su mensual presa viva, teniendo en la retina las im¨¢genes del ya famoso y viral v¨ªdeo en el que se observa c¨®mo abren a la pit¨®n y dentro aparece Akbar Salubiro completo, con botas y todo. Sin embargo, como aficionado a las serpientes y modesto conocedor de sus usos y costumbres alimenticias ¡ªno en balde llevo alimentando a la m¨ªa casi tres lustros¡ª he de decir humildemente que la historia me escama un tanto (y valga la expresi¨®n). No es que las serpientes no se puedan tragar casi cualquier cosa si son lo suficientemente grandes (y una pit¨®n de siete metros lo es), sino que el estado de la v¨ªctima no se corresponde con lo que mi experiencia me dice que deber¨ªa ser. Mi serpiente, una culebra del ma¨ªz americana, ha vomitado varias veces su presa, por grande, indigesta o vaya usted a saber por qu¨¦, e invariablemente lo que ha salido era una masa amorfa y estrujada en la que costaba identificar a la v¨ªctima, y ni te digo ponerle nombre. Para m¨ª que Mr. Akbar presentaba un aspecto demasiado bueno (es un decir) para haber sido aplastado por los anillos de una pit¨®n y luego zampado: un proceso que requiere de enormes esfuerzos por parte de la serpiente. Lamento dar la nota esc¨¦ptica: en nuestro fuero interno todos queremos creer que existen serpientes devoradoras de hombres, y estremecernos con la idea de que un fr¨ªo monstruo viscoso nos trague enteritos.
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