C¨¢mara de eco
Nuestro tr¨¢fico masivo en la web est¨¢ generando un tesoro de informaci¨®n sobre el comportamiento humano
Los angloparlantes lo llaman c¨¢mara de eco (echo chamber),que denota una sala insonorizada y connota una caja de resonancia donde lo ¨²nico que oyes es tu propia voz rebotada en las paredes. El t¨¦rmino se est¨¢ imponiendo en la literatura t¨¦cnica para designar la manera en la que los ciudadanos nos informamos en nuestros tiempos impregnados de tecnolog¨ªa, donde nos pasamos el d¨ªa leyendo las cosas que refuerzan nuestros prejuicios y creencias; donde renunciamos a inclinar la cabeza en el ¨¢ngulo adecuado para entender los argumentos del otro. Si te informas por tus seguidores y seguidos en Twitter, tus gustadores y gustados en Facebook y tu selecci¨®n de amigotes en Google+, lo m¨¢s probable es que no te enteres de qu¨¦ va el tema. Esto no es ya que deval¨²e el debate pol¨ªtico. Es que lo elimina de ra¨ªz.
Para hacer frente a este conocimiento sesgado y tuerto, yo suelo recomendar leer libros. Y me acabo de llevar un chasco monumental. He aqu¨ª por qu¨¦.
Nuestro tr¨¢fico masivo en la web est¨¢ generando un tesoro de informaci¨®n sobre el comportamiento humano. La mayor parte de esos datos son secreto industrial. Google, Facebook, Apple y los dem¨¢s hacedores de nuestro mundo auguran para ellos un mercado demasiado jugoso como para compartirlo con la competencia. Esos datos no solo conocen lo que hacemos, compramos y visitamos, sino que son capaces de predecir nuestros gustos mejor que nosotros mismos. Los publicistas y sus clientes se desviven por copiarlos y pegarlos en su lista de correo, como ya han empezado a hacer en la medida legal de sus posibilidades. Pero los cient¨ªficos tambi¨¦n pueden acceder a ellos en ocasiones.
Los ¨²ltimos en hacerlo han sido unos soci¨®logos y cient¨ªficos de la computaci¨®n (universidades de Chicago, Yale, Cornell, publicado en Nature) que han utilizado millones de datos de compradores de libros en Amazon y Barnes and Noble, bajo la condici¨®n de anonimato de las personas, que aqu¨ª son solo un n¨²mero de c¨®digo. Y han descubierto un hecho asombroso. Los lectores progresistas y liberales (los que compran libros pol¨ªticos de esa cuerda) tienden a leer tambi¨¦n libros de ciencia b¨¢sica (f¨ªsica, biolog¨ªa, astronom¨ªa, antropolog¨ªa), mientras que los conservadores prefieren la ciencia aplicada (geof¨ªsica, qu¨ªmica org¨¢nica, medicina, criminolog¨ªa). Nadie sabe a qu¨¦ demonios se puede deber esto, pero los datos son claros como el agua de un torrente.
Contra lo que yo cre¨ªa, leer libros no es un ant¨ªdoto contra la c¨¢mara de eco. Nuestra posici¨®n pol¨ªtica sesga incluso nuestras lecturas m¨¢s cient¨ªficas. Ser¨ªa interesante saber por qu¨¦.
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