La melancol¨ªa y un campo de amapolas
La Organizaci¨®n Mundial de la Salud ha invitado en su ¡®d¨ªa¡¯ a batirse contra la depresi¨®n
Este a?o la Organizaci¨®n Mundial de la Salud ha puesto en marcha una campa?a con ocasi¨®n del D¨ªa Mundial de la Salud con el lema Hablemos de depresi¨®n. Y quiero aprovechar para contar como lo ve alguien que ha tenido el privilegio de dedicar la mayor parte de su vida a estar alrededor de la persona que padece una enfermedad mental desde variadas situaciones.
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Y por ah¨ª empiezo. No existen enfermedades, existen personas enfermas. Cada una distinta y diferente. Cada una con su ¨¢mbito familiar. Cada una con padres y madres o sin ellos. Con hermanos y hermanas o sin ellos. Con medios y sin ellos.
En mis inicios como m¨¦dico forense, all¨¢ por finales de los ochenta, me los encontr¨¦ en la cl¨ªnica m¨¦dico forense de Valencia, primero, y de Badajoz, despu¨¦s. Pero si queremos entender lo que la depresi¨®n significa para m¨ª, me tengo que remontar a la Facultad de Medicina de C¨®rdoba, donde me form¨¦ y al dispensario de la avenida Reina Victoria donde pasaba consulta el profesor Carlos Castilla del Pino. All¨ª aprend¨ª m¨¢s que nunca en mi vida. All¨ª descubr¨ª a aquel paciente de Fern¨¢n N¨²?ez o de Rute que describ¨ªa su vida como un campo de amapolas, de tristeza y de melancol¨ªa, al que no pod¨ªamos auscultar porque la pena no tiene latidos, tampoco palpar porque no tiene timpanismo. Por eso era tan importante hablar, preguntar, encontrar razones suficientes para la tristeza. Y descubr¨ª que dentro de nuestra cabeza no est¨¢n solamente las neuronas que nos permiten ser inteligentes, sino el origen de la pena, que es como llaman a la melancol¨ªa los pacientes cuando les preguntas por su vida.
Luego el presidente Rodr¨ªguez Ibarra me pidi¨® que me hiciera cargo de la sanidad extreme?a, antes de las trasferencias del Insalud, haciendo el primer plan de salud mental de Extremadura como responsable de la consejer¨ªa correspondiente. Y en los trabajos previos pudimos darnos cuenta de que la reforma psiqui¨¢trica en Espa?a se estaba haciendo mal. Se cerraban recursos sin tener en cuenta que hab¨ªa que desarrollar los nuevos como alternativa previa. Yo pude comprobar que en los centros de acogida de muchas ciudades se acumulaban personas que probablemente no debieron estar nunca en un hospital psiqui¨¢trico, pero tampoco fuera de ellos sin que estuvieran preparados para la transici¨®n.
Dentro de nuestra cabeza no est¨¢n solamente las neuronas que nos permiten ser inteligentes, sino el origen de la pena
Pero ahora toca hacer frente al gran reto de la depresi¨®n. Se calcula que en Europa el 6,8 por ciento de la poblaci¨®n la padece. Es indiscutible que la crisis y los recortes han agravado la situaci¨®n. Se hace necesario apelar de nuevo a una estrategia de salud mental que no sea reactiva sino proactiva, capaz de darse cuenta de que la cabeza y el coraz¨®n, la riqueza y la pobreza, la formaci¨®n y la ausencia de ella no son antagonistas, sino que deben encontrarse.
Si fuera verdad que Espa?a ha salido de la crisis, lo que cuesta entender si te mueves cerquita de la pobreza y la precariedad laboral que se han instalado en la vida de muchos espa?oles, deber¨ªamos destinar los primeros recursos a cuidar a los que lloran con motivo, aunque su motivo forme parte de su inmenso campo de amapolas.
La relaci¨®n entre la crisis econ¨®mica y la salud es tan evidente que si no entendemos que la desigualdad se ha instalado en nuestras vidas en el ¨¢mbito de la salud, no habremos entendido nada.
Necesitamos reforzar la salud infantil y juvenil, la salud mental con perspectiva de g¨¦nero, la coordinaci¨®n entre la salud, la atenci¨®n comunitaria y los servicios sociales.
Y sobre todo, necesitamos ser conscientes de que la pena no es un capricho. Llega a nuestras vidas. Y la podemos superar solos o no. Esa es la diferencia entre la pena sentimiento y la pena enfermedad. Para la primera, hay que buscar afectos. Para la segunda, terapias y tratamientos.
Se hace necesario poner al servicio de las prioridades los recursos del sistema p¨²blico de salud. La depresi¨®n lo debe ser, aunque los que sufren en silencio hagan menos ruido.
Guillermo Fern¨¢ndez Vara es m¨¦dico forense y presidente de la Junta de Extremadura.
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