La tentaci¨®n siria de Trump

En un momento de caos y confusi¨®n en su Administraci¨®n, Trump ha encontrado algo sencillo y efectista (que no efectivo) que hacer. Porque, por parad¨®jico que parezca, para un presidente de EE UU es m¨¢s sencillo bombardear una base a¨¦rea situada a 9.212 kil¨®metros de la Casa Blanca que aprobar una reforma sanitaria o prohibir que entren en su pa¨ªs ciudadanos de otro.

Como hemos visto, en un pa¨ªs con una estricta separaci¨®n de poderes y m¨²ltiples capas de Gobierno, el presidente de EE UU no necesita pasar por el Congreso ni obtener una resoluci¨®n de Naciones Unidas para atacar la base de Shayrat, desde donde supuestamente partieron los aviones que lanzaron el ataque con armas qu¨ªmicas sobre la poblaci¨®n de Jan Sheijun.

Cierto que esos 59 misiles de crucero no cambian el equilibrio estrat¨¦gico del conflicto ni alteran un ¨¢pice el curso de guerra, que El Asad hace tiempo que ha ganado gracias al apoyo de Rusia e Ir¨¢n, la pasividad occidental y la inestimable colaboraci¨®n del ISIS, empe?ado en oponer una barbarie de igual o superior calibre a la practicada por el r¨¦gimen de El Asad.

S¨ª que incomodan esos misiles un poco a Mosc¨², convertido en el garante de la integridad del r¨¦gimen sirio. Pero a Trump no le viene mal aparecer, aunque sea durante diez minutos, como alguien que no est¨¢ plenamente alineado con Putin, a quien, recordemos, un l¨ªder con la incontinencia verbal de Trump no ha dedicado ni una sola invectiva o reproche.

Para un presidente de EE UU es m¨¢s sencillo bombardear una base a¨¦rea situada a 9.212 kil¨®metros de la Casa Blanca que aprobar una reforma sanitaria

Pero la cosa no es para tanto: Washington avis¨® a Mosc¨² del ataque, la base a¨¦rea era siria, no rusa, y si Mosc¨² es inteligente, protestar¨¢ un poco pero dejar¨¢ que las cosas se calmen porque, al fin y al cabo, el ataque qu¨ªmico ha sido est¨²pido e insensato y Rusia es la primera interesada en decirle al r¨¦gimen sirio que por ese camino no podr¨¢ seguir prest¨¢ndole el inestimable apoyo diplom¨¢tico y militar que le ha concedido hasta ahora.

Este ataque es por tanto poco m¨¢s que un pellizco, pero sumamente ¨²til, porque act¨²a en m¨²ltiples direcciones, una de las cuales, que no hay que minusvalorar, apunta directamente a Obama. El 30 de agosto de 2013, a pesar de haber dicho que el empleo de armas qu¨ªmicas por parte de El Asad ser¨ªa una ¡°l¨ªnea roja¡±, no us¨® la opci¨®n militar despu¨¦s de que un ataque con gas sar¨ªn matara a 1.400 civiles en las afueras de Damasco. Entonces, Obama intercambi¨® la opci¨®n militar por un proceso de desarme completo y destrucci¨®n de arsenales qu¨ªmicos supervisado por Naciones Unidas. Ahora, Trump no solo hace aparecer a Obama como pusil¨¢nime, sino como alguien que fue enga?ado por El Asad. Y de paso restaura la capacidad disuasoria de EE UU y las l¨ªneas rojas en caso de ataque qu¨ªmico. Trump se marca un tanto f¨¢cil, barato y con amplio retorno. Siempre dijimos que la divisi¨®n de poderes har¨ªa fracasar a Trump en casa, pero que sus amplios poderes como comandante en jefe podr¨ªan hacerle mirar m¨¢s hacia fuera y tentarle a usar la fuerza. Quiz¨¢ sea este el comienzo.