La verdadera ¡®marca Espa?a¡¯ es la cultura y est¨¢ por los suelos
Un exhaustivo informe recoge un suspenso en el estado de la cuesti¨®n
Si un peri¨®dico se nutre en general de malas noticias, irregularidades y anomal¨ªas, de las heridas y cicatrices de la sociedad, el ¨¢rea de cultura suele dar un respiro. Ah¨ª viven las buenas noticias: la creaci¨®n, el surgimiento de nuevos autores o novedades de otros consolidados que pueden acompa?arnos en el trance. Pero esta semana, esta zona generalmente tan reparadora se ha apuntado tambi¨¦n al carro de las malas noticias. Y lo ha hecho porque un Informe sobre el estado de la cultura de la Fundaci¨®n Alternativas recoge un suspenso decepcionante en la cuesti¨®n.
En Espa?a hace siglos que se pone el sol todos los d¨ªas, s¨ª, pero en su idioma principal, el castellano, no se pone nunca, porque 500 millones de personas lo hablan en todo el mundo. Sin embargo el pa¨ªs de Cervantes, due?o de un patrimonio cultural que ya quisieran tantos Estados m¨¢s j¨®venes, d¨¦biles o poderosos, deja languidecer su cultura sin apoyos econ¨®micos p¨²blicos, sin la regulaci¨®n necesaria para defender el trabajo de los creadores ni la conciencia y defensa del valor que tiene. La cultura deber¨ªa ser la verdadera marca Espa?a, pero no se cuida suficientemente y su vigor sobrevive a pesar de lo p¨²blico, y no con su impulso.
El informe de Alternativas, realizado a partir de un centenar de entrevistas, recoge la peor nota general en cinco a?os (4,4); suspenso en presupuestos (se ha perdido un 38% desde el inicio de la crisis); suspenso en remuneraci¨®n de la creaci¨®n; suspenso en acceso a la cultura, y suspenso en igualdad (39,8% de los trabajadores del sector son mujeres, frente al 60% que suponen las mujeres en los estudios de estas ¨¢reas; por no hablar de la vergonzosa escasez de acad¨¦micas y premiadas).
La ¨²nica buena noticia es la propia creaci¨®n, que crece y se extiende en nuevos canales de distribuci¨®n gracias a las redes. No hay problema de talento. La literatura, el cine, el teatro o la m¨²sica tienen excelente salud, pero la ca¨ªda de los presupuestos, la falta de impulso a la promoci¨®n de la lectura y las artes y la ausencia de una legislaci¨®n que defienda el trabajo de los creadores minan su situaci¨®n. Porque al fin y al cabo, como dijo el cineasta y acad¨¦mico Manuel Guti¨¦rrez Arag¨®n en la presentaci¨®n, ¡°no es lo mismo derecho a la cultura gratuita que a la cultura barata¡±.
Umberto Eco nos alert¨® una y otra vez del peligro de que Internet aborregara a la mayor¨ªa por debajo en lugar de alinearnos por arriba, de que ampliara la brecha entre un amplio p¨²blico capaz de encandilarse con la intrascendencia mientras una minor¨ªa se despega gracias al acceso al conocimiento que facilita la Red. Y el informe de Alternativas le va dando la raz¨®n: los nuevos consumos culturales (Netflix, por ejemplo, para el cine) redundan en la fortaleza de los grandes y en la imitaci¨®n de los esquemas triunfantes en lugar de fomentar la innovaci¨®n. Solo una defensa activa de las voces propias, demasiado vulnerables ante un mercado de gigantes y replicantes, puede marcar la diferencia. Y para eso hay que apostar.
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