¡°?Bastan 100 tampones para seis d¨ªas en el espacio?¡±
La carrera espacial estuvo llena de obst¨¢culos machistas para las astronautas, que hoy baten r¨¦cords
Era agosto de 1982 y Svetlana Savitskaya se acababa de convertir en la segunda mujer de la historia que viajaba al espacio, el sue?o de su vida. Cuando se abri¨® la escotilla de la estaci¨®n espacial sovi¨¦tica, sus compa?eros la recibieron con una de las frases m¨¢s infames de la historia de la astron¨¢utica: "Tenemos un delantal preparado para ti, Sveta. Como si estuvieras en casa. Por supuesto, tenemos una cocina para ti; all¨ª es donde trabajar¨¢s". Esta supuesta broma condensa mucho de lo que sufrieron las mujeres astronautas, ya que a su carrera espacial, adem¨¢s de las dificultades t¨¦cnicas y los riesgos vitales, se sum¨® un gigantesco obst¨¢culo: el machismo. Conocemos muchas situaciones como la de Savitskaya, que se suceden desde los inicios de la exploraci¨®n espacial en la d¨¦cada de 1960 hasta nuestros d¨ªas.
El vicepresidente Johnson zanj¨® el debate sobre las posibles mujeres astronautas: "Paremos esto ya"
Pero las cosas est¨¢n cambiando. El domingo 9 de abril, la bioqu¨ªmica Peggy Whitson se convirti¨® en la primera mujer en comandar dos veces la Estaci¨®n Espacial Internacional (ISS). A sus 57 a?os, tiene el r¨¦cord de paseos espaciales entre las mujeres, con ocho (el r¨¦cord de su pa¨ªs lo tiene Michael L¨®pez-Alegr¨ªa, con 10), y fue la primera mujer en convertirse en jefa de Astronautas de la NASA. La semana pasada, Rusia y EE UU acordaron prolongar su estancia en la ISS tres meses m¨¢s de lo previsto, con lo que se convertir¨¢ en el astronauta estadounidense que m¨¢s tiempo ha pasado en el espacio, m¨¢s all¨¢ de los 534 d¨ªas de su compa?ero Jeff Williams. Whitson ya no solo bate r¨¦cords de mujeres, sino marcas absolutas de la astron¨¢utica.
El camino hasta aqu¨ª ha sido muy duro para ellas: ignoradas, utilizadas, rechazadas, humilladas y manipuladas. Su historia comenz¨® con un gran no, el de las autoridades estadounidenses que no quer¨ªan mujeres en su programa de exploraci¨®n espacial. El mismo m¨¦dico que hab¨ªa estado poniendo a prueba el f¨ªsico de los pilotos militares que se convertir¨ªan en astronautas, Randy Lovelace, seleccion¨® un grupo de mujeres para que fueran las pioneras. "Ya estamos en condiciones de decir que ciertas cualidades de las pilotos espaciales femeninas son preferibles a las de sus compa?eros masculinos", asegur¨® tras las pruebas. Fue in¨²til. El vicepresidente Lyndon Johnson lo zanj¨® escribiendo de su pu?o y letra: "Paremos esto ya". Las trece mujeres que hab¨ªa examinado Lovelace (recordadas como las Mercury 13), y que en muchos casos batieron las capacidades f¨ªsicas de los hombres, jam¨¢s viajar¨ªan al espacio.
Gagarin bromear¨ªa diciendo que, como en los barcos, una mujer a bordo es una fuente de problemas
EE UU se apresuraba para poner en ¨®rbita a un hombre despu¨¦s de que Yuri Gagarin hubiera marcado el primer gol para los sovi¨¦ticos en 1961. Luego se anunci¨® que la URSS pondr¨ªa en ¨®rbita a una mujer, Valentina Tereshkova, lo que reabri¨® el debate p¨²blico en EE UU. Las Mercury 13 reclamaban su derecho a ser astronautas, lo que motiv¨® que el Congreso realizara una vista para estudiar la situaci¨®n. All¨ª, el primer estadounidense en orbitar la Tierra, John Glenn, asegur¨® que las mujeres no deb¨ªan ir al espacio porque era una cuesti¨®n de "orden social". "Es solo un hecho", asegur¨® Glenn, "los hombres van y luchan en las guerras y vuelan en los aviones y vuelven y ayudan a dise?arlos y construirlos. El hecho de que las mujeres no est¨¦n en este campo es una realidad de nuestro orden social". Glenn se convertir¨ªa en un h¨¦roe nacional, recibiendo miles de cartas de ni?as que quer¨ªan ser astronautas, pero ¨¦l no las animaba a intentarlo. Hillary Clinton fue una de estas ni?as que escribi¨® a la NASA en 1961: "No aceptamos chicas como astronautas", respond¨ªan.
Mientras en EE UU justificaban la discriminaci¨®n porque no hab¨ªa mujeres pilotos de guerra (no se permit¨ªa que las hubiera), en la URSS preparaban a la obrera y paracaidista Tereshkova. Era un trofeo m¨¢s en la vitrina sovi¨¦tica de la carrera espacial: el primer sat¨¦lite, el primer animal en el espacio, el primer hombre, la primera mujer. Los sovi¨¦ticos tardar¨ªan 19 a?os en volver a poner en ¨®rbita a una cosmonauta, lo que muestra escaso inter¨¦s por la paridad espacial. Ser¨ªa Savitskaya, y la ¨²nica raz¨®n para lanzarla fue volver a quedar por encima de EE UU, que hab¨ªa anunciado que Sally Ride se convertir¨ªa su primera astronauta en 1983. Tanto Savitskaya como Tereshkova fueron las elegidas, en buena medida, porque sus padres eran h¨¦roes militares.
"No vamos al espacio para mejorar el estado de ¨¢nimo de la tripulaci¨®n. Las mujeres van al espacio porque est¨¢n a la altura del trabajo", dijo?Savitskaya
"Soy yo, Gaviota", dijo la teniente Tereshkova en junio de 1963 se?alando su alias, al ponerse en ¨®rbita para dar 48 vueltas a nuestro planeta cuatro meses despu¨¦s de que Glenn diera tan solo tres. Gagarin, no obstante, bromear¨ªa diciendo que, como en los barcos, una mujer a bordo es una fuente de problemas.
El lamentable papel de los periodistas
Casi dos d¨¦cadas despu¨¦s fue el turno de Savitskaya, que se convertir¨ªa en la primera mujer en dar un paseo espacial. El diario Izvestia public¨®: "Es encantadora y delicada, una anfitriona hospitalaria, y le gusta hacer patrones y coser su propia ropa cuando tiene tiempo libre". Seg¨²n se explica en el libro Women in space (Mujeres en el espacio, de Karen Bush Gibson), en una rueda de prensa despu¨¦s de aquel hist¨®rico paseo, Svetlana no pudo ocultar su irritaci¨®n al escuchar que las mujeres llevaban un ambiente agradable a la estaci¨®n espacial. Y replic¨®: "No vamos al espacio para mejorar el estado de ¨¢nimo de la tripulaci¨®n. Las mujeres van al espacio porque est¨¢n a la altura del trabajo".
"El hecho de que las mujeres no est¨¦n en este campo es una realidad de nuestro orden social", defendi¨® Glenn
Sally Ride, la primera astronauta estadounidense, explic¨® en varias ocasiones que lo peor de su trabajo era tener que atender a la prensa. Los periodistas le preguntaban por su peinado, su maquillaje, si llevaba sujetador en el espacio... no faltaba un t¨®pico sexista.?Cuando se retras¨® su misi¨®n, en la que iba junto a cuatro hombres, un comentarista solt¨® que el retraso se deb¨ªa a que Ride hab¨ªa estado buscando un bolso a juego con los zapatos. Tambi¨¦n le preguntaron si iba a llorar en el espacio y respondi¨®: "?Por qu¨¦ no le hac¨¦is a Rick [el piloto] esa pregunta?".
Esa misma respuesta la dar¨ªa, ya en 2014, la cosmonauta Elena Serova cuando un periodista le pregunt¨® por su pelo: "?Por qu¨¦ no le preguntas a Alexandr [Samokutyaev, compa?ero de misi¨®n] por su peinado?". La prensa rusa tambi¨¦n se interes¨® por su maquillaje y destac¨® que estaba dejando atr¨¢s a su hija en casa. A Shannon Lucid, en los 80, le preguntaban c¨®mo se iba a organizar con tres hijos en casa. En 1985, despu¨¦s de que su compa?era Rhea Seddon arreglara una vela del sat¨¦lite, un portavoz de la NASA describi¨® su trabajo como una muestra de "la habilidad de una buena ama de casa". Sally Ride corrigi¨® de inmediato: las puntadas de Seddon eran precisas como el trabajo de una cirujana del coraz¨®n.
Cuando Ride se preparaba para subir al espacio, solo cuatro de los 4.000 t¨¦cnicos del Centro Espacial Johnson eran mujeres. Eso explica la conversaci¨®n que tendr¨ªa con los ingenieros sobre los tampones que llevar¨ªa con ella en la nave:
¡ª ?Es 100 la cantidad correcta?
¡ª No. Esa no es la cantidad correcta -respondi¨® Ride.
¡ª Bueno, queremos estar seguros.
¡ª Bueno, pod¨¦is reducirlo a la mitad sin ning¨²n problema.
El viaje dur¨® los seis d¨ªas previstos y los tampones llegar¨ªan a la nave atados por los hilos como una ristra de longanizas. En el documental Makers: Women in space (de la PBS), el ingeniero de NASA Joe Kosmo cuenta que los responsables del programa no sab¨ªan siquiera c¨®mo orinaba una mujer, cuando trataban de solucionar ese asunto para el viaje.
En total, 60 mujeres han viajado ya al espacio, y aunque representan el 11% de los m¨¢s de 550 astronautas totales, su proporci¨®n no deja de crecer. En 2013, la promoci¨®n de astronautas de NASA fue por primera vez paritaria: cuatro mujeres y cuatro hombres. La primera hispana que sali¨® al espacio, Ellen Ochoa, cuenta que un d¨ªa su hijo le pregunt¨®: "?Mam¨¢, los chicos tambi¨¦n pueden ser astronautas, o solo las chicas?". Hoy, Ochoa dirige el Centro Espacial Johnson, ese en el que no hab¨ªa casi nadie que supiera de tampones en 1982.
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