¡°M¨¢s divertido que un mitin normal¡±
Si nada es verdad, nadie puede criticar al poder, porque no hay ninguna base sobre la que hacerlo
Sobre la tiran¨ªa de Timothy Snyder, que hoy acabamos de glosar aqu¨ª, tiene subrayados muy nutritivos. Los trae a colaci¨®n el ensayista norteamericano para explicar "veinte lecciones que aprender del siglo XX". Una de esas lecciones proviene de lo que pas¨® con el Gobierno de Hitler, que lleg¨® por las urnas y las rompi¨®, en incluso las quem¨®, para convertir el suyo en un poder dictatorial. Primer subrayado: Tendemos a presuponer que las instituciones se sostendr¨¢n autom¨¢ticamente incluso frente a los ataques m¨¢s directos. Ese fue justamente el error que cometieron muchos jud¨ªos alemanes respecto a Hitler y los nazis despu¨¦s de que formaran gobierno. (...) El error consiste en presuponer que los gobernantes que han accedido al poder a trav¨¦s de las instituciones no pueden modificar ni destruir esas mismas instituciones ¡ªaunque eso sea exactamente lo que han anunciado que van a hacer¡ª.
Lo hicieron, dice Snyder, los bolcheviques rusos. Lo hizo Hitler. Se priva a las instituciones de vitalidad y de funciones, se las convierte en un simulacro de lo que eran anta?o, de modo que se ajustan al nuevo orden en vez de resistirse a ¨¦l. Es lo que los nazis denominaban Gleichschaltung (coordinaci¨®n).
Las mentiras y lo no verificable se presentan "como si fueran hechos"; Trump hizo, en su campa?a, un 78% de afirmaciones falsas; y las repiti¨® hasta que parecieron verdad
En su campa?a presidencial Donald Trump se hizo acompa?ar de fuerzas de choque que remedaban o intimidaban a sus adversarios. En el cap¨ªtulo en el que alerta contra el uso de paramilitares en la sociedad democr¨¢tica, Snyder cuenta c¨®mo actuaban esas fuerzas en los m¨ªtines, expulsando o acosando a los que se mostraran contrarios al candidato. Y extrae del amplio diccionario de frases de Trump (que no ha limitado en el posterior ejercicio de la presidencia) estas que subrayo. Cuando ped¨ªa expulsar del local donde daba el mitin a los alborotadores, gritaba: Todav¨ªa queda alguno. Si es posible, sacad a los que quedan. Sacad a los que quedan. El p¨²blico entonces se ocupa de echarlos al grito de "?U. S. A.!" Satisfecho, el l¨ªder terciaba: "?A que esto es m¨¢s divertido que un mitin normal? ?A m¨ª me parece m¨¢s divertido!" Se?ala Snyder: "Ese tipo de violencia multitudinaria estaba pensada para transformar la atm¨®sfera pol¨ªtica, y lo logr¨®".
Para nosotros, los periodistas, y en general para los ciudadanos, el cap¨ªtulo 10 del libro de Snyder es clave en este momento. Ya les adelant¨¦ en el primero de los cap¨ªtulos de esta serie su entradilla: Renunciar a los hechos es renunciar a la libertad. Si nada es verdad, nadie puede criticar al poder, porque no hay ninguna base sobre la que hacerlo. Si nada es verdad, todo es espect¨¢culo. La billetera m¨¢s grande paga las luces m¨¢s deslumbrantes. Y dice Snyder: "Te sometes a la tiran¨ªa cuando renuncias a la diferencia entre lo que quieres o¨ªr y lo que oyes realmente". Las mentiras y lo no verificable se presentan "como si fueran hechos"; Trump hizo, en su campa?a, un 78% de afirmaciones falsas; y las repiti¨® hasta que parecieron verdad.
Hay antecedentes en el siglo XX: Klemperer (citado por Snyder) dec¨ªa que "el estilo fascista depende de la repetici¨®n constante, dise?ada para hacer plausible lo ficticio y deseable lo criminal". El ahora presidente sigui¨® el dogma al pie de la letra. Twitter fue su arma de destrucci¨®n de la realidad. Ah¨ª nace la posverdad contempor¨¢nea, que George Orwell ya hab¨ªa previsto en su concepto doblepensar.
He aqu¨ª la reflexi¨®n que extrae Snyder: "Los fascistas despreciaban las peque?as verdades de experiencia cotidiana, adoraban todas las consignas que resonaron como una nueva religi¨®n y prefer¨ªan los m¨¦todos creativos antes que la historia o el periodismo. Utilizaron los nuevos medios de comunicaci¨®n, que en aquella ¨¦poca era la radio, para crear un son de tambores de propaganda que despertaba los sentimientos de la gente antes de que tuviera tiempo de establecer los hechos. Y ahora, igual que entonces, mucha gente ha confundido la fe en un l¨ªder con enormes defectos con la verdad sobre el mundo en que vivimos todos.
Y concluye Snyder ese cap¨ªtulo sobre la mentira: La posverdad es el fascismo.
Hay mucho m¨¢s en el peque?o libro. Parafraseando el t¨ªtulo de Alexander Luria, Sobre la tiran¨ªa es el peque?o libro de una gran memoria, la de ciudadanos de todo el mundo que, lejos de escuchar los tambores del fascismo, encuentran en estos populismos de los que Trump es trompeta (y hay m¨¢s trompetas) la misma medicina de verdad con la que Hitler y otros dictadores han vendido su venenosa mercanc¨ªa.
Cuando escrib¨ª el primer cap¨ªtulo de esta serie un amigo periodista me envi¨® un enlace a un art¨ªculo de David Rubio publicado en Pol¨ªtica Exterior. Entre otros datos, ah¨ª extrae Rubio los siguientes: hay 2.000 millones de usuarios de Facebook y Twitter. El Pew Research Center ha verificado que el 78% de las entradas de Facebook son falsas o enga?osas (como las mentiras de Trump, curiosamente). Entre 2007 y 2017 se han duplicado los digitales en Occidente. El resultado de todos esos datos y del descuido de los fundamentos del periodismo que anida en gran parte de esos nuevos instrumentos de la informaci¨®n es "un lucrativo nicho de mercado en la difusi¨®n de prejuicios, manipulaci¨®n y rumores sin fundamento".
Dice Rubio tambi¨¦n, en l¨ªnea con lo que he le¨ªdo en el libro de Snyder, algo que concierne a la vulnerabilidad del ciudadano hacia la repetici¨®n de opiniones o mentiras: "Internet est¨¢ facilitando la tendencia humana a evitar aquellas ideas que contradicen las suyas".
Ya nos estamos acostumbrando. Nos parece que no, pero ya nos estamos acostumbrando.
Por eso reitero la necesidad de leer Sobre la tiran¨ªa.
Va sobre todos nosotros.
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