Expediente

Un teniente de la Guardia Civil ha expedientado a una agente por tener la regla. Lo estoy exagerando porque vivimos de eso, de exagerar. Lo cierto es que a la agente, que estaba de servicio, le baj¨® la regla de improviso y se retir¨® unos minutos para colocarse una compresa y evitar manchar el uniforme o el asiento del coche patrulla. Entonces lleg¨® el teniente y le afe¨® la conducta, no sabemos cu¨¢l, si la de menstruar o la de colocarse la compresa. Da pena hablar de estos asuntos ¨ªntimos en p¨²blico, pero m¨¢s l¨¢stima da que sucedan cosas as¨ª en el interior del Cuerpo por antonomasia, signifique lo que signifique antonomasia. El expediente sigue su curso, como todos los expedientes y ya veremos en qu¨¦ queda la cosa.

Hablamos por hablar porque no sabemos qu¨¦ rayos es un expediente. A m¨ª me han abierto varios a lo largo de la vida sin que llegara a averiguar por qu¨¦ o en qu¨¦ acabaron. El aut¨¦ntico protagonista de El proceso, la novela de Kafka, es un expediente que pesa sobre el personaje principal como la espada de Damocles (o la de Pericles, que dec¨ªa un sargento de la mili). Tal expediente, en el libro de Kafka, adquiere con el paso de la acci¨®n un tono metaf¨ªsico, como para significar que todos, lo sepamos o no, somos objeto de un expediente como somos herederos del pecado original. Lo que ocurre es que hay portadores sanos y portadores enfermos. Un d¨ªa, a los cuarenta a?os, est¨¢s tan feliz disfrutando de un verm¨² y te viene el expediente de golpe, como una menstruaci¨®n inesperada.

?Qu¨¦ hacer? Suicidarte o escribir El proceso. Lo que te salga, t¨² ver¨¢s. Pero a un expediente de car¨¢cter metaf¨ªsico no le puedes dar ¨®rdenes. Y a la regla, tampoco. A ver entonces qu¨¦ pasa con el de la guardia civil, pobre.