Retrocede la ola populista
La derecha m¨¢s radical pierde poder en Suiza y renuncia a realizar su programa
Desde el terremoto provocado por la elecci¨®n de Donald Trump en Estados Unidos, por toda Europa se est¨¢ al acecho de las se?ales precursoras de una ola populista que lo barrer¨ªa todo a su paso.
Tambi¨¦n en Suiza se tienen los ojos puestos en los pa¨ªses vecinos. As¨ª que los franc¨®fonos siguen con una pasi¨®n casi voraz lo que pasa en Francia. Hay que decir que las tensiones sociales e identitarias del gran vecino se hacen sentir de manera especial en Ginebra, donde trabajan cerca de 90.000 franceses fronterizos. All¨¢ donde uno vaya, el resultado que vaya a obtener Marine Le Pen en la primera vuelta de la elecci¨®n presidencial est¨¢ en el centro de todas las conversaciones.
En el frente interior, sin embargo, el cuadro es bien diferente. Despu¨¦s de 20 a?os transcurridos en la vanguardia de los populismos de derecha, la Uni¨®n Democr¨¢tica del Centro (UDC) parece perder fuerza. Ciertamente, el partido sigue siendo la primera formaci¨®n pol¨ªtica del pa¨ªs. Hace dos a?os, el partido conservador antieuropeo de Christoph Blocher se aseguraba el triunfo a nivel nacional. Y de paso obten¨ªa dos de los siete asientos del Gobierno. Despu¨¦s de varias crisis de crecimiento, la UDC parec¨ªa haberse instalado al mando m¨¢s s¨®lidamente que nunca. Con casi un tercio de los asientos en el consejo nacional, dominaba por completo la derecha cl¨¢sica.
Pero ese periodo de gloria no ha durado mucho. Desde entonces, la formaci¨®n encadena reveses pol¨ªticos y derrotas electorales. Como si los suizos, tras haber dado su respaldo a la UDC, tuvieran un solo miedo: el de ver al partido poner en pr¨¢ctica su programa.
Se hace sentir el agotamiento de los ciudadanos, cansados de los discursos simplificadores y dogm¨¢ticos
El primer aviso vino a prop¨®sito del asunto de la criminalidad extranjera, uno de sus grandes temas. Menos de seis meses despu¨¦s de las elecciones federales (nacionales), el pueblo y los cantones rechazaron tajantemente fijar en la Constituci¨®n el principio de la expulsi¨®n autom¨¢tica de delincuentes extranjeros. A partir de entonces, el partido se calla.
Pero es a prop¨®sito del dosier europeo ¡ªo sea, el centro mismo de su programa¡ª donde la UDC se estanca. El Parlamento no quiso apoyar los cupos de mano de obra extranjera, a pesar de que el cuerpo electoral hab¨ªa aprobado esa medida hace tres a?os. Claramente desautorizada, la UDC ha renunciado a plantear el asunto ante los ciudadanos, reserv¨¢ndose para otros combates. Buena parte de sus bases no ha llegado a comprender ese juego pol¨ªtico.
A?o y medio despu¨¦s de haber reforzado su poder en el Parlamento y en el Gobierno, el balance pol¨ªtico es menos que escaso. Al que hay que a?adir una serie de derrotas electorales en los cantones. La tendencia es particularmente n¨ªtida en la Suiza franc¨®fona. La UDC ha pasado un mal trago en las tres ¨²ltimas elecciones regionales y ha visto la ca¨ªda de dos iconos de la Suiza francesa: Oskar Freysinger e Yvan Perrin.
En Valais, cant¨®n alpino marcado por la tradici¨®n patriarcal y el conservadurismo de un partido dem¨®crata-cristiano largo tiempo mayoritario, el fracaso de Oskar Freysinger ha tenido el efecto casi de un terremoto nacional. Durante 15 a?os, el l¨ªder de UDC ha encarnado la l¨ªnea m¨¢s dura de su partido, no dudando en expresar sus simpat¨ªas por personalidades de la extrema derecha, como el holand¨¦s Geert Wilders o la francesa Marine Le Pen. Triunfalmente elegido para el Gobierno de su regi¨®n hace cuatro a?os, acaba de ser rotundamente rechazado. Batido por un candidato totalmente desconocido, pero con un discurso s¨®lidamente pragm¨¢tico.
Por supuesto que cada derrota electoral tiene sus explicaciones locales: demasiadas provocaciones aqu¨ª, demasiadas divisiones all¨¢, una mala campa?a en otros lugares. Pero emerge una imagen de conjunto: se hace sentir el agotamiento de los ciudadanos, cansados de los discursos simplificadores y dogm¨¢ticos. Incluso los l¨ªderes m¨¢s carism¨¢ticos no consiguen ya transmitir su mensaje.
?Se trata de una simple bajada de ritmo, como las que todos los partidos conocen alguna vez, o del inicio de un declive m¨¢s profundo? En Suiza nadie se arriesga a elegir entre esas dos hip¨®tesis. Pero la esperanza de ver por fin retroceder la ola populista que tanto ha dividido a los suizos y tanto ha da?ado su sentido de pertenencia est¨¢ ah¨ª. Una esperanza que tal vez se extienda m¨¢s all¨¢ de las fronteras helv¨¦ticas.
Judith Mayencourt?es redactora-jefe de La Tribune de Gen¨¨ve.Traducci¨®n de Juan Ram¨®n Azaola.
? Lena (Leading European Newspaper Alliance)
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