G¨¹rtel sigue
Que Rajoy deba declarar recuerda que el PP no ha explicado a¨²n su corrupci¨®n
El hecho de que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, haya sido llamado a declarar como testigo en el juicio por el caso G¨¹rtelviene a confirmar que, dentro de la separaci¨®n de poderes, las instituciones van haciendo su trabajo, por mucho que haya quienes desde la atalaya de unos grandes principios se dediquen sistem¨¢ticamente a erosionar el funcionamiento de la democracia. Tanto la Fiscal¨ªa Anticorrupci¨®n como la Abogac¨ªa del Estado se hab¨ªan opuesto a que se realizara esa declaraci¨®n, pero no lo han entendido as¨ª dos de los tres jueces del tribunal, que consideran que el testimonio de Rajoy algo puede ayudar a aclarar esa oscura trama de intereses que apuntan a una corrupci¨®n sist¨¦mica del partido que preside.
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Lo que el caso G¨¹rtel ha revelado ya, cuando menos, es la manifiesta falta de controles internos dentro de un partido en el que nadie parec¨ªa saber a ciencia cierta de d¨®nde ven¨ªa el dinero y en qu¨¦ terminaba emple¨¢ndose, si es que no se perd¨ªa en alg¨²n lugar por el camino. Primero saltaron a la luz unos cuantos sobornos a una serie de cargos p¨²blicos del PP; luego se ha ido conociendo que todos esos generosos detalles de unos avispados empresarios apuntaban a un presunto aprovechamiento de caudales p¨²blicos para la financiaci¨®n il¨ªcita de actividades del partido. El caso B¨¢rcenas, una derivada de la trama mayor, permiti¨® poner en escena la recepci¨®n de donativos ilegales de constructoras y la existencia de sobres negros. Poco a poco fueron conoci¨¦ndose nuevos esc¨¢ndalos, y hoy son varios los sumarios abiertos en los que est¨¢n implicados cargos relevantes del Partido Popular. Rajoy, como en tantos otros asuntos, ha permanecido con el adem¨¢n impasible, confiando en que la inevitable dilataci¨®n de procesos extraordinariamente complejos servir¨ªa para enfriar la indignaci¨®n ciudadana y lo liberar¨ªan de la ingrata tarea de dar explicaciones.
Ahora ha sido llamado a declarar como testigo y, sea cual sea el procedimiento que finalmente elija para hacerlo ¡ªe incluso, sea cual sea el alcance de lo que vaya a contar¡ª, lo que el tribunal viene a sustanciar es que hace falta que el Partido Popular establezca un relato de lo que ocurri¨® durante aquellos a?os y reclame las responsabilidades pol¨ªticas de unos comportamientos que salpican a algunos de los que fueron sus cargos m¨¢s relevantes. La corrupci¨®n es uno de los venenos m¨¢s letales de los que atacan la democracia. Porque no siempre es f¨¢cil combatirla en aquellas sociedades abiertas que no pueden permitirse llenar de sofisticados controles cada una de las gestiones por las que suelen colarse este tipo de actividades delictivas.
Son varios millones de votantes los que ha perdido el Partido Popular en las ¨²ltimas citas electorales, y aunque no toda la ca¨ªda pueda endosarse a la emergencia de sus presuntas corrupciones, s¨ª han tenido alguna importancia. Pero lo m¨¢s grave ocurre entre los que no lo han votado. No dar explicaciones es la mejor receta para provocar el descr¨¦dito del sistema en la ciudadan¨ªa, y dar alas a las respuestas populistas. Pero es que, adem¨¢s, enrocarse en esa actitud de desentendimiento ante problemas de tanta gravedad resta credibilidad a un partido que gobierna en minor¨ªa y que necesita urgentemente recabar apoyos para enfrentarse a retos decisivos.
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